5 DE SEPTIEMBRE – SÁBADO –
22ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Beata Madre Teresa de
Calcuta
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,6b-15):
Aprended de Apolo y de mí a jugar limpio y no os
engriáis el uno contra el otro. A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes
algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como
si nadie te lo hubiera dado? Ya tenéis todo lo que ansiabais, ya sois ricos,
habéis conseguido un reino sin nosotros. ¿Qué más quisiera yo? Así reinaríamos
juntos.
Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos;
parecemos condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y
hombres. Nosotros, unos locos por Cristo, vosotros, ¡qué cristianos tan
sensatos! Nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros
despreciados; hasta ahora hemos pasado hambre y sed y falta de ropa; recibimos
bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias
manos; nos insultan, y les deseamos bendiciones; nos persiguen, y aguantamos;
nos calumnian, y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del
mundo, el deshecho de la humanidad, y así hasta el día de hoy. No os escribo
esto para avergonzaros, sino para haceros recapacitar, porque os quiero como a
hijos; ahora que sois cristianos tendréis mil tutores, pero padres no tenéis
muchos; por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo
Jesús.
Palabra de Dios
Salmo:
144,17-18.19-20.21
R/.
Cerca está el Señor de los que lo invocan
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo
invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados. R/.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (6,1-5):
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos
arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos
fariseos les preguntaron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Jesús les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron
hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden
comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.»
Y añadió:
«El Hijo del hombre es señor del sábado.»
Palabra del Señor
1. A la vista de un texto
como este y de un incidente como el que se relata aquí, a cualquiera se le
ocurre pensar en el empeño que suelen mostrar las
religiones por controlar, lo más posible, a la gente, a las
personas, los grupos humanos y las instituciones.
Aquí se trata del control del tiempo:
casi todas las religiones tienen días, horas, fechas señaladas en las que mandan
y prohíben cosas muy fundamentales. Controlan el trabajo y el descanso, la
alimentación y la vida sexual, las relaciones humanas, el cuidado del
cuerpo o la mortificación del mismo. Y sobre todo controlan la conciencia, los
sentimientos de culpa, esa zona profunda e íntima, que es el secreto de la
propia identidad, la zona de la soledad inconfesable, en la que uno se ve a sí
mismo como una persona normal o, por el contrario, como un perdido y hasta como
un delincuente peligroso.
2. Jesús hizo saltar por
los aires este empeño de dominación. Porque, si se piensa despacio, es lo que
más nos humilla a todos y a cada uno. Es una agresión, hecha en nombre de Dios.
Y, por tanto, un imperativo que, para personas creyentes, se convierte en
palabra incuestionable. Lo genial de Jesús es que se atrevió a cuestionar
todo este montaje, que, como un cuerpo extraño a la vida, se incrusta en la
vida, la complica, la hace más difícil y más dura, a veces demasiado dura, a
cambio de no sé qué extraño sentimiento de paz interior.
Pero un sentimiento engañoso porque,
junto a él, el observante religioso se siente superior, se ve a sí mismo como
elegido, como preferido y amado por el Altísimo.
Es muy peligroso todo esto. Porque la
paz, la seguridad y el sentimiento de superioridad pueden ser el origen de
gente mala que, además, comete sus "maldades" con buena conciencia.
3. Lo más notable de estos
relatos, en los que Jesús quebranta las normas religiosas, es que combatió ese
modelo de religión, no con discursos, sino con hechos. No dijo que había que
desobedecer esas torturas, sino que las desobedeció. Y así nos liberó. Es
peligroso ir por la vida limitándose a la predicación.
Todo lo que sea el mero hablar, pero
no acompañado y garantizado por el hacer, eso es un peligro y un engaño, que no
va a ninguna parte.
Beata Madre Teresa de Calcuta
Macedonia, 1910 - Calcuta, 1997
(Agnes
Gonxha Bojaxhiu; Skopje, actual Macedonia, 1910 - Calcuta, 1997)
Religiosa albanesa nacionalizada india, premio Nobel de la Paz en 1979. Cuando
en 1997 falleció la Madre Teresa de Calcuta, la congregación de las Misioneras
de la Caridad contaba ya con más de quinientos centros en un centenar de
países. Pero quizá la orden que fundó, cuyo objetivo es ayudar a "los más
pobres de los pobres", es la parte menor de su legado; la mayor fue
erigirse en un ejemplo inspirador reciente, en la prueba palpable y viva de
cómo la generosidad, la abnegación y la entrega a los demás también tienen
sentido en tiempos modernos.
