domingo, 7 de octubre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 DE OCTUBRE - LUNES – 27ª – Semana del T.O. – B – Evodio de Antioquía



8 DE OCTUBRE - LUNES –
27ª – Semana del   T.O. – B –

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (1,6-12):
Me sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado –seamos nosotros mismos o un ángel del cielo–, ¡sea maldito!
Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea maldito! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Palabra de Dios

Salmo: 110,1-2.7-8.9.10c

R/. El Señor recuerda siempre su alianza
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo:
 «¿Qué está escrito en la Ley?
¿Qué lees en ella?»
Él contestó:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo:
«Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
 «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta."
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó:
 «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús:
«Anda, haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor

1.  La parábola del buen samaritano se reduce a lo que estrictamente relata la parábola (Lc 10, 30-35). La pregunta previa del letrado y la pregunta final de Jesús, que giran en torno a la idea del amor al prójimo, son añadiduras que puso el redactor del texto que ha llegado a nosotros.
Esas añadiduras tienen una finalidad buena y ejemplar: insistir en que el amor al prójimo es inseparable del amor a Dios (cf. J. Jeremias; W.  Harnisch; J. D. Crossan).
Todo esto es importante.  Pero también es verdad que todo esto desvía la atención del lector de la parábola. Y con eso lo que se consigue es que no caigamos en la cuenta de lo que esta parábola nos quiere realmente enseñar.

2. ¿Qué es lo más claro y lo más fuerte que nos dice la parábola?
Si nos reducimos al pequeño relato, propiamente tal, lo que en este episodio se nos dice es que los profesionales de la religión (el sacerdote y el levita) aparecen (en la vida y en la sociedad, y con demasiada frecuencia) como "modelos de insolidaridad", mientras que el hereje samaritano es el modelo de lo que hay que hacer ante el dolor, el mal y el sufrimiento del mundo. 
Jesús, por tanto, nos hace aquí una propuesta extravagante, que representa un "corte" con lo que pensamos y hasta con lo que -tantas veces- creemos. 
Una propuesta que, en definitiva, nos viene a decir esto: el dolor del mundo, las injusticias que se ensañan   con los más débiles, las desigualdades, las violencias, la brutal deshumanización que nos rompe y nos destroza, todo eso, no se arregla con "religión" (rituales, dogmas, normas, amenazas  divinas), sino con "ética": la ética de la misericordia y la bondad, la ética de la honradez y la honestidad, la ética de que es capaz de hacer lo que está a su alcance, incluso con el enemigo.

3.  Necesitamos urgentemente una "re educación", que nos lleve a pasar, de la cultura de "mis derechos y mi bienestar", a la cultura de "la bondad solidaridad" siempre y con todos. Sin dar rodeos en la vida, para dejar tirados en cuneta a tantos desamparados. 
 Si no hacemos esta re educación, terminaremos destrozándonos unos a otros.

Evodio de Antioquía

En Antioquía, san Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso martirio. († c.69)

Breve Biografía
Primer obispo de Antioquía después de San Pedro. Eusebio lo menciona así en su "Historia": "Y Evodio habiendo sido establecido como primer [obispo] de Antioquía, Ignacio floreció en este momento" (III, 22). El tiempo mencionado es el de Clemente de Roma y de Trajano, de los cuales Eusebio acaba de hablar. Harnack ha demostrado (después de descartar una teoría propia anterior) que Eusebio tenía una lista de los obispos de Antioquía, que no tenía sus fechas, y que se vio obligado a sincronizarlos aproximadamente con los Papas. Parece seguro que él tomó las tres listas episcopales de Roma, Alejandría y Antioquía de la "Cronografía", que Julio Africano publicó en 221. La "Crónica de Eusebio" se ha perdido, pero en la traducción de San Jerónimo de la misma encontramos en tres años sucesivos las tres entradas
 - que Pedro, habiendo fundado la Iglesia de Antioquía, es enviado a Roma, donde persevera como obispo durante 25 años;
- que Marcos, el intérprete de Pedro, predica a Cristo en Egipto y Alejandría, y
 - que Evodio es ordenado primer obispo de Antioquía.
No tenemos ninguna mención de Evodio antes de la de Africano, pero ésta se ve confirmada por su contemporáneo, Orígenes, quien llama Ignacio al segundo obispo después de Pedro (Hom. IV, en Luc., III, 938A). Es curioso que la ordenación de Evodio no debiera haber sido dada en la "Cronografía" en el mismo año que la fundación de la Iglesia Antioqueña por Pedro, y Hort supone que las tres entradas deben haber pertenecido a un solo año en Eusebio; pero la evidencia no está a favor de esta simplificación. El año de la accesión de Ignacio, que es el de la muerte de Evodio, era desconocido para Eusebio, pues simplemente lo coloca en la "Crónica", junto con la muerte de Pedro y la accesión de Lino en Roma (Nerón 14-68), mientras que en la "Historia" lo menciona al comienzo del reinado de Trajano.
La fama de Ignacio causó que escritores posteriores, como San Atanasio y San Juan Crisóstomo, hablasen de él como si hubiese sido el sucesor inmediato de los Apóstoles. Jerónimo (De Vir. Ill., 16) y Sócrates (HE, VI, 8) lo llaman el "tercer" obispo después de San Pedro, pero esto es sólo porque ilógicamente incluyen a Pedro entre sus propios sucesores. Teodoreto y Pseudo-Ignacio representan a Ignacio como consagrado por Pedro. La dificultad que surgió así sobre Evodio se resolvió en las Constituciones Apostólicas que afirman que Evodio fue ordenado por Pedro e Ignacio por Pablo. El cronógrafo bizantino, Juan Malalas (X, 252), relata que cuando Pedro iba de camino a Roma pasó por la gran ciudad de Antioquía, sucedió que Evodo (sic), el obispo y patriarca, murió y lo sucedió Ignacio; él le atribuye a Evodio la invención del nombre cristiano. Salmon no parece estar justificado en suponer que Malalas le atribuye cualquiera de esta información a Teófilo, el obispo de Antioquía del siglo II. Podemos estar seguros que Evodio es un personaje histórico, y realmente fue el predecesor de San Ignacio, pero las fechas de su ordenación y muerte son realmente inciertas. Ningún testigo anterior lo menciona como mártir.

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