martes, 20 de marzo de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 21 DE MARZO - MIÉRCOLES – 5ª – SEMANA DE CUARESMA – B – San Nicolás de Flüe






21  DE MARZO  - MIÉRCOLES –
5ª – SEMANA DE CUARESMA – B –

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42
    En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
"Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres".
Le replicaron:
"Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: seréis libres?"
Jesús les contestó:
      "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres seréis realmente libres.
Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre".
      Ellos replicaron:
"Nuestro padre es Abrahán".
Jesús les dijo:
"Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán.
      Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre".
Le replicaron:
"Nosotros no somos hijos de prostituta; tenemos un solo padre: Dios".
Jesús les contestó:
"Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que Él me envió'.

1.  La enseñanza fundamental de este diálogo tenso (y hasta conflictivo) de Jesús con los judíos se centra en esta afirmación fundamental: la fe en Jesús
hace libres a los creyentes. Por tanto, las personas que, por lo que sea, viven sometidas, atadas, dependientes   de quien sea o de lo que sea, tales personas no tienen, ni pueden tener, fe en Jesús.
La fe en Jesús se manifiesta en la libertad con que el creyente procede en su vida, en su forma de pensar, en sus relaciones con los demás, sobre todo en su relación con el poder y los poderosos que dominan   nuestras vidas.

2.  Lo extraño es que, según el v. 31, Jesús les habla a los que "habían creído" en él. Y, sin embargo, poco después el texto afirma que aquellos que se supone
que ya creían, aquellos precisamente se enfrentan a Jesús hasta amenazarle de muerte.  
-       ¿Cómo se explica esta contradicción?
Por lo que dice el conjunto del texto, aquellos hombres tenían una fe incipiente, imperfecta. Creían sin haber afrontado en serio el problema de la libertad a la que lleva la fe verdadera.

3.  Esta fe incipiente, que se queda a medio camino, está demasiado extendida en la Iglesia.  Somos muchos los "creyentes esclavos" y, por eso mismo, "creyentes" que nos imaginamos que lo somos, pero no lo somos de   verdad y con todas sus consecuencias.
Hasta el extremo de que, si se nos presentan
situaciones de incompatibilidad entre el Evangelio y la libertad, preferimos prescindir del Evangelio, para seguir atados y esclavos de nuestros intereses. Esto es lo que más abunda en la Iglesia, por desgracia.

San Nicolás de Flüe

Suiza, en los siglos XIV y XV, está empapada de corrientes espirituales que son propicias para la ascesis y para las visiones. Y no solamente se dan entre los clérigos o en los claustros de los monasterios; han trascendido también al laicado y en cualquier esquina o iglesia puede uno toparse con gente que transmita experiencias sobrenaturales habidas en la intimidad de la oración.
Nicolás de Flüe es un santo suizo y de esta época. Soporta sobre su figura, no legendaria sino bien probada por la historia, la dignidad nacional tanto por parte de los protestantes como de los católicos, dada la curiosa complejidad que desde siglos lleva consigo el pueblo suizo, aunque ciertamente unos y otros lo tienen como personaje emblemático por distintos motivos; los que se llaman reformadores lo miran desde la cara política y los católicos añaden el matiz espiritual.
Nació en el 1417, justo el año en que termina el Cisma de Occidente con la elección de Martín V como Papa por el concilio de Constanza. En familia de católicos campesinos, se ocupa de los trabajos del campo, pero es asiduo a la oración y practica el ayuno como cosa habitual cuatro días por semana. Se casa cuando tiene treinta años con Dorotea Wyss. La unidad familiar dura veinte años, tienen 10 hijos, uno de ellos llega a frecuentar la universidad y el mayor consigue ser presidente de la Confederación. Siendo Nicolás un hombre de paz, tuvo que intervenir en tres guerras, en la de liberación de Nüremberg, en la vieja de Zurich y en la de Turgovia contra Segismundo.
En el año 1467 da comienzo la parte de su vida que, aunque llena de contradicciones, es la forja de su santidad y de su fecundidad política. Veámosla. Tiene cincuenta años y con el permiso de su esposa y de sus hijos se retira a vivir como eremita en la garganta de Ranft. Vive entregado a la meditación preferentemente de la Pasión del Señor que contempla siguiendo los distintos episodios, como hicieron Juan Ruysbroeck y Enrique Suso. Obtiene un alto y profundo conocimiento de la Santísima Trinidad. Hace notable penitencia y practica riguroso ayuno. La celda que le han construido los paisanos solo dispone de una ventana para ver los oficios del sacerdote y otra para contemplar la naturaleza de Unterwald. El obispo de Constanza va a bendecir el lugar, que se convierte en centro de peregrinación. El contenido será el culto a la Eucaristía y el motivo el hecho milagroso del ayuno absoluto y prolongado de Nicolás. No prueba bocado en veinte años; solo ingiere la Eucaristía y una vez come porque lo manda su obispo para probar su obediencia, humildad y el carácter sobrenatural del ayuno. Aquí tiene visiones sobrenaturales y de aquí arranca su energía y acierto para enfocar los asuntos políticos que darán a Suiza estabilidad y forma de gobierno peculiar.
El místico pacificador y salvador de la patria suiza fue juez y consejero en su cantón; también Diputado en la Dieta federal en 1462 y rechazó la jefatura del Estado. En 1473 propicia y consigue se firme el tratado de paz perpetua con Austria. En la Dieta de Stans del 1478 evita la guerra civil, consiguiendo el milagro de la reconciliación. Su obra política no fue solo coyuntural, sino que hizo técnicamente posible la realidad de la patria común suiza.
Se cierra su vida con una enfermedad cargada de dolor y de sufrimiento que lleva con paciencia tan grande como su pobreza. Después de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, muere el 21 de marzo de 1487.
Desde el siglo XVI, tanto los protestantes como los católicos requieren su patronazgo; unos por sus recomendaciones de mantenerse dentro de las fronteras, por los razonamientos que les ayudan a no mezclarse en políticas extranjeras y por la cuasi prohibición de mostrar interés por la política europea; los otros, por ser un gran político que saca su genio de la condición de santo y fiel.
Sea como sea, Nicolás supo articular, unir y compaginar de un modo asombrosamente original lo que a la mayoría de los mortales nos parece un imposible contradictorio: cuidó con esmero las cosas de la tierra y amó intensamente las del cielo; fue un hombre con una actividad incansablemente eficaz, sin dejar de ser contemplativo; es a la vez casado y eremita; resulta al mismo tiempo el primer político y el más grande santo; tiene la extraña sabiduría que valora lo poco nuestro y la inmensidad de lo divino.
Los católicos comenzaron en el 1591 el proceso de canonización que no llega a promulgarse –un dato contradictorio más– hasta el 1947 por el papa Pío XII, el mismo día de la Ascensión. Han pasado más de 350 años y es que la santidad, antes de ser oficialmente reconocida, está supeditada a las contingencias históricas.

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