Nacida en
el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre
despertó en Agnes la vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña
ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su
actividad de asistencia a los necesitados. Conmovida por las crónicas de un
misionero cristiano en Bengala, a los dieciocho años abandonó para siempre su
ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra
Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala,
donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar.
Apenas
hechos los votos pasó a Calcuta, la ciudad con la que habría de identificar su
vida y su vocación de entrega a los más necesitados. Durante casi veinte años
ejerció como maestra en la St. Mary's High School de Calcuta. Sin embargo, la
profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la
ciudad la movió a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y
entregarse por completo a la causa de los menesterosos. Enérgica y decidida en
sus propósitos, Santa Teresa de Calcuta pronunció por entonces el que sería el
principio fundamental de su mensaje y de su acción: "Quiero llevar el amor
de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y
que les ama a ellos".
En 1947,
como culminación de aquella dilatada lucha liderada por Gandhi, la India
alcanzó la independencia. Un año después, Teresa de Calcuta obtuvo la
autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres.
Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna,
Teresa de Calcuta abrió su primer centro de acogida de niños. En 1950, año en
que adoptó también la nacionalidad india, fundó la congregación de las
Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría numerosos
obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.
Al tiempo
que su congregación, cuyas integrantes debían sumar a los votos tradicionales
el de dedicarse totalmente a los necesitados, abría centros en diversas
ciudades del mundo, ella atendía a miles de desheredados y moribundos sin
importarle si profesaban el cristianismo u otra religión: "Para nosotras
no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las que
prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las creencias, sino la
necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor
y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el
desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable
de las pobrezas."
En
concordancia con estas palabras, Santa Teresa de Calcuta convirtió en el premio
de una rifa un coche descapotable que le dio el papa Pablo VI durante su visita
a la India en 1964 (regalo a su vez de la comunidad católica) y destinó los
fondos recaudados a la creación de una leprosería en Bengala; posteriormente
convencería al papa Juan Pablo II de abrir un albergue para indigentes en el
mismo Vaticano.
El enorme
prestigio moral que la Madre Teresa de Calcuta supo acreditar con su labor en
favor de "los pobres más pobres" llevó a la Santa Sede a designarla
representante ante la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en
México en 1975 con ocasión del Año Internacional de la Mujer, donde formuló su
ideario basado en la acción por encima de las organizaciones. Cuatro años más
tarde, santificada no sólo por aquellos a quienes ayudaba sino también por gobiernos,
instituciones internacionales y poderosos personajes, recibió el premio Nobel
de la Paz.
Teresa de Calcuta: "El trabajo que hacemos no tiene nada de heroico.
Cualquiera que tenga la gracia de Dios puede hacerlo."
Consciente
del respeto que inspiraba, el papa Juan Pablo II la designó en 1982 para mediar
en el conflicto del Líbano, si bien su intervención se vio dificultada por la
complejidad de los intereses políticos y geoestratégicos del área. Desde
posiciones que algunos sectores de opinión consideraron excesivamente
conservadoras, participó vivamente en el debate sobre las cuestiones más
cruciales de su tiempo, a las que no fue nunca ajena. Así, en mayo de 1983,
durante el Primer Encuentro Internacional de Defensa de la Vida, defendió con
vehemencia la doctrina de la Iglesia, conceptiva, antiabortista y contraria al
divorcio.
En 1986
recibió la visita de Juan Pablo II en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón Puro,
fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. En el
curso de los años siguientes, aunque mantuvo su mismo dinamismo en la lucha
para paliar el dolor ajeno, su salud comenzó a declinar y su corazón a
debilitarse. En 1989 fue intervenida quirúrgicamente para implantarle un
marcapasos, y en 1993, tras ser objeto de otras intervenciones, contrajo la
malaria en Nueva Delhi, enfermedad que se complicó con sus dolencias cardíacas
y pulmonares.
Finalmente,
tras superar varias crisis, cedió su puesto de superiora a sor Nirmala, una
hindú convertida al cristianismo. Pocos días después de celebrar sus 87 años
ingresó en la unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta,
donde falleció. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India
para despedir a la Santa de las Cloacas. Seis años después de su muerte, en
octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del
pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una
multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo. A
finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de
2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa
Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de
Calcuta, cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico,
se celebró por primera vez al día siguiente.
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