19 DE ENERO
– VIERNES –
2 – SEMANA T O - B –
Beato Marcelo Spínola
Lectura
del primer libro de Samuel (24,3-21):
En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en
busca de David y su gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos
de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus
necesidades.
David y los
suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres:
«Este es el
día del que te dijo el Señor: "Yo te entrego tu enemigo." Haz con él
lo que quieras.»
Pero él les
respondió:
«¡Dios me
libre de hacer eso a mí Señor, el ungido del Señor, extender la mano contra
él!»
Y les
prohibió enérgicamente echarse contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido
y le cortó a Saúl el borde del manto, aunque más tarde le remordió la
conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto.
Cuando Saúl
salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva
detrás de Saúl y le gritó:
«¡Majestad!»
Saúl se
volvió a ver, y David se postró rostro en tierra rindiéndole vasallaje.
Le dijo:
«¿Por qué
haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina?
Mira, lo
estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder
dentro de la cueva; me dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no
extendería la mano contra mi señor, porque eres el Ungido del Señor.
Padre mío,
mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te
maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de
ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme.
Que el Señor
sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti.
Como dice el
viejo refrán:
"La
maldad sale de los malos...", mi mano no se alzará contra ti.
¿Tras de
quién ha salido el rey de Israel?
¿A quién vas
persiguiendo?
¡A un perro
muerto, a una pulga!
El Señor sea
juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu
mano.»
Cuando David
terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó:
«Pero, ¿es
ésta tu voz, David, hijo mío?»
Luego levantó
la voz, llorando, mientras decía a David:
«¡Tú eres
inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con
males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y
tú no me mataste.
Porque si uno
encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo
que hoy has hecho conmigo!
Ahora, mira,
sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano.»
Palabra de Dios
Salmo:
56,2.3-4.6.11
R/. Misericordia,
Dios mío, misericordia
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas,
mientras pasa la calamidad. R/.
Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. R/.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad que es más grande que los
cielos,
por tu fidelidad que alcanza las
nubes. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Marcos (3,13-19):
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que
él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a
predicar, con poder para expulsar demonios.
Así
constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro,
Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de
Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el
de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Palabra del Señor
1. La
teología cristiana ha enseñado, desde el s. III, que los doce apóstoles
tuvieron como misión y tarea en la Iglesia ser testigos oficiales de la
Resurrección de Cristo. Ya lo dijo el apóstol Pablo (1 Cor 15, 5). Pero es una
cuestión capital, para la teología cristiana y para la Iglesia entera,
comprender que la misión de los apóstoles no se podía reducir y limitar a ser
testigos de la Resurrección. Eso, por supuesto, es decisivo. Pero no es lo
único. Ni es lo más importante.
Lo que a
todos más nos interesa es la Cristología en su totalidad. Es decir, lo más
importante es conocer a Jesús. Y también conocer el mensaje de Jesús. Es decir,
conocer lo que Jesús nos dejó como "proyecto de vida".
Los
cristianos podemos ser verdaderamente cristianos cuando conocemos el proyecto
de vida de Jesús y nos ponemos a vivirlo. Después de esto, vendrá la
Resurrección. Esto es la "Cristología total", que responde a estas
preguntas:
- ¿Qué Dios se nos reveló en Jesús?
- ¿Qué nos dijo Jesús sobre Dios?
- ¿Qué nos enseñó sobre el hecho religioso y su forma de vivirlo?
- ¿Jesús quiso una Iglesia?
Y si la
quiso, ¿Qué Iglesia quiso?
2. La
finalidad de este grupo fue doble: Durante la vida terrena de Jesús: fueron designados,
como dice Marcos, "para estar con Jesús" y "para enviarlos
a predicar" (Mc 3, 13).
Es decir, su
primera razón de ser consistía en "estar con" Jesús; y en
"anunciar" a Jesús.
Lo que
importa es comprender que las preguntas planteadas son nuestras preguntas de
ahora. Lo que los apóstoles nos transmitieron fue una Cristología que aquellos
hombres aprendieron no porque la estudiaron en libros, lecciones...), sino
porque la vivieron.
