domingo, 4 de marzo de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 DE MARZO –LUNES – 3ª– SEMANA DE CUARESMA – B SAN ADRIAN





5 DE  MARZO –LUNES –
3ª– SEMANA DE CUARESMA – B

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 24-30
      Vino Jesús a Nazaret y dijo al pueblo en la sinagoga:
"Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre    en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón.  Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el sirio'.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

1.  Este evangelio pone al descubierto lo peligroso   que es el nacionalismo intolerante y fanático. En Nazaret abundaban los nacionalistas de ese estilo.
Por eso se pusieron furiosos cuando Jesús les dijo que   una viuda de Sarepta y un leproso de Siria habían sido   preferidos a todas las viudas y a todos los leprosos que había en Israel.
Los nacionalistas no toleran que los que ellos llaman "extranjeros" sean mejor considerados y tratados   que ellos.

2.  Es bueno amar la propia patria y la propia nacionalidad.  Pero no es bueno el nacionalismo que se vincula a la intolerancia y al fanatismo. Porque "el
fanatismo reside en el hecho de obligar a los demás a cambiar" (Amos Oz). Y la intolerancia lleva consigo el rechazo de las creencias y convicciones de los demás, unido eso al poder de impedir que los otros vivan como   ellos creen que más les conviene.

3.  Jesús vio y experimentó el peligro que lleva consigo el nacionalismo, así vivido, porque divide y enfrenta a las personas, a los pueblos y a las culturas,
desencadena violencias y desprecios mutuos.  Y, desde el punto de vista religioso, este tipo de nacionalismo se convierte en una especie de religión civil que se fundamenta en un Dios violento, intolerante y peligroso.
No se trata, por tanto, del problema de los  derechos de autonomía y libertad, que tenía el pueblo judío frente a la potencia invasora y dominante, que era el Imperio Romano.  
Jesús no quiso entrar en ese problema, ni vincularse a los movimientos de resistencia, que entonces eran frecuentes en Galilea. Jesús vio que los problemas más serios de los pueblos se resuelven radicalmente desde la
conversión propia de cada ciudadano. 
No se resuelven, sino que se agravan, mediante el enfrentamiento de los débiles (los judíos) contra los romanos (los fuertes).

SAN ADRIAN


San Adrián fue un mártir de la Iglesia Católica que vivió en tiempos de la última y más terrible de las persecuciones que padecieron los primeros cristianos promovida por el emperador romano Diocleciano.
Según algunos registros en griego y latín, Adrián fue oficial de la guardia del emperador Galerio y por lo tanto perseguidor de cristianos. Sin embargo, un día estando presente en el juicio y tortura de veintidós mártires, quedó tan impresionado que decidió convertirse al cristianismo.
El santo vivió terribles tormentos después de ser apresado junto a algunos compañeros durante un viaje a la ciudad de Cesarea, cuando visitaba a unos cristianos. Inmediatamente fue conducido ante el gobernador de Palestina, Firmiliano, quien lo mandó azotar y desgarrar las carnes con garfios de hierro, para después ser arrojado a las fieras.
Fue decapitado cerca del año 306 en la antigua ciudad de Nicomedia (reino de Bitinia) por no acceder a renegar de su fe. Su fiesta se celebra el 5 marzo.

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