viernes, 31 de enero de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 DE FEBRERO – DOMINGO – PRESENTACIÓN DEL SEÑOR




2  DE FEBRERO – DOMINGO – PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

Lectura del libro de Malaquías 3, 1-4

Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada?
¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada?
Pues es como fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».

Palabra de Dios

Salmo: 23, 7. 8. 9. 10

R/. El Señor, Dios del universo, Él es el Rey de la gloria

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso,
el Señor, valeroso en la batalla. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos 2, 14-18
Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo.
Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor:
«Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él.
Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor

Seis imágenes de Jesús.

 
Giotto, Presentación de Jesús en el templo

Este año 2020, el 4º domingo del Tiempo Ordinario cede el puesto a la fiesta de la Presentación del Señor en el templo, que es también la fiesta de la purificación de María.
El primer aspecto recuerda que Dios es el autor de la vida, y se simboliza con la ofrenda del primogénito, de acuerdo con la ley contenida en Éxodo 13,11-18.
El segundo recuerda que la mujer, al dar a luz a un nuevo ser vivo, ha estado en contacto con algo misterioso; ha quedado «impura», aunque no en el sentido de haber hecho algo malo o haber contraído una mancha; tiene que purificarse, como prescribe Levítico 12,1-8.         
Cabría esperar que uno de estos textos se hubiera usado como primera lectura. Pero resultarían desconcertantes para mucha gente (suponiendo que se enterasen). Hoy día, nadie entiende que una mujer quede «impura» por haber tenido un hijo y deba ofrecer algo en compensación; nuestro concepto de «impureza» es muy distinto del de los antiguos israelitas. En cuanto a la ofrenda del primogénito, aunque el cristiano está convencido de que la vida es don de Dios, no ha sido educado en la necesidad de expresarlo mediante la entrega del primogénito y su posterior rescate. 
Los textos que se han elegido nos ofrecen cinco imágenes complementarias de Jesús. Imaginemos a cinco personajes (Malaquías, un salmista, el autor de la Carta a los Hebreos, el anciano Simeón, la profetisa Ana) que ven entrar al niño en el templo. Cada uno emitirá su opinión sobre cómo lo considera y lo que espera de él.

            1. El mensajero terrible y purificador (Malaquías 3,1-4).

Las primeras frases encajan muy bien con la fiesta de hoy: la entrada en el templo de Jesús. Pero el tono cambia de repente. No es una venida pacífica y festiva. Viene a purificar a los levitas, responsables del culto, cuyo comportamiento deja mucho que desear. Esta segunda parte sería más fácil relacionarla con la purificación del templo llevada a cabo por Jesús al principio de su vida (según Juan) o al final (según los Sinópticos). La lectura podría interpretarse como anuncio de lo que ocurrirá más tarde. Según Lucas, Jesús solo va dos veces al templo: ahora, cuando niño, y antes de morir, para purificarlo. Aunque Malaquías se dirige a los levitas, nos invita a todos a examinar si hacemos al Señor nuestra ofrenda como es debido.

2. El rey de la Gloria (Salmo 23)

Este salmo se cantaba probablemente cuando el Arca de la Alianza entraba en el templo. Aplicándolo a Jesús, se repite como un estribillo que él es el Rey de la Gloria.

R/. El Señor, Dios del universo, es el Rey de la gloria.
¡Portones!,…..

3. Un hermano de nuestra carne y sangre (Hebreos 2,14-18)

A diferencia del Salmista, el autor de esta carta subraya la humanidad de Jesús, que lo hace igual a todos nosotros. No es un ángel. Y esa igualdad le permite morir y sufrir, dos cosas esenciales en la vida humana; y con ello, ser compasivo y auxiliar a los que pasan por la prueba del dolor.

4. El que da sentido a mi vida (Simeón)       

A través de este anciano perfecto Lucas transmite un mensaje a todos los cristianos: lo único que da sentido a su vida es esperar al Mesías; cuando lo tiene en sus brazos, ya puede morir en paz.

5. Luz de las naciones, gloria de Israel (Simeón)      

Pero Simeón es también profeta y puede revelar algo nuevo Jesús: será luz de las naciones. Un israelita de pura cepa que no se encierra en los privilegios de su pueblo, sino que tiene una visión universal. Mensaje muy actual en esta época donde el nacionalismo puede desembocar en el tribalismo. En esta imagen de la luz se basa la fiesta de hoy y el rito complementario de la procesión de las candelas (La Candelaria). La liturgia da un enfoque muy personal a esta idea, relacionando los cirios encendidos con la práctica del bien para «llegar felizmente al esplendor de tu gloria». Sin embargo, las palabras de Simeón (y de Isaías) tienen un alcance universal que no podemos perder de vista.