¿Cuándo?
¿Cómo? ¿Dónde?
Estando con
Jesús, viviendo con Jesús, viviendo como vivió Jesús.
En este
sentido, se puede y se debe decir que el "seguimiento" de Jesús es
constitutivo de la Cristología.
O sea: a
Jesús solamente se le puede conocer viviendo con él y como él. Esto es esencial
para la Cristología (J. B. Metz, D. Bonhoeffer).
3. La
Iglesia primitiva no tuvo idea de perpetuar este grupo para siempre. Cuando se suicidó Judas, se reunieron para
completar el número de "doce" (Hech 1, 15-26). Pero después, cuando
fueron muriendo los demás, a nadie se le ocurrió designar o elegir el suplente.
La idea de la "sucesión apostólica" y del episcopado surgió mucho más
tarde, a finales del s. II y cuajó en el s. III (J. A. Estrada).
Menos aún se
puede afirmar que Jesús "ordenó" como sacerdotes a estos doce. Las
ideas de "orden", "ordenación" y "ordenados",
provienen de la cultura romana y se introdujeron en la Iglesia a partir del s.
III. Por eso no tiene sentido decir que Jesús no escogió mujeres para el
sacerdocio o cosas parecidas. Lo importante que nos dejaron los apóstoles fue
su experiencia tal como nos la dejaron descrita en los relatos de los
evangelios. Para que los vivamos en nuestro proyecto de vida.
Beato Marcelo Spínola
Obispo y
Fundador de la
Congregación
de las Esclavas del Divino Corazón
Martirologio Romano: En la ciudad de
Sevilla, en España, beato Marcelo Spínola y Maestre, obispo, que fundó círculos
de obreros para mejorar la sociedad humana, trabajó por la verdad y la equidad,
y abrió su casa a los menesterosos (1906).
Hijo del V Marqués
de Spínola, de profesión marino de guerra, el joven Marcelo Spínola y Maestre,
nacido en Cádiz el 14 de enero de 1835, empezó su andadura profesional
ejerciendo de abogado en Huelva, tras licenciarse en Derecho por la Universidad
de Sevilla. Le llamaban el “abogado de los pobres”, por el empeño que puso,
durante su estancia en la ciudad onubense, en ayudar a los más pobres, a los
que no cobraba la minuta.
En paralelo, la
devoción que sentía desde niño hacia el Sagrado Corazón iba en aumento y tuvo
mucho que ver en su vocación tardía al sacerdocio, que culminó con su
ordenación en 1864. Tras diversos destinos como párroco en diferentes
localidades andaluzas -Sanlúcar de Barrameda fue una de ellas-, recaló en
Sevilla como párroco de la Iglesia de San Lorenzo.
Allí fue a verle,
un día de 1874, Celia Méndez, una sevillana que había enviudado recientemente.
Le pedía ayuda espiritual. El diálogo espiritual de ambos desembocó en la
creación, diez años más tarde, de las Esclavas del Divino Corazón en Coria,
primera diócesis de la que fue titular el Beato Marcelo. Como su nombre indica,
la espiritualidad de esta Congregación está centrada en el culto al Sagrado
Corazón de Jesús y en el anuncio de su Amor y se plasma en colegios,
residencias universitarias y fundaciones culturales en España y en una quincena
de países.
Una propensión a
participar en la vida pública -era el final del siglo XIX, época cuajada de
desafíos para la Iglesia- que el Beato Marcelo Spínola volvió a impulsar, a
partir de 1896, como arzobispo de Sevilla. Por ejemplo, a través de la creación
del Correo de Andalucía. Una fiel aplicación de la Doctrina Social de la
Iglesia y, de forma muy especial, de la encíclica Rerum Novarum, publicada por
León XIII en 1891. Un Papa que coronó la labor del Beato Marcelo Spínola
nombrándole cardenal en 1905. Fue el rey Alfonso XIII quien le impuso el
birrete el 31 de diciembre de 1905. Veinte días después, el 19 de enero de
1906, fallecía. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1986.
No hay comentarios:
Publicar un comentario