lunes, 21 de septiembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 23 DE SEPTIEMBRE –MIÉRCOLES– 25ª – SEMANA DEL T. O. – A – San Pío de Pietrelcina, el Padre Pío

 


23 DE SEPTIEMBRE –MIÉRCOLES–

25ª – SEMANA DEL T. O. – A –

San Pío de Pietrelcina, el Padre Pío

 

Lectura del libro de los Proverbios (30,5-9):

L

 

a palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo:

«¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 118,29.72.89.101.104.163

             R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Apártame del camino falso,

y dame la gracia de tu voluntad. R/.

Más estimo yo los preceptos de tu boca

que miles de monedas de oro y plata. R/.

Tu palabra, Señor, es eterna,

más estable que el cielo. R/.

Aparto mi pie de toda senda mala,

para guardar tu palabra. R/.

Considero tus decretos,

y odio el camino de la mentira. R/.

Detesto y aborrezco la mentira,

y amo tu voluntad. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6):

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:

«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

 

Palabra del Señor

 

1.   Según este evangelio, sin duda alguna, lo que más preocupaba a Jesús era el sufrimiento humano.  Por eso, lo primero que destaca en este relato es que Jesús toma verdaderamente en serio el sufrimiento de los atormentados por malos espíritus y el dolor de los enfermos.

La misión de los apóstoles, que es el anuncio primero de la misión de la Iglesia, es ir a los que padecen y remediar su padecimiento.  Para eso, y solo para eso, es para lo que Jesús dio a su Iglesia "potestad" (dynamis) y "autoridad" (exousía). No es primordialmente un poder doctrinal. Ni autoridad sagrada. Ni -menos aún- poder político. No.  Nada de eso. Jesús era más laico que nosotros.  Y vio, en la condición laica y en la actividad laica, el medio y el ámbito capital para presentar su Evangelio, el "proyecto de vida" que nos dejó para la salvación de la humanidad.

 

2.   Para realizar esta misión y, por lo tanto, para ser efectivos en la tarea de aliviar el sufrimiento humano, Jesús manda a los apóstoles con lo puesto, sin comida y sin dinero encima, y además sin repuesto alguno. 

 - ¿Por qué este radicalismo?   

Seguramente en ello influyó la llamada fuente Q (Ch. Tuckett). Pero no se trata aquí de estudiar esa cuestión.  Lo que interesa es el mensaje que nos deja el Evangelio, a saber: la civilización nació en Oriente Próximo durante el III Milenio (a. C.) y nació, al aparecer, la tecnología. Con ello desapareció el "hombre-no-económico", que vivía en contacto directo y en armonía con la naturaleza, y entonces aparecieron las desigualdades económicas y el poder de unos hombres sobre otros. Así dio sus primeros pasos la apasionante y terrible historia del dinero y de la economía, que ha resuelto muchos problemas, pero ha creado otros casi siempre ligados al sufrimiento de los pobres. Jesús no está en contra del progreso económico.  No puede estarlo. Pero Jesús no quiere que sus apóstoles se sirvan del dinero para "hacer apostolado". Esta mentalidad está directamente en contra de lo que enseñó Jesús. La misión que quiere Jesús se hace con humanidad, bondad, respeto, tolerancia y cariño. Con eso es con lo que quiere Jesús que se anuncie el Reino.

 

3.  Aquí tenemos uno de los grandes temas que la Teología cristiana debe de afrontar de manera urgente.  Hoy la Economía, como saber, como ciencia, está atravesando una crisis que da miedo.

- ¿Qué Economía enseña la Iglesia en sus centros universitarios?

- ¿La "Doctrina Social de la Iglesia?

Pero,  

- ¿alguien ha tomado en serio esa "doctrina"?

- ¿Ha servido para algo?

- ¿Y no aceptamos que esto es un asunto urgente y apremiante para poder transmitir el Evangelio?


San Pío de Pietrelcina, el Padre Pío

 

25 de mayo de 1887 - 23 de septiembre de 1968

Nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, Italia. En 1903 entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos. El 27 de enero de 1907 hizo la profesión solemne.

Fue ordenado sacerdote en 1910. Por motivos de salud permaneció con su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte. Toda su vida se dedicó a la dirección espiritual, la confesión y la celebración de la Eucaristía. Fundó en 1956 la «Casa del alivio del sufrimiento».

Estigmatizado, soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó con profunda humildad y resignación investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal.

Murió el 23 de septiembre de 1968. Juan Pablo II lo beatificó en 1999 y lo canonizó el 16 de junio de 2002.

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanación en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus padres, parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos.  Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que, a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte. 

En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche.  Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fue lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas, pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado cómo es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación…”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento." 

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario