4 DE SEPTIEMBRE – VIERNES –
22ª – SEMANA
DEL T. O. – A –
San Bonifacio I papa
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):
Que
la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios.
Ahora, en un
administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me
pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas.
La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto:
mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis
antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las
tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno
recibirá la alabanza de Dios.
Palabra de Dios
Salmo: 36,3-4.5-6.27-28.39-40
R/. El Señor es quien salva a
los justos
Confía
en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
Encomienda
tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.
Apártate
del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. R/.
El
Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (5,33-39):
En
aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas:
«Los discípulos de Juan
ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a
comer y a beber.»
Jesús les contestó:
«¿Queréis que
ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en
que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola:
«Nadie recorta una pieza
de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo,
y la pieza no le pega al viejo.
Nadie echa vino nuevo en
odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres
se estropean. A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo
quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»
Palabra del Señor
1. Este relato
plantea, con ejemplos casi provocativos, dos formas distintas de entender y
vivir la espiritualidad. Se trata de dos caminos contrapuestos:
1) El camino de la mortificación y la
piedad.
2) El camino del gozo y la felicidad.
Posiblemente, Lucas exagera cuando, al
ayuno, añade la oración (que no se encuentra en Mc 2,18-22; Mt 9, 14-17). Y
también cuando caracteriza a los seguidores de Jesús como si fueran
comilones y bebedores.
En todo caso, y aunque la exageración
de Lucas sea posible, es evidente que los tres sinópticos
destacan la misma contraposición de dos religiosidades. La de la privación y el
sacrificio y la del gozo y el disfrute.
2. Si algo hay claro, en
este relato, es que Jesús no formó a sus discípulos en la espiritualidad de la
privación y el sacrificio. Jesús vio que es más importante en la vida la
felicidad y el disfrute compartido. La importancia que la comensalía, la mesa
compartida, tuvo en la vida de Jesús, refuerza esta idea.
Es más, como ya se sabe, con los
ejemplos del remiendo y los odres de vino, Jesús afirma
que, en este asunto capital, no caben medias tintas o fórmulas
de compromiso. Y otra cosa: la advertencia de que
"llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán", es
seguramente una añadidura de comunidades primitivas que seguían practicando el
ayuno.
El "novio", que es Jesús, no
se ha ausentado de su Iglesia.
3. Al proceder de esta
manera, es evidente que Jesús se dio cuenta de que la espiritualidad de la
"propia privación" es más fácil y soportable que la espiritualidad
de "compartir la felicidad". Porque, si es que hablamos en serio de
"compartir", lo primero que deberíamos tener presente es que se trata
de que todos tengamos los mismos derechos y la misma dignidad.
Lo que el Evangelio propone es que
luchemos por una sociedad igualitaria, en la que los derechos fundamentales
sean los mismos para todos. Y que sean "derechos garantizados".
Es decir, que en Europa tengamos los mismos derechos que tienen los ciudadanos
de África o de Asia. ¿Estamos dispuestos a afrontar este proyecto
con todas sus consecuencias?
San Bonifacio I papa
XLII Papa
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio
de Máximo, en vía Salaria Nueva, sepultura de san Bonifacio I, papa, que
trabajó para solucionar muchas controversias sobre disciplina eclesiástica
(422).
Etimología: Bonifacio = que hace el bien. Viene de
la lengua latina.
Elegido
el 28 diciembre del 418; falleció en Roma, el 4 de septiembre del 422. Poco se
conoce de su vida previa a su elección. El "Liber Pontificalis" lo
llama un romano, e hijo del presbítero Jocundus. Se cree que ge ordenado por el
Papa Damasus I (366-384) y que fue representante de Inocencio I en
Constantinopla (c. 405).
A la
muerte del Papa Zosimus, la Iglesia Romana entró en el quinto de sus cismas,
con el resultado de dobles elecciones papales que perturbaron su paz durante
las primeras centurias. Poco después de las exequias de Zosimus, el 27
diciembre, 418, una facción del clero romano formada principalmente por
diáconos, tomó la basílica de Lateran y eligió como papa al Archidiácono
Eulalius. El alto clero intentó entrar, pero fue violentamente rechazado por
una chusma de partidarios de Eulalian.
