lunes, 13 de enero de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 15 DE ENERO – MIÉRCOLES – 1ª – SEMANA DEL T.O. – A – SANTA RAQUEL




15  DE ENERO – MIÉRCOLES –
1ª – SEMANA DEL T.O. – A –

Lectura del primer libro de Samuel (3,1-10.19-20):

En aquellos días, el niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones.
Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios.
El Señor llamó a Samuel, y él respondió:
«Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
«No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
«Aqui estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:
«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."»
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
«¡Samuel, Samuel!»
Él respondió:
«Habla, que tu siervo te escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor.

Palabra de Dios

Salmo: 39,2.5.7-8a.8b-9.10

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

«Como está escrito en mi libro:
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta.
Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

1.  Marcos presenta, en este relato, el resumen de un día "normal" en la vida de Jesús durante su ministerio apostólico en Galilea. Se levantaba de madrugada.
Lo primero que hacía era retirarse a un sitio solitario, para orar al Padre del Cielo.
En segundo lugar, visitaba a alguna familia o grupo de personas con quienes convivía. Y, sobre todo, dedicaba la mayor parte de su tiempo a recibir, acoger y curar enfermos. Estas curaciones se expresan claramente, en muchos casos. Y en otras ocasiones se viene a decir lo mismo utilizando la expresión de "expulsar demonios". Lo que equivale a decir que liberaba a la gente de las "causas" que provocaban los males, las desgracias, lo más duro de la vida.

2.  Como es lógico, un hombre entregado a esta forma de vida tenía que irradiar una fuerza de atracción enorme. La gente -la de entonces y la de ahora- sufre más de lo que imaginamos. Los momentos de felicidad son eso, momentos".  Que se nos van, son fugaces.  Lo que sigue presente es la dureza de la vida.
Sobre todo, en tres cosas: 1) La salud. 2) La comida. 3) La convivencia con los demás.
Estos tres grandes problemas de la vida son muy distintos, según los distintos países y culturas. Pero en todas partes, en torno a esos tres pilares de la vida gira la felicidad o la desgracia de los mortales.


3.  Pues bien, al vivir y actuar, como aquí nos resume el evangelio de Marcos, Jesús llevó a cabo una obra tan portentosa, que aún no nos hemos dado
cuenta plenamente de lo que esto representa. 
Jesús reorientó la religión de otra manera. A Jesús no le interesaron los templos, los sacerdotes, los rituales, los sacrificios, las leyes y las normas. A Jesús le interesó la vida. Y, sobre todo, lo que más le preocupó es la dura vida que tienen que soportar los que más sufren.
Jesús nos dijo así que, con la fuerza de la oración y la lucha contra el sufrimiento, así es como podemos buscar a Dios y encontrar el camino que nos lleva derechos a Dios.

SANTA  RAQUEL


Esposa de Jacob,

Etimológicamente significa “oveja”. Viene de la lengua hebrea.
Era una de las hijas más bellas de Labán.
Justamente fue en el tiempo en que trabajaba Jacob para este señor, cuando se enamoró de ella. Gracias al amor que sentía por ella, aguantó siete años de duro trabajo en casa de Labán. Pero Labán le dijo que, si quería casarse con Raquel, tenía que estar siete años más y, además, unirse primero con Lía.
Durante muchos años, Raquel no pudo tener hijos. Pero como confiaba plenamente en la Providencia divina, Dios le dio a José.
Cuando Jacob partió para su casa, Raquel robó secretamente los amuletos paternos.
Pasados unos más, Raquel dio a luz a su segundo hijo Benjamín.
Al leer la Biblia, en el libro del Génesis 29 y 30, llegamos a conocer a esta mujer.
Esta última “1...tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos o si no, me muero. 2. Y Jacob se enojó contra Raquel y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? 3. Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella. 4. Y así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. 4. Y concibió Bilha, y dio un hijo a Jacob. 6. Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto, llamó su nombre Dan.
En otras palabras, Raquel tomó como suyo el hijo que su sirvienta tuvo con Jacob. “Dar a luz sobre las rodillas” puede entenderse como la adopción de este recién nacido, aunque no es ésta la única interpretación posible.
Para nuestro propósito, Dan es el primer hijo de la segunda esposa de Jacob.
La elegía de David ha quedado grabada en la tradición judía y se sigue enseñando como siempre: "En realidad, el primer hijo que Raquel misma dio a luz fue José".
Un autor del primer siglo dijo estas palabras:" El amor interesado fenece, cuando el interés ya no existe. Mas el amor desinteresado perdura hasta la eternidad. El amor de Amnon por Tamar (II Samuel, 13) es el prototipo del amor interesado, mientras que el amor de David y Jonatán lo es del mismo amor desinteresado".


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