lunes, 19 de marzo de 2018

Párate un momento: El evangelio del dia 20 de Marzo – MARTES – 5ª- Semana de Cuaresma - B San Martin de Braga






20 de Marzo – MARTES –
5ª- Semana de Cuaresma -  B

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

1.- ¿Quién eres tú?
Jesús tenía que resultar desconcertante. Por eso se explica la pregunta que le hicieron los fariseos. Veían en él a un hombre y al mismo tiempo oían de sus labios palabras que solo podían venir de Dios: “yo soy de allá
arriba…”, “…yo no soy de este mundo... si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.” 
Aquí justamente se plantea el enigma y el misterio de Jesús, que es también el enigma y el misterio de Dios.  
¿Por qué?

2.  En este relato, Jesús utiliza tres veces la expresión yo soy (8, 23. 24. 28).
Con esa expresión, Dios reveló su nombre a Moisés (Ex 3, 14). Pero ese nombre no es una definición ontológica de la esencia divina. Dios no revela en la
Biblia su "ser", sino su "actuar", es decir, no pretende dar a conocer lo que es, sino cómo actúa. Por tanto, lo que nosotros podemos aprender en los evangelios, no se refiere a lo que es Dios, sino cómo actúa, cómo se   comporta, qué ocurre y qué acontece cuando se hace presente en la vida, en las personas, en la historia.

3.  Jesús nos revela y nos da a conocer a Dios. No porque nos revela la esencia divina, sino porque vivió, habló y se comportó de tal forma que, haciendo eso,
nos dijo: "Dios es así". De ahí, la extraña afirmación: “Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy.” Es decir, en el crucificado, en el ajusticiado, en el fracasado, por defender a los indefensos, ahí y en eso sabemos que Jesús es Dios porque nos está diciendo así es dónde y cómo encontramos a Dios.
A muchas personas lo que les preocupa es saber si Jesús es Dios, pero no les interesa saber cómo tienen que vivir para encontrar a Dios.

San Martin de Braga


San Martín de Braga, también conocido como Martín de Dumio o Martín Dumiense. Obispo, teólogo y escritor eclesiástico hispano de origen panónico, llamado el «Apostol de los suevos» (Panonia, hacia 510-520 - Braga, 579-580).
Dumio, situado geográficamente cerca de Braga - la capital del reino de los suevos-, distingue del otro Martín de Francia a nuestro Martín. Fue el apóstol de los suevos a los que convirtió al catolicismo.
El testimonio de san Isidoro de Sevilla señala el 560 como fecha de la conversión. Eran los suevos un pueblo indomable y el terror de Roma; atravesaron las Provincias y pasaron sus fronteras; se trasladaron de las riberas del Rhin a las del Miño; arrasaron a los francos y pasaron el Pirineo; luego se reparten las tierras de Galecia y ponen su capital en Braga; llegaron a bajar hasta la Bética y conquistaron Sevilla en las tierras llanas. Transcurre la vida del santo en el siglo VI.
San Martín Dumiense, según conocemos por el epitafio de su tumba que escribió él mismo, era oriundo de Panonia, en la actual Hungría. Debió nacer entre el 510 y el 520. Quiso vivir el don de la fe en las mismas fuentes. Peregrina a Palestina con la avidez de conocer, pisar, besar y tocar la tierra de Cristo; allí aprovecha su tiempo entre oración, mortificación, y el estudio del griego que le contacta con los santos Padres primeros. Luego pasa por Roma, donde murió y vive Pedro. Atraviesa el reino de los francos donde se encuentra con los suevos y aprovecha la oportunidad de hacer apostolado con este pueblo.
Karriarico, rey suevo arriano -habían caído los suevos en el arrianismo por la actividad del gálata Ayax, enviado por Teodorico- mandó embajada noble para pedir en la afamada y milagrosa tumba de san Martín de Tours el portento de la curación de su hijo. Era ya la segunda vez que lo hacía, la primera misión no dio el resultado apetecido; ahora manda la ofrenda del peso de su hijo en oro y plata y presenta la promesa de conversión si obtiene del santo de Tours lo que humildemente pide. Y se cura el vástago del rey suevo. Es la ocasión para dejar el arrianismo. San Gregorio de Tours narrará, como testigo, -dejando en el relato el polvo de la leyenda- el ruego de la doble embajada y la posterior conversión del bravo pueblo suevo.
Así fue como pasó el presbítero húngaro Martín a Galecia, de mano de sus casi paisanos, los belicosos emigrantes centroeuropeos. En Dumio funda un monasterio para la alabanza divina, la oración, el recogimiento, la difusión de la fe y la atención del pueblo ¡Bien conocida tiene la necesidad de la oración para extender el Evangelio! Quizás conoció el estilo de Arlés y posiblemente tuvo referencias de la regla de san Benito, pero aquí los monjes se gobiernan al ritmo que marca el abad -y ya obispo- Martín de Dumio.
Regula la vida del clero formándoles según los cánones y los acuerdos de los concilios españoles y africanos; atiende celoso al campesinado donde abundan las supersticiones paganas, célticas y germánicas. Encarga a su monje Pascasio la traducción de "Las palabras de los ancianos" y él mismo traduce "Las sentencias de los Padres egipcios"; escribe para los suyos otras sabrosas obras de piedad, ascéticas y doctrinales, - Formula vitae honestae y De correctione rusticorum- como tratados cortos y monográficos que rezuman sabiduría humana al estilo de Séneca y espíritu cristiano.
Contribuyó a la conversión de los suevos al catolicismo. En el concilio de Braga del 561 -como un precursor de san Ildefonso en el III de Toledo- se ha logrado la conversión del rey y del pueblo, se establece la unidad y se tiene el gozo de escuchar la fórmula del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

Murió aproximadamente en el año 580.

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