miércoles, 10 de enero de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE ENERO – VIERNES – 1 – SEMANA T O - B – San Benito Biscop

 

 


12 DE ENERO – VIERNES –

1 – SEMANA T O - B

San Benito Biscop

 

Lectura del primer libro de Samuel (8,4-7.10-22a):

 

En aquellos días, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá.

Le dijeron:

«Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.»

A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.

El Señor le respondió:

«Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey.»

Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey:   

«Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras.

Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá.»

El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió:

«No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra.»

Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.

El Señor le respondió:

«Hazles caso y nómbrales un rey.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 88,16-17.18-19

 

    R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

 

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:

caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;

tu nombre es su gozo cada día,

tu justicia es su orgullo. R/.

 

Porque tú eres su honor y su fuerza,

y con tu favor realzas nuestro poder.

Porque el Señor es nuestro escudo

y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,1-12):

 

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

«Hijo, tus pecados quedan perdonados.»

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

«Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»

Entonces le dijo al paralítico:

«Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos.

Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

«Nunca hemos visto una cosa igual.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Se sabe con seguridad que, desde tiempos muy remotos, los seres humanos establecieron extrañas relaciones entre las desgracias y los pecados. 

Es decir, se establecieron relaciones misteriosas entre el sufrimiento y la conducta humana.  De forma que se llegó a la conclusión de que el mal físico es consecuencia del mal ético. Relacionando el mal ético, no con la conducta humana, sino más bien con los rituales de la religión. Ya Tito Livio lo recuerda: "El desastre hizo recordar la religión": adversae res admonuerunt religionum (5, 51, 8).

Así, la "simbólica del mal" (Paul Ricoeur) se relacionó con la "culpa", la "mancha" o la "ofensa". Todo ello vinculado, no tanto a conductas "humanas", sino "rituales". Así, el "pecado" y el "miedo" al castigo divino estaba asegurado (Jean Delumeau).

 

2.  En el fondo, la causa de estas extrañas relaciones tiene mucho que ver con el poder religioso de los dirigentes religiosos. Así, ellos mantienen su control y la fuerza para perpetuar la "mentalidad sumisa", que se traduce en obediencia, alimentada por el miedo al castigo de los dioses. Sin saberlo, los letrados mal pensantes, ante la bondad de Jesús con el paralítico, eran portadores de estas ideas míticas y de tiempos desconocidos, mediante las que tales letrados mantenían su poder sobre las conciencias de la pobre gente, que, además de sufrir enfermedades, carencias y desgracias, tenía que someterse a los "hombres de lo sagrado".

 

3.  El relato de este evangelio es la indicación más clara de que Jesús quiso acabar con estas complicaciones para la conciencia de la gente. Para lo que era necesario dejar patente que, por supuesto, Dios es quien perdona los pecados. Pero el medio para conseguir ese perdón no está en el sometimiento a los "hombres de lo sagrado".

El perdón de los pecados se explica y se demuestra por la fuerza de la bondad con el que sufre, la misericordia con el que se ve incapacitado. Y la lucha contra todo lo que es desgracia y causa de dolor en los seres humanos.

A Jesús le llevaron un hombre destrozado. Por su parálisis total. Y por su mala conciencia. Jesús lo sanó por completo. Por tanto, en la medida en que vamos por la vida dando felicidad, paz y esperanza, en esa misma medida queda perdonado todo posible pecado.

 

San Benito Biscop

 


Abad 628 - 690

 

Martirologio Romano: En el monasterio de Wearmouth, en Northumbria (hoy Inglaterra), san Benito Biscop, abad, que peregrinó cinco veces a Roma, de donde trajo muchos maestros y libros para que los monjes reunidos en la clausura del monasterio bajo la Regla de san Benito progresaran en la ciencia del amor de Cristo, en bien de la Iglesia (c. 690).

 

Etimología: Benito = Aquel que Dios bendice, es de origen latino.

Tal vez las palabras más apropiadas para alabar a San Benito Biscop son las que se encuentran en la Vita quinque sanctorum abbatum del venerable san Beda: “Fue confiado por sus padres a los siete años para que lo educara, y se convirtió así en mi más ilustre discípulo y en una de mis mayores glorias”. A los 25 años, Benito renunció a los favores del rey Oswiu para ponerse al servicio del verdadero Rey, Jesucristo, para recibir no un corruptible don terrenal, sino un reino eterno en la ciudad celestial; abandonó su casa, sus familiares y la patria por Cristo y por el Evangelio, para recibir el céntuplo y poseer la vida eterna. En el año 653, después de haber hecho su elección, Benito hizo el primero de sus seis viajes a Roma para manifestar su devoción a los Santos Pedro y Pablo y al Papa, como también para buscar modelos de vida y de instituciones monásticas, tanto en Roma como en los varios lugares por donde pasaba.

Con razón pudo decir en su lecho de muerte: “Hijitos míos, no crean que me inventé la constitución que les he dado. Después de haber visitado diecisiete monasterios, de los que traté de conocer perfectamente las leyes y las costumbres, reuní las reglas que me parecieron mejores y esta selección es la que les he dado”. En Lerino, por ejemplo, durante el segundo viaje a Roma, en el 665, permaneció casi dos años. No sólo se contentaba con buscar modelos de vida, sino también numerosos libros, documentales iconográficos, reliquias de santos, ornamentos sagrados y otros objetos que sirvieran para el culto en perfecta sintonía con la Iglesia de Roma.

Incluso, una vez le pidió al Papa Agatón que le enviara al cantor de la Basílica de San Pedro, el abad Juan, para que les enseñara el canto romano a sus monjes de los monasterios de Wearmouth y de Yarrow, dedicados naturalmente uno a San Pedro y el otro a San Pablo. Cuando regresó del sexto viaje a Roma, tuvo la desagradable sorpresa de encontrar casi destruidas sus instituciones a causa de una epidemia. San Benito Biscop murió el 12 de enero del año 690 a la edad de 62 años.

 

 

 

 

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