5. Una bandera discutida (Simeón a María)

Como profeta, Simeón también conoce el futuro de Jesús («será una bandera discutida»). El rey de la Gloria, luz de las naciones, gloria de Israel… no será aceptado por todos. Muchos (la mayor parte del pueblo judío) se le opondrá. Esta oposición la sufrirá también María, a la que una espada traspasará el alma, y, consiguientemente, a todos los cristianos.

6. El libertador de Israel (Ana)

Curiosamente, la visión más política de Jesús la propone una anciana piadosísima, que ha pasado ochenta y cuatro años (12 x 7) de viudez entre ayunos, oraciones y visita al templo. Pero, cuando ve a Jesús, «hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel». La esperanza de estas personas tenía un gran componente religioso, pero también político y social: liberación de los romanos, destitución de Herodes y sus descendientes, eliminación de las autoridades injustas. «Para servir al Señor libres de nuestros enemigos», como rezaba Zacarías.

            7. Quienes no dicen nada: Los padres de Jesús.

Lucas tiene mucho interés en presentarlos como judíos piadosos, observantes de la Ley de Moisés. Una forma indirecta de responder a quienes acusan a Jesús y a los cristianos de despreciar las leyes y tradiciones judías. Pero Lucas, cuando Simeón habla del niño como Salvador de todos los pueblos y gloria de Israel, añade un dato desconcertante: 
«José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño».
¿Cómo pueden admirarse después de lo anunciado por Gabriel a María, después de una concepción y un parto virginales, después de lo que han contado los pastores?
Podríamos decir que la admiración procede de ver cómo se acumulan títulos sobre Jesús: Gabriel lo presentó como rey de Israel; el ángel, a los pastores, como «el Salvador, el Mesías, el Señor». Simeón rompe los límites de Israel y lo presenta como «luz de las naciones». Lucas, a través del asombro de José y María pretende que también nosotros nos asombremos de lo mucho que significará ese pequeño niño de cuarenta días.

            Y para ti, ¿quién es Jesús y qué significa?


Párate un momento: El Evangelio del dia 1 DE FEBRERO – SÁBADO – 3ª – SEMANA DEL T.O. – A – Santa Brígida de Irlanda




1  DE FEBRERO – SÁBADO –
3ª – SEMANA DEL T.O. – A –

Lectura del segundo libro de Samuel (12,1-7a.10-17):

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David.
Entró Natán ante el rey y le dijo:
«Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija.
Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped.»
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán:
«Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera.»
Natán dijo a David:
«¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amonita.
Así dice el Señor:
"Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra.
Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."»
David respondió a Natán:
«¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo:
«El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.»
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.

Palabra de Dios

Salmo: 50,12-13.14-15.16-17

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.
Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
«¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
 «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

1.  No es lo más importante analizar aquí sí, efectivamente, en el pequeño lago de Galilea se producían huracanes. Ni tampoco si resulta verosímil que, en las angustias de quienes sufren un huracán de muerte, un hombre duerma tranquilamente. Lo que interesa, en este relato, es comprender la experiencia que vivieron los discípulos.
La clave de tal experiencia está en la pregunta que se hacen ellos mismos
"Pero, ¿quién es este?".
El texto dice literalmente que "les entró miedo con un gran temor" (ephobéthenan phobon  mégan) (Mc 4,41).
Pero lo curioso es que no sintieron este temor tan enorme cuando estaban a punto de hundirse, sino cuando ya estaba todo en calma.

2.  Por eso se hacían la gran pregunta:
"¿quién es este?".
Lo que allí sucedió es que aquellos hombres tuvieron la experiencia de una auténtica teofanía, que produce el temor ante el "Mysterium tremendum"(R. Otto).
Los discípulos veían ante ellos a un hombre que se cansaba y dormía. Hechos propios que se viven en "lo inmanente", lo terreno, lo humano.  Pero en aquel hombre sentían la presencia de "lo trascendente", lo celestial, lo divino.
Es exactamente lo mismo que les ocurrió cuando la pesca milagrosa, cuando Pedro sintió el "asombro" (thambos) (Lc 5, 9), que equivale al "miedo" (phobos) (Lc 5, 10).

