28 DE ENERO – MARTES –
3ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Lectura del segundo libro de Samuel
(6,12b-15.17-19):
En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios
desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los
portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un
ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo
con un roquete de lino.
Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y
al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su
sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado.
David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando
terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los
ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita,
un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno.
Después se marcharon todos, cada cual a su casa.
Palabra de Dios
Salmo:
23,7.8.9.10
R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
Es
el Señor en persona
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de
Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo:
«Mira, tu madre y tus hermanos están
fuera y te buscan.»
Les contestó:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo:
«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése
es mi hermano y mi hermana y mi madre.»
Palabra del Señor
1.-
El tema de las relaciones de Jesús con su familia interesó vivamente a los
evangelios. Es un hecho que Jesús abandonó su pueblo, su casa y su familia
cuando se fue, de Nazaret al río Jordán, para escuchar la predicación de Juan
Bautista. Se sabe que volvió, de paso, a Nazaret (Lc 4, 16; Mc 6, 1-6; Mt 13,
53-58). Pero en ninguna parte se habla de que volviera a su casa y a convivir
con su familia.
Todos sabemos que tener una familia,
una casa, una propiedad, todo eso da seguridad y estabilidad a una persona. El
que no tiene nada eso (o su equivalente, en el caso del convento o de la
residencia clerical), termina siendo un vagabundo, un "sin techo", un
desclasado o incluso un apátrida.
En definitiva, un desgraciado y
desamparado en la vida.
2. No tiene nada de extraño, por
tanto, que las relaciones de Jesús con su familia fueran tensas, difíciles y,
en todo caso, complicadas. Sus parientes lo tomaron por loco (Mc 3, 21), lo
despreciaron (Mc 5, 1-6 par), no llegaron nunca a fiarse de él (Jn 7, 5), y sus
vecinos del pueblo quisieron despeñarlo por un tajo (Lc 4, 28-29).
Y es que la familia siempre da
seguridad, pero eso se hace siempre a costa de limitar la libertad.
La limitación que imponen las leyes y
que brota de las relaciones emocionales y sociales, especialmente en cuanto se
refiere a la relación con la autoridad paterna, que sigue siendo determinante y
lo será mientras haya relaciones paternofiliales.
3. Aquí interesa también recordar que
las llamadas de Jesús al "seguimiento" pusieron siempre como condición
el abandono de la propia familia (Mc 1, 16-20; Mt 4, 12-17; Lc 4, 14-15),
incluso ni el entierro del propio padre (Mt 8, 18-21), ni despedirse de la
familia (Lc 9, 57-62).
En este contexto de hechos y
realidades tan fuertes, se comprende la respuesta de Jesús en el relato que hoy
recordamos. Las relaciones de familia crean intereses a costa de limitar la
libertad. Para Jesús, lo primero en la vida es la disponibilidad, la honradez,
la bondad, el servicio sin condiciones a quienes más lo necesitan.
Filósofo, teólogo, doctor de la Iglesia (Angelicus Doctor: Doctor
Angélico), patrono de las universidades y escuelas Católicas. Nacido en Rocca
Secca, en el Reino de Nápoles en 1225 o 1227; fallecido en Fossa Nuova, 7 de
marzo de 1274. Autor de la Suma Teológica, obra insigne de la Teología.
Vida de Santo Tomás
de Aquino
Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero
los biógrafos difieren en cuanto a algunos detalles y fechas. Henry Denfile
falleció antes de poder cumplir su proyecto de escribir una vida crítica del
santo. El amigo y alumno de Denfile, Dominic Prümmer, O. P., profesor de
teología en la Universidad de Friburgo, Suiza, se encargó de la obra y publicó
el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et criticis
illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha aparecido, dando
la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora por primera vez.
Tolomeo de Lucca ... dice que cuando murió el santo, se dudaba sobre su edad
exacta (Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225 como el momento
de su nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que 1227 es la fecha
más probable (op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su muerte ocurrió en
1274.
Landolfo, su padre, era Conde de Aquino. Teodora, su madre,
Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI
y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un
santo ermitaño predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento:
"Entrará en la Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad
serán tan grandes que en vida, no se encontrará nadie que le iguale".
(Prümmer, op. cit., 18). A los cinco años, según las costumbres de la época,
fue enviado a recibir su primera formación con los monjes Benedictinos de Monte
Casino. Diligente en sus estudios, desde muy pequeño se observó su buena
disposición para la meditación y la oración, y su maestro se sorprendió al
oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es Dios?"
Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de
Nápoles. Calo dice que el traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte
Casino, quien escribió al padre de Tomás que un chico de su talento no debe ser
dejado en la sombra (Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles, sus maestros fueron
Pietro Martín y Petrus Hibernos. El cronista dice que pronto superó a Martín en
gramática y fue transferido a Pedro de Irlanda quién le formó en Lógica y
ciencias Naturales. Las costumbres de la época dividían Filosofía y Letras en
dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática, Lógica y Retórica; el Quadrivium,
que se componía de Música, Matemática, Geometría y Astronomía... Tomás repetía
las lecciones con mayor profundidad y lucidez que sus maestros. El corazón del
joven se había conservado puro en medio de la corrupción que le rodeaba, y
decidió abrazar la vida religiosa.
Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo
Domingo, atraído y dirigido por Juan de San Julián, un conocido predicador del
convento de Nápoles. La ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él
tomar el hábito de un pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y
tristeza a la vez, se apresuró a ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos,
temiendo que se lo llevaran, le enviaron a Roma, aunque su destino final sería
París o Colonia. Teodora convenció a los hermanos de Tomás, que eran soldados
del Emperador Federico, capturaron al novicio cerca del pueblo de Aquependente
y le recluyeron en la fortaleza de San Juan de Rocca Secca. Allí estuvo
detenido casi dos años, mientras sus padres, hermanos y hermanas hacían todo lo
posible para destruir su vocación. Sus hermanos incluso tendieron trampas a su
virtud, pero el puro novicio echó de la habitación a la tentadora con un tizón
que sacó del fuego. Hacia el fin de su vida, Santo Tomás le confió a su fiel
amigo y compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto de un favor especial que
recibió entonces. Cuando echó a la tentadora de la habitación, se arrodilló y
ardientemente imploró a Dios que le concediera la integridad de mente y cuerpo.
Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, dos ángeles se le aparecieron para
asegurarle que su oración había sido escuchada. Le ciñeron un cinturón,
diciendo: "Te ceñimos con el cinturón de la virginidad perpetua." Y
desde ese día en adelante jamás experimentó el más leve movimiento de la concupiscencia.
El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a
ceder tras los primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los
Dominicos proporcionarle nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo
algunos libros -las Sagradas Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las
"Sentencias" de Pedro Lombardo. Tras año y medio o dos en prisión,
sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía del ermitaño se cumpliría
o bien porque sus hermanos temían las amenazas de Inocencio IV y Federico II,
fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los brazos de los Dominicos que
se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio "había
progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale" (Calo op.
cit., 24).
Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a
Roma. Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en
la Orden de Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier
interferencia en su vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la
Orden, llevó al joven estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos
del santo, a Colonia, en 1244 o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso
profesor de la Orden. En las escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás
fue mal interpretado como indicios de retraso mental, pero cuando Alberto
escuchó su brillante defensa de una difícil tesis, exclamó: "Llamamos a
este joven un buey mudo, pero su mugido doctrinal un día resonará hasta los
confines del mundo."
En 1245 enviaron a Alberto a París y Tomás le acompañó como
alumno. En 1248 ambos volvieron a Colonia. Alberto había sido nombrado regente
del nuevo studium generale, erigido aquel año por el Capítulo General de la
Orden y Tomás debía enseñar bajo su autoridad como Bachiller. Durante su
estancia en Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado
de Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia
predicó la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban
por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias
bíblicas. En 1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por
Alberto Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del
studium Dominico en París. Este nombramiento puede considerarse como el
principio de su vida pública, ya que su enseñanza rápidamente llamó la atención
tanto de profesores como de alumnos. Sus deberes consistían principalmente en
explicar las "Sentencias" de Pedro Lombardo, y sus comentarios sobre
ese texto teológico le proporcionaron el material y en gran parte, en esquema
general para su obra magna, la "Summa Theologica". En el transcurso
del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología por la
Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa
entre la universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa
entre la universidad y las autoridades civiles surgió tras un incidente con la
guardia de la ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos.
La universidad, celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue
negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las
abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y decretaron que en e futuro a
nadie se le conferiría el título de doctor a menos que jurase seguir la misma
línea de conducta en circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos,
que habían seguido enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento
exigido, y de aquí surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido
cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban preparados para recibir sus
doctorados. Guillermo de San Amour extendió la disputa más allá del tema
original, atacó violentamente a los Frailes, de los que estaba evidentemente
celoso, y les negó su derecho a ocupar cátedras en la universidad. Contra su
libro "De periculis novissimorum temporum" (Los peligros de los
Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado "Contra impugnantes religionem",
una apología de las órdenes religiosas (Touron op. cit., II cc. vii sqq.). El
libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro IV en Anagni, el 5
de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran
admitidos al doctorado.
Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro
peligroso, "El Evangelio Eterno" (Touron op. cit., II, cxii). Las
autoridades universitarias no obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la
influencia de San Luis IX y once Breves papales para lograr de nuevo la paz.
Santo Tomás recibió su doctorado en teología. La fecha que dan la mayoría de
sus biógrafos es la del 23 de octubre de 1257. Su tema fue "La Majestad de
Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus aposentos: del
fruto de sus obras se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según se
cree, por un visitante celeste, fue profético de su vida futura. La tradición
cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el doctorado el mismo día
y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos para ver
quién sería nombrado primero.