Al
día siguiente, ellos se reunieron en la iglesia de Theodora y eligieron como
Papa, contra su voluntad, al anciano Bonifacio, un sacerdote muy estimado por
su caridad, conocimientos, y buen carácter. El domingo 29 diciembre, fueron
consagrados los dos, Bonifacio en la Basílica de San Marcelo, apoyado por nueve
obispos provinciales y unos setenta sacerdotes; Eulalius en la basílica de
Lateran en presencia de los diáconos, unos pocos sacerdotes y el Obispo de
Ostia que fue convocado desde su lecho de enfermo para ayudar en la ordenación.
Los dos procedieron a actuar como papas, y Roma comenzó a vivir en una
tumultuosa confusión por el ruido producido por las facciones de ambos rivales.
El Prefecto de Roma, Symmachus, hostil a Bonifacio, informó el problema al
Emperador Honorius de Ravenna, y aseguró la confirmación imperial de la
elección de Eulalius. Bonifacio fue expulsado de la ciudad. Sus partidarios,
sin embargo, lograron hacerse oír por el emperador que convocó a un sínodo de
obispos italianos en Ravenna para reunir a los papas rivales y discutir la
situación (febrero, marzo, 419). Incapaz de alcanzar una decisión, el sínodo
tomó unas pocas decisiones prácticas pendientes hasta un concilio general de obispos
italianos, galos y africanos, a ser convocados en mayo para solucionar la
dificultad. Pidió que ambos demandantes dejaran Roma hasta que se alcanzara una
decisión, y prohibió el retorno bajo pena de condenación. Como Pascua, el 30 de
marzo, estaba acercándose, Achilleus, Obispo de Spoleto, fue delegado para
encabezar los servicios Pascuales en la vacante sede romana. Bonifacio fue
enviado, aparentemente, al cementerio de Santa Felicitas en la Vía Salaria, y
Eulalius a Antium. El 18 marzo, Eulalius volvió audazmente a Roma, reunió a sus
partidarios avivando nuevamente la disputa, y rechazó con desprecio las órdenes
del prefecto para dejar la ciudad; tomó la basílica de Lateran el sábado Santo
(29 marzo), decidido a presidir las ceremonias pascuales. Las tropas imperiales
fueron convocadas para deponerlo y hacer posible para Achilleus dirigir los
servicios. El emperador, profundamente indignado con estos procedimientos, se
negó a considerar nuevamente las demandas de Eulalius reconociéndose a
Bonifacio como Papa legítimo (3 de abril, 418). Este último volvió a Roma el 10
abril y ge aclamado por el pueblo. Eulalius fue designado Obispo de Nepi en
Toscana o de alguna sede en Campania, según los contradictorios datos de las
fuentes del "Liber Pontificalis". El cisma había durado quince
semanas. A comienzos de 420, la crítica enfermedad del papa, animó a los
partidarios de Eulalius a hacer otro intento. Ya recuperado, Bonifacio pidió al
emperador (1o. de julio, 420) prever alguna manera de evitar un nuevo cisma en
el caso de su muerte. Honorius promulgó una ley estableciendo que, en el caso
de elecciones Papales disputadas, no debe reconocerse ningún candidato, y debe
efectuarse una nueva elección.
El
reino de Bonifacio fue marcado por el gran celo y actividad en organizar la
disciplina y la autoridad. Revirtió la política de su predecesor de dotar a
ciertos obispos Occidentales con poderes extraordinarios del vicariato papal.
Zosimus había dado a Patroclus, Obispo de Arles, extensa jurisdicción en las
provincias de Viena y Narbonne, y lo había hecho intermediario entre estas
provincias y la Sede Apostólica. Bonifacio disminuyó estos derechos primados y
restauró los poderes metropolitanos de los obispos principales de provincias.
Así él respaldó a Hilary, Arzobispo de Narbonne, en su elección de un obispo de
la sede vacante de Lodeve, contra Patroclus que intentó designar a otro (422).
Así, también, insistió para que Maximus, Obispo de Valencia, fuera juzgado por
sus supuestos crímenes, no por un primado, sino por un sínodo de obispos galos,
y prometió sostener su decisión (419). Bonifacio tuvo éxito en las dificultades
de Zosimus con la Iglesia africana con respecto a las apelaciones a Roma y, en
particular, en el caso de Apiarius. El Concilio de Cartago, habiendo escuchado
las presentaciones de los delegados de Zosimus, envió a Bonifacio el 31 mayo,
419, una carta en respuesta al commonitorium de su predecesor. Declaraba que el
concilio había sido incapaz de verificar los cánones que los delegados habían
citado como de Nicena, pero que más tarde resultaron ser de Sardican. Estaba de
acuerdo, sin embargo en observarlos hasta que pudiera efectuarse la
comprobación. Esta carta se cita a menudo para ilustrar la actitud desafiante
de la Iglesia africana ante la Sede Romana. Un estudio imparcial de la misma,
sin embargo, debe llevar a una conclusión no más extrema que la de Dom Chapman:
"fue escrita con considerable irritación, aunque en un muy estudiado tono
moderado"(Revisión de Dublín. Julio, 1901, 109-119). Los africanos estaban
irritados ante la insolencia de los delegados de Zosimus y se indignaron por
ser instados a obedecer leyes que pensaron no tenían una consistente fuerza en
Roma. Esto ellos se lo manifestaron a Bonifacio directamente; todavía, lejos de
repudiar su autoridad, le prometieron obedecer las leyes sospechosas, mientras
que reconocieron la función del Papa como guardián de la disciplina de la
Iglesia. En 422 Bonifacio recibió la apelación de Anthony de Fussula que, a
través de los esfuerzos de San Agustín, había sido depuesto por un sínodo
provincial de Numidia, y decidió que debía ser restaurado en el caso de que su
inocencia se estableciera. Bonifacio apoyó ardientemente a San Agustín en su
combate contra el Pelagianismo. Habiendo recibido dos cartas de Pelagian que
calumniaban a Agustín, se las envió. En reconocimiento de esta lealtad Agustín
dedicó a Bonifacio su respuesta, contenida en "Contra das Epístolas
Pelagianoruin Libri quatuor".
En
el Este, mantuvo celosamente su jurisdicción sobre las provincias eclesiásticas
de Illyricurn, sobre las que el Patriarca de Constantinopla estaba intentando
afianzar el mando a causa de volverse una parte del imperio Oriental. El Obispo
de Thessalonica había sido constituido vicario papal en este territorio, mientras
ejercía su jurisdicción por encima de los metropolitanos y obispos. Por las
cartas a Rufus, el titular contemporáneo de la sede, Bonifacio vigiló
estrechamente los intereses de la iglesia de Illyrian e insistió en la
obediencia a Roma. En 421, el descontento expresado por ciertos obispos, a
causa de la negativa del Papa para confirmar la elección de Perigines como
Obispo de Corinto a menos que el candidato fuera reconocido por Rufus, sirvió
como pretexto para que el joven emperador Theodosius II concediera el dominio
eclesiástico de Illyricurn al Patriarca de Constantinopla (14 julio, 421).
Bonifacio protestó ante Honorius por la violación de los derechos de su sede, y
prevaleció sobre él, que instó a Theodosius para que rescinda su promulgación.
La ley no fue promulgada, pero permaneció en los códigos de Theodosian (439) y
Justiniano (534) y causó muchos problemas a los papas subsiguientes. Por una
carta del 11 marzo, 422, Bonifacio prohibió la consagración en Illyricum de
cualquier obispo que Rufus no hubiera reconocido. Bonifacio renovó la
legislación del Papa Soter, prohibiendo a las mujeres tocar los sagrados linos
o intervenir en el quemado de incienso. Dio fuerza a las leyes que prohibían a
los esclavos ser clérigos. Fue enterrado en el cementerio de Maximus en la Vía
Salaria, cerca de la tumba de su favorito, San. Felicitas en cuyo honor y en
gratitud por su ayuda, le había erigido un oratorio encima del cementerio que
lleva su nombre.
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
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