27 DE OCTUBRE - SÁBADO –
29ª – SEMANA DEL T.O. – B –
(hermanos mártires del siglo IV)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,7-16):
A cada uno
de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso
dice la Escritura:
«Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.»
El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y
el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el
universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros,
evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los
santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de
Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al
retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con
astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos
crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el
cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo
nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del
cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor
Palabra de Dios
Salmo: 121,1-2.3-4a.4b-5
R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
«Vamos a
la casa del Señor»!
Ya están
pisando nuestros pies
tus
umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén
está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor. R/.
Según la
costumbre de Israel,
a
celebrar el nombre del Señor;
en ella
están los tribunales de justicia,
en el
palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):
En una
ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre
vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó:
«¿Pensáis que esos
galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?
Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo
mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé,
¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la
misma manera.»
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera
plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo
entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en
balde?"
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
Palabra del Señor
1. Se
sabe que Galilea fue, en tiempo de Jesús, patria de numerosos grupos disidentes
anti-imperialistas. En Hech 5, 37 se menciona a Judas el Galileo. Y en el
relato de hoy nos encontramos con un grupo de galileos que fueron asesinados
por el procurador romano Poncio Pilatos. Además, el hecho se produjo con la
especial crueldad de que el asesinato fue cometido por los legionarios romanos
en el templo, en un acto religioso. El crimen, por tanto, fue una
provocación
muy grave para los sentimientos nacionalistas y religiosos de cualquier
israelita.
2. Era,
pues, una situación que exigía una protesta
enérgica y una denuncia pública contra los abusos criminales con los que la
dominación romana humillaba a los
israelitas. Sin embargo, la respuesta de Jesús fue desconcertante.
No dijo ni media palabra contra Pilatos o
contra los romanos. Por el contrario, les advirtió a sus oyentes que, si no se
convertían y cambiaban de vida, todos iban a terminar también asesinados.
- ¿No fue esto una cobardía que traicionaba los
sentimientos más nobles y los derechos más evidentes de un pueblo sometido al
gran tirano?
3. Jesús
no fue ni cobarde ni cómplice ante los romanos. Prueba de ello es que lo crucificaron por
motivos políticos, como quedó escrito en el letrero que
pusieron
en la cruz (Mt 27, 37 par). Jesús no fue cobarde. Jesús fue al fondo del
problema.
Jesús estaba convencido de que los conflictos
políticos no se resuelven solamente cambiando a los gobernantes, aunque sean
tiranos.
Los conflictos políticos se resuelven cuando
cambian en su intimidad y se convierten en su corazón todos los agentes que son
partes del conflicto.
Los conflictos políticos dejan heridas que
dividen y generan odios y resentimientos.
Mientras tales heridas no cicatrizan, el
conflicto sigue en carne viva. La solución es curar las heridas, no solo
cambiar a los gobernantes. Estamos
cansados de ver países en conflicto, que cambian de régimen, pero la miseria y
el conflicto siguen igual, y siempre se llevan la peor parte los mismos, los
más pobres.
Lo único que de verdad
puede cambiar este mundo es "la bondad", asimilada e integrada en la
vida de quienes vamos por la vida diciendo que somos creyentes en Jesús.
Santos Vicente, Sabina y
Cristeta
(hermanos mártires del siglo
IV)
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en
Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y,
como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente
que es el mayor.
Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de
poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III
por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez
más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y
ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa
de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su
césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente.
El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso,
que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires
en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en
Talavera seguidores de Cristo.
Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al
prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud.
Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico,
en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos
por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del
cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y
en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta
a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme
de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su
vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en
parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho
sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad
libre del fiel.
Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su
pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera
de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre
llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la
posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él
siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos
los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año
304.
El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los
nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el
martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su
compromiso familiar.
Fuente: http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/
san toral/san tora
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