Desde entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas
palabras, orar, predicar, enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más
escucharle a él que a Alberto, a quien Santo Tomás superaba en precisión,
lucidez, concisión y fuerza de expresión, sino en universalidad de
conocimientos. París le reclamaba como suyo; los Papas deseaban tenerle junto a
ellos; los estudia de la Orden ansiaban disfrutar de los beneficios de su
enseñanza; así, le encontramos sucesivamente en Anagni, Roma, Bolonia, Orvieto,
Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles, siempre enseñando y
escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo ardiente por exponer
y defender la verdad Cristiana. Tan dedicado estaba a su sagrada misión que con
lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad del Arzobispado de
Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si hubiese aceptado este
nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la "Summa Theologica".
Cediendo a las peticiones de sus hermanos, en varias ocasiones
participó en las deliberaciones de los Capítulos Generales de la Orden. Uno de
dichos capítulos tuvo lugar en Londres en 1263. En otro, celebrado en
Valenciennes (1259) colaboró con Alberto Magno y Pedro de Tarentasia (que sería
el Papa Inocencio V) a formular un sistema de estudios que substancialmente
permanece hasta hoy en los studia generalia de la Orden Dominicana. (cf.
Douais, op. cit.)
No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que
frecuentemente se abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida
estos momentos de éxtasis se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles,
en 1273, tras completar su tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron
levitar en éxtasis, y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que
decía: "Has escrito bien de mí, Tomás, que recompensa deseas?". Tomás
respondió, "Nada más que a ti, Señor". (Prümmer, op. cit., p.38). Se
dice que esto se repitió en Orvieto y París.
Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió
más. Ese día, durante la Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración
que la acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por
su respuesta al Padre Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos:
"No puedo hacer más. Se me han revelado tales secretos que todo lo que he
escrito hasta ahora parece que no vale para nada" (modica, Prümmer, op.
cit., p. 43). La Summa Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta
90 de la tercera parte (De partibus poenitentiae).
Tomás comenzó su preparación inmediata para la muerte.
Gregorio X, habiendo convocado un concilio general a celebrar en Lyon el
primero de mayo de 1274, invitó a Santo Tomás y San Buenaventura a participar
en las deliberaciones, ordenó al primero traer al concilio su tratado
"Contra errores Graecorum" (Contra los Errores de los Griegos).
Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274, pero le fallaron las fuerzas;
cayó desplomado cerca de Terracina, desde donde le llevaron al Castillo de
Maienza, hogar de su sobrina la Condesa Francesca Ceccano. Los monjes
cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para que se alojara con ellos, y así
fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le susurró a su compañero:
"Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré porque lo
deseo" (Salmo 131:14). Cuando el P. Reinaldo le pidió que se quedase en el
castillo, el santo replicó: "Si el Señor desea llevarme consigo, será
mejor que me encuentre entre religiosos que entre laicos". Los
Cistercienses le brindaron tantas atenciones y bondad, que abrumaron el sentido
de humildad de Tomás. "¿A qué viene tanto honor", exclamó, "que
siervos de Dios lleven la leña para mi hoguera?". Ante la insistencia de
los monjes, el santo dictó un breve comentario sobre el Cantar de los Cantares.
El final se acercaba; se le administró la Extremaunción.
Cuando entraron con el Sagrado Viático a su habitación, pronunció el siguiente
acto de fe:
Si en este mundo hubiese algún conocimiento de este sacramento
más fuerte que el de la fe, deseo ahora usarlo en afirmar que creo firmemente y
sé de cierto que Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, Hijo de Dios e
Hijo de la Virgen María está en este Sacramento... Te recibo a Ti, el precio de
mi redención, por cuyo amor he velado, estudiado y trabajado. A Ti he
predicado, a Ti he enseñado. Nunca he dicho nada en Tu contra: si dije algo
mal, es sólo culpa de mi ignorancia. Tampoco quiero ser obstinado en mis
opiniones, así que someto todas ellas al juicio y enmienda de la Santa Iglesia
Romana, en cuya obediencia ahora dejo esta vida.
Murió el 7 de marzo de 1274. Numerosos milagros atestiguaron
su santidad. Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323. Los monjes
de Fossa Nuova querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero
Urbano V ordenó que el cuerpo fuera entregado a sus hermanos Dominicos, siendo
trasladado solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, el 28 de enero de
1369. La magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución
francesa y su cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta
el día de hoy en un sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido
por el Cardenal Desprez el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo
izquierdo se conserva en la catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la
Universidad de París y originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de
la iglesia Dominicana, se guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa
María sopra Minerva en Roma a donde llegó tras la revolución francesa.
Calo (Prümmer, op. cit., p. 401) dio una descripción de la
apariencia del santo: dice que sus rasgos se correspondían con la grandeza de
su alma. Era alto y corpulento, erguido y bien proporcionado. Su tez era
"como el color del trigo nuevo": su cabeza era grande y bien formada
y era algo calvo. Todos los retratos lo representan con porte noble,
meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de
la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de agosto
de 1879 sobre la restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró
"príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo
ilustre pontífice, mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono
de todas las universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.
(Fuente:
Enciclopedia Católica)
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