31 DE OCTUBRE –
MIERCOLES –
30ª – SEMANA DEL T.O. –
B –
San Alonso Rodríguez
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,1-9):
Hijos, obedeced a
vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. «Honra a tu padre y
a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien
y vivirás largo tiempo en la tierra.»
Padres,
vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos
como haría el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con
temor y temblor, de todo corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para
quedar bien, sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere; con
toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres.
Sabed
que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos,
correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un
amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie.
Palabra
de Dios
Salmo:
144,10-11.12-13ab.13cd-14
R/. El
Señor es fiel a sus palabras
Que todas tus criaturas
te den gracias,
Señor, que te bendigan
tus fieles;
que proclamen la gloria
de tu reinado,
que hablen de tus
hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a
los hombres,
la gloria y majestad de
tu reinado.
Tu reinado es un reinado
perpetuo,
tu gobierno va de edad
en edad. R/.
El Señor es fiel a sus
palabras,
bondadoso en todas sus
acciones.
El Señor sostiene a los
que van a caer,
endereza a los que ya se
doblan. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (13,22-30):
En aquel tiempo, Jesús,
de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno
le preguntó:
«Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús
les dijo:
«Esforzaos
en entrar por la puerta estrecha.
Os
digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Cuando
el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis
a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No
sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y
bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os
replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."
Entonces
será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob
y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera.
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa
en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que
serán últimos.»
Palabra
del Señor
1. Este relato nos pone a
todos ante el problema último, del que
nadie se escapa, que a todos nos preocupa, aunque es cierto que son muchos los
que se quitan de encima este problema, echando mano del simple argumento que
consiste en decir que la muerte es el final. Y con ella, todo se acaba.
Se sabe que, en tiempo de Jesús, era frecuente la pregunta de si
serán muchos o pocos los que alcancen la salvación. Es decir, la pervivencia
"post-mortem" y "para siempre".
2. En la actualidad, no se
suele hablar de este asunto. Pero todos lo llevamos colgado o, si se prefiere,
lo arrastramos. Es la sombra que nos acompaña siempre, por más que intentemos
desentendernos de ella. Y no podemos quitarnos de encima este asunto porque brota
de lo más hondo de nosotros mismos. Es
el ansia de vida ilimitada, que es constitutiva de nosotros mismos.
Es parte de nuestra propia identidad. Y el que dice que esto no le
interesa, ni le importa, miente. La repugnancia instintiva, que sentimos ante
el hecho de la muerte (y todo lo que se asocia a la muerte) es la demostración
más palmaria, la más clara, de que el anhelo por "el más allá" es
constitutivo de nuestro ser, de nuestra condición humana. Es algo tan pegado a
nosotros mismos, que jamás podremos quitárnoslo de encima.
3. Todo esto supuesto, lo
que Jesús rechaza y denuncia -en este evangelio- es la preocupación, que muchos tienen, de interesarse solamente por
su propia salvación. Cuando lo que Jesús no se cansó de enseñar y repetir es
que lo que nos tiene que preocupar es la salvación del mundo. Nuestra obsesión
tendría que ser la salvación y la vida "para todos".
San Alonso Rodríguez
En la ciudad de Palma, en
la isla de Mallorca, san Alfonso Rodríguez, que, al perder su esposa e hijos,
entró como religioso en la Compañía de Jesús y estuvo como portero del colegio
de aquella ciudad durante largos años, mostrando una gran humildad, obediencia
y constancia en una vida penitente.
Vida
de San Alonso Rodríguez
Estaba un día enfermo y le
llevó el enfermero la comida a la cama con un mandato de parte del Padre
Superior: «que se coma todo el plato». Cuando regresa el enfermero, le
encuentra deshaciendo el plato y comiéndolo pulverizado. El santo se impuso a
sí mismo una obediencia ciega; se exigió a sí mismo tanto que uno de los padres
le dijo un buen día «que obedecía a lo asno».
Nació en Segovia en el año
1533, segundo de los once hijos del matrimonio formado por Diego Rodríguez y
María Gómez que vivían del comercio de paños.
Su niñez y juventud
estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. A los doce años fueron alojados en
su casa Pedro Fabro y otro jesuita, cuyas enseñanzas atesoró. Estudió en el
Colegio de los jesuitas de Alcalá de Henares.
A la muerte de su padre se
encarga de sacar adelante el negocio familiar, pero su incompetencia es notable
para el negocio de los paños.
Contrae matrimonio con María
Juárez con quien tiene dos hijos. Pero la mala fortuna parece que le persigue:
muere uno de sus hijos y su mujer y el negocio va de mal en peor; luego fallece
su otro hijo y su madre. Alonso se ha quedado solo.
Se produce entonces una
crisis fuerte que resuelve con confesión general y con el deseo de comenzar una
nueva vida tomando un impresionante ritmo interior de trato con Dios y que
mantiene por seis años. Cede a sus hermanos sus bienes y marcha a Valencia en
1569 con el propósito de ingresar en la Compañía; pero no contaba con
insalvables obstáculos: su edad, la falta de estudios y escasa salud.
Trabaja
entonces en comercio y de ayo.
Por fin es admitido en el
Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año 1572 ocupa el cargo de portero
hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años
Es considerado en la Compañía
como modelo para los hermanos legos por su ejercicio permanente para lograr
auténtica familiaridad con Dios, por su obediencia absoluta y por su amor y
deseo de tribulación.
Este humilde y santo portero
fue durante su vida un foco radiante de espiritualidad de la que se
beneficiaron tanto los superiores que le trataron como los novicios con los que
tuvo contacto; un ejemplo representativo está en San Pedro Claver, el apóstol
de los esclavos.
Con sus cartas ejerce un
verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y el popular de la época, pero
logra páginas de singular belleza al tratar temas de mayor entusiasmo. La
santidad que describe en sus escritos no es aprendida en los libros, es fruto
de su experiencia espiritual.
Fue canonizado por el papa
León XIII junto con San Pedro Claver.
(Fuente:
archimadrid.es)
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