jueves, 24 de septiembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 DE SEPTIEMBRE –SÁBADO– 25ª – SEMANA DEL T. O. – A – San Cosme y Damián, mártires

 

 


26 DE SEPTIEMBRE –SÁBADO–

 25ª – SEMANA DEL T. O. – A –

San Cosme y Damián, mártires

 

Lectura del libro del Eclesiastés (3,1-11):

Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 143,1a.2abc.3-4

 

R/. Bendito el Señor, mi Roca

 

Bendito el Señor, mi Roca,

mi bienhechor, mi alcázar,

baluarte donde me pongo a salvo,

mi escudo y mi refugio. R/.

 

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;

¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?

El hombre es igual que un soplo;

sus días, una sombra que pasa. R/.

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 43 b-45

      En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

"Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres".

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".

 

1.  Este breve relato pone el dedo en la llaga. Empieza situando las palabras de Jesús "entre la admiración general". O sea, cuando Jesús era más admirado, entonces precisamente él mismo anuncia su fracaso.

Jesús rompe la dirección hacia el éxito, tan propia del "deseo" que caracteriza a los mortales.

Desde la tentación satánica del paraíso: "seréis como Dios" (Gen 3, 5 b), la apetencia más fuerte de todo ser "humano" es la aspiración a lo "sobrehumano".  Y ahí radica el origen de la violencia, de la rivalidad, de las divisiones y enfrentamientos.

 

2.  Por eso Jesús vio que, para traer salvación a este mundo roto por tantas confrontaciones y fracturas, la solución era romper con esa tensión, nacida de la tendencia a situarse por encima de los demás, para dominarlos de la manera que sea. Esto es lo que explica el anuncio de la pasión, que es anuncio de lo más radicalmente opuesto al "seréis como Dios".

Que los discípulos tenían apetencias de grandeza, de privilegios, títulos y primeros puestos, es cosa que ya se ha dicho en la explicación de diversos evangelios de días pasados.

Aquellos discípulos, a fin de cuentas, no eran ni mejores ni peores que los demás mortales. Ellos, con sus humanas aspiraciones, no eran sino ejemplos modélicos de lo que nos pasa a todos.

 

3.  Esto es lo que explica el final del relato: aquellos hombres, humanos como todos, no entendían, como tampoco nosotros entendemos, el lenguaje de Jesús, el lenguaje del fracaso y de la exclusión social. Y tenían tal resistencia a todo aquel oscuro discurso, que hasta les daba miedo preguntar lo que aquello podía significar.

He ahí nuestros oscuros miedos, fuente de nuestras oscuras cobardías, de tantos temores y de tantas esclavitudes. Tenemos miedo a ser libres. Nos da pánico ser diferentes. Por eso necesitamos tanto a Jesús. Él  es el camino.

Esto es lo que hay que meterse bien en la cabeza, como dice el propio Jesús.

 

San Cosme y Damián, mártires

 


Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.

 

Mártires posiblemente del comienzo del siglo IV

Cosme significa "adornado, bien presentado". Damián: domador.

Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de los balnearios.

Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.

Según la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad, pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los santos llamados colectivamente "los sin dinero".

Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición tan distinguida pasasen desapercibidos. Fueron de los primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y, luego de haber sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el escenario de su martirio.

Se cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas pero poco se sabe con seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo, dice la leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres se mencionan en el Martirologio Romano. Se habla de innumerables milagros, sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.

Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.

A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix (526-530) erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.

Los santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.

Tres pares de santos llevan los mismos nombres

Por un error, los cristianos de Bizancio honraron a tres pares de santos con los nombres de Cosme y Damián. Los de Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano (17 de octubre), los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teódota, que no fueron mártires. Sin embargo, se trata de los mismos.

Pidamos al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los médicos, para que cumplan santamente con su profesión.

"LO QUE HABÉIS RECIBIDO GRATIS, DADLO TAMBIÉN GRATUITAMENTE" (Jesucristo Mt. 10, 8)

 

 


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