3. En Jesús, un ser humano como los demás, los discípulos veían y sentían la presencia del ser divino.
     ¿Quiere decir esto que Jesús es Dios?
Tal afirmación no está a nuestro alcance. Porque es Dios el que, por ser "trascendente" a nuestro entendimiento, de Él no podemos conocer su ser (lo que es).
Más bien, hay que decir que los discípulos sentían, ante Jesús, la cercanía de Dios, la manifestación de Dios, la revelación de Dios. Dios estaba presente en Jesús. Porque, en Jesús, Dios se había "humanizado".
En Jesús, Dios está cerca de todo ser humano.  Sobre todo, del ser humano amenazado, en peligro, asustado, del que ha perdido toda esperanza y se ve sin futuro. Esto expresa que, efectivamente, el Dios que se nos reveló en Jesús se ha humanizado y se identifica con todo lo que es verdaderamente humano.

Santa Brígida de Irlanda


Vida de Santa Brígida de Irlanda
Patrona de Irlanda junto con San Patricio y Santa Columba.
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea. ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y... como expresión del estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.


jueves, 30 de enero de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 DE ENERO – VIERNES – 3ª – SEMANA DEL T. O. – A – San Juan Bosco




31  DE ENERO – VIERNES –
3ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Juan Bosco

Lectura del segundo libro de Samuel11,1-4a. 4c-10a. 13-17

A la vuelta de un año, en la época en que los reyes suelen ir a la guerra, David envió a Joab con sus servidores y todo Israel.
Masacraron a los amonitas y sitiaron Rabá, mientras David se quedó en Jerusalén.
Una tarde David se levantó de la cama y se puso a pasear por la terraza del palacio. Desde allí divisó a una mujer que se estaba bañando, de aspecto muy hermoso. David mandó averiguar quién era aquella mujer.
Y le informaron:
«Es Betsabé, hija de Elián, esposa de Urías, el hitita».
David envió mensajeros para que la trajeran.
Ella volvió a su casa.
Quedó encinta y mandó este aviso a David:
«Estoy encinta». David, entonces, envió a decir a Joab:
«Mándame a Urías, el hitita».
Joab se lo mandó.
Cuando llegó Urías, David le preguntó cómo se encontraban Joab y la tropa y cómo iba la guerra.
Luego le dijo:
«Baja a tu casa a lavarte los pies».
Urías salió del palacio y tras él un regalo del rey. Pero Urías se acostó a la puerta del palacio con todos los servidores de su señor, y no bajó a su casa. Informaron a David:
«Urías no ha bajado a su casa».
David le invitó a comer con él y le hizo beber hasta ponerle ebrio.
Urías salió por la tarde a acostarse en su jergón con los servidores de su señor, pero no bajó a su casa.
A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab, que le mandó por Urías. En la carta había escrito:
«Poned a Urías en primera línea, donde la batalla sea más encarnizada. Luego retiraos de su lado, para que lo hieran y muera».
Joab observó la ciudad y situó a Urías en el lugar en el que sabía que estaban los hombres más aguerridos. Las gentes de la ciudad hicieron una salida.
Trabaron combate con Joab y hubo bajas en la tropa, entre los servidores de David.
Murió también Urías, el hitita.

Palabra de Dios.

 Salmo 50

R/Misericordia, Señor, hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre. R/

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa. R/

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?
¿Qué parábola usaremos?
Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

    1.  Jesús presenta aquí el Reino de Dios utilizando dos parábolas: la de la semilla automática y la de la pequeñez. Así, Jesús nos enseña dos cosas importantes:

    1) El Reino de Dios crece por sí solo y aunque nosotros ni nos demos cuenta de tal crecimiento.

    2) El Reino de Dios, en todo caso y como realidad atribuible a Dios, es y será siempre algo muy pequeño, que pasará quizá inadvertido y, en todo caso, será una cosa insignificante.

    2.  Estas dos parábolas nos ayudan a superar todos los pesimismos y desalientos. Con frecuencia, pensamos que el asunto del Reino de Dios está en crisis, sufre un declive y ya no interesa a nadie. Este tipo de catastrofismo es propio de personas o grupos que identifican el Reino de Dios con el triunfo de la religión. Pero Jesús no lo presentó así.
    El Evangelio relaciona el Reino de Dios con la curación de enfermos y el alivio de penas y sufrimientos (Mt 4, 23-24) y con la expulsión de demonios (Mt 12, 28).
   El crecimiento del Reino no es el crecimiento de la religiosidad, sino el crecimiento de la felicidad, dignidad y libertad de las personas.

    3.  Si le damos la razón al Evangelio -y no a los fanáticos de la religión-, tenemos motivos para el optimismo cristiano. El ejemplo más claro es la creciente preocupación por las víctimas. En este sentido, estamos asistiendo a un "gran estreno antropológico" (R. Girard).

Nuestra sociedad ha abolido primero la

esclavitud y después la servidumbre. A continuación, ha llegado la protección de la infancia, la promoción y liberación de la mujer, el cuidado de los ancianos, los extranjeros, la lucha contra la miseria y el hambre, los derechos humanos. Nuestro mundo no ha inventado la compasión, pero sí la ha universalizado. Y nos hemos convencido de que el poder de transformación más eficaz no es la violencia revolucionaria, sino la moderna preocupación por víctimas. Se ha puesto en marcha un proceso que ya es imparable. Lo importante ahora es acelerarlo. El dolor que nos queda es que vemos que todavía el problema de la codicia (por el dinero y la riqueza) sigue teniendo más fuerza que el sufrimiento de los refugiados, que huyen de la violencia, de la muerte y del dolor insoportable.

San Juan Bosco Presbítero (1815-1888)

Nació junto a Castelnuovo, en la diócesis de Turín, en el año 1815. Su niñez fue dura.
Una vez ordenado sacerdote, empleó todas sus energías en la educación de los jóvenes y fundó la Congregación Salesiana destinada a enseñarles diversos oficios y formarlos en la vida cristiana.
Escribió también algunos opúsculos en defensa de la religión. Murió en 1888.

Es el santo de la juventud. El santo de los obreros, el santo de la alegría, el santo de María Auxiliadora y el santo de muchas cosas más. El verano de 1815 nacía en Becchi-Piamonte (Italia) de padres humildes pero muy buenos cristianos. Desde muy niño hubo de trabajar duro al lado de su santa madre, la mamá Margarita, para sacar la casa adelante. De su santa madre recibió una profunda educación cristiana y un gran amor a la Virgen María junto con un gran respeto hacia los sacerdotes. Ambas cosas quedaron profundamente impresas en su alma.
Ya desde niño demostró estar en posesión de cualidades nada comunes en todos los sentidos: Era simpático, agudo, inteligente, trabajador y muy mañoso con cuanto se proponía. Desde niño y después de joven, pero sobre todo de sacerdote, trabajará tanto que parece casi imposible cómo en sólo 72 años de vida pudo realizar tantas y tan importantes obras. Alguien ha dicho que trabajó él solo más que diez hombres juntos de no cortas cualidades.
Cuando llegaba a Castelnuovo, Asti o Murialdo y algún titiritero atraía a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él pero con una condición: Que vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a tornar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de fieles a la vez que limpiaba el pueblo de personas poco recomendables...
Ya dijimos que mamá Margarita admiraba a los sacerdotes. El los veía demasiado arrogantes y lejanos del pueblo, sobre todo de los niños y decía: "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"...
Cuando vistió el hábito clerical le amonestó aquella santa mujer que fue su madre: "Puedes imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres nunca este hábito. Sería mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que seas todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción..."
Tenía muchos sueños y todos ellos muy "famosos y se cumplían". Se ordenó sacerdote el 1841 y desde entonces no paró hasta dar cobijo y digna educación a tantos niños que veía abandonados por las calles. El rezo de un Ave María hizo el milagro y fue el primer eslabón de esta maravillosa cadena de sus ORATORIOS. Centenares, millares de niños abandonados encontraron calor, educación, comida, vestido y cobijo cariñoso como en su propia casa. Mamá Margarita y su hijo se desvivían por ayudar a aquellos rapaces que el día de mañana serían buenos padres cristianos.
Dos eran las armas de que se servía, sobre todo, D. Bosco, para formarles: La eucaristía y la penitencia. Estos dos sacramentos obraban maravillas en aquellos jóvenes... Hasta le creyeron un poco mal de la cabeza por los "sueños" que llenaban su corazón y su mente en favor de los abandonados... Obraba milagros, pero siempre era Ella, la VIRGEN AUXILIADORA, quien los hacía, decía él. "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"... Para continuar su OBRA el 1857 fundó los Salesianos y poco después las Hijas de María Auxiliadora. Ellos llevan su espíritu.