sábado, 27 de enero de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE ENERO –LUNES – 4 – SEMANA T O - B – San Pedro Nolasco

 

 


29 DE ENERO –LUNES –

4 – SEMANA T O - B

 San Pedro Nolasco

 

   Lectura del segundo libro de Samuel (15,13-14.30;16,5-13a):

 

En aquellos días, uno llevó esta noticia a David:

«Los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»

Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén:

«¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población.»

David subió la cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando.

Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía.

       Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos –toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey–, y le maldecía:

«¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.»

Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey:

«Ese perro muerto ¿se pone a maldecir a mi señor? ¡Déjame ir allá, y le corto la cabeza!»

Pero el rey dijo:

«¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿Quién va a pedirle cuentas?»

Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos:

«Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy.»

David y los suyos siguieron su camino.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 3,2-3.4-5.6-7

 

R/. Levántate, Señor, sálvame

 

Señor, cuántos son mis enemigos,

cuántos se levantan contra mí;

cuántos dicen de mí:

«Ya no lo protege Dios.» R/.

 

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,

tú mantienes alta mi cabeza.

Si grito, invocando al Señor,

él me escucha desde su monte santo. R/.

 

Puedo acostarme y dormir y despertar:

el Señor me sostiene.

No temeré al pueblo innumerable

que acampa a mi alrededor. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.

Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello:

«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»

Porque Jesús le estaba diciendo:

«Espíritu inmundo, sal de este hombre.»

Jesús le preguntó:

«¿Cómo te llamas?»

Él respondió:

«Me llamo Legión, porque somos muchos.»

Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.

Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.

Los espíritus le rogaron:

«Déjanos ir y meternos en los cerdos.»

Él se lo permitió.

Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago.

Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía.

Pero no se lo permitió, sino que le dijo:

«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»

El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

 

Palabra del Señor

 

  1.  De las numerosas enseñanzas que nos deja este extraño relato, parece que las más destacables son cuatro:

 

   1) La curación del endemoniado.

 

  2) El paso de los demonios del hombre a los cerdos.

 

  3) El rechazo de Jesús por parte de los dueños de los cerdos.

 

  4) Jesús no acepta el discipulado del endemoniado después de ser curado.

 

¿Qué nos enseñan estos cuatro hechos?

 

2.    1) La curación del endemoniado es la victoria de la vida sobre la muerte: Jesús no tolera creencias religiosas que admiten o toleran la violencia que lleva a la muerte del ser humano.

 

      2)  El paso de los demonios a la piara de cerdos indica la relación de las fuerzas de la muerte con el poder de la riqueza: dos mil cerdos, en aquel tiempo y en una región de dominio romano, tenían que valer una fortuna increíble.

 

 3) El rechazo de Jesús, que expresan los dueños de los cerdos, nos viene a decir que los ricos prefieren soportar la violencia de la muerte, en lugar de tener que soportar verse privados de sus cerdos. Para los ricos, está antes su riqueza que la curación de los que se encuentran deambulando por cementerios, entre cadenas y piedras que hieren. Es la violencia brutal del dinero.

 

     4) El rechazo del hombre curado es el rechazo de aprovechar las curaciones para hacer proselitismo. Jesús no rechaza al hombre recién curado. Rechaza el proselitismo interesado.

 

3. ¿Qué nos enseña esto?

 

   Jesús antepone la vida a la ganancia. Los vecinos de aquel pueblo toleraban las fuerzas de muerte, lo que no soportaron es que les privaran de sus "cerdos", es decir, de su riqueza.

  Jesús no curaba enfermos para de eso sacar provecho. Jesús quería siempre el bien de los otros, nunca el propio interés.

 

 San Pedro Nolasco

 

Fundador de la Orden de la Madre de Dios de la Merced (los Mercedarios) -1189-1258

Nace en Barcelona, España, 1189. A los 15 años sufre la muerte de su padre y se dispone a repartir santamente sus muchos bienes a lo que su madre asiente.

Años más tarde, estando en edad de casarse, peregrina a Monserrat. Allí, a los pies de la Virgen, pudo comprender mejor el vacío de las vanidades mundanas y el tesoro que es la vida eterna. Prometió entonces a la Virgen mantenerse puro y dedicarse a su servicio.

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos al África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos por eso perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" Mt 6,20.

En 1203 el laico San Pedro Nolasco iniciaba en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos -cofradías- para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota. Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

Intervención de la Virgen para la fundación

La noche del 1 al 2 de agosto del año 1218, la Virgen se le apareció a Pedro Nolasco. Según una tradición dudosa, también se apareció la Virgen a San Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a los tres por separado su deseo de fundar una orden para redimir cautivos.

El hecho es que la Virgen María movió profundamente el corazón de Pedro Nolasco para fundar la orden de la Merced y formalizar el trabajo que él y sus compañeros hacían ya por 15 años. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la orden mercedaria. Su patrona es La Virgen de la Merced. "Merced" significa "misericordia".

La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Eran acompañados con frecuencia de excautivos, ya que, cuando uno era rescatado, tenía obligación de participar durante algún tiempo en este servicio. Normalmente iban cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero, pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.

Los frailes hacían, además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, un cuarto: dedicar su vida a liberar esclavos. Al entrar en la orden los miembros se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, en caso de que el dinero no alcanzara a pagar su redención. Entre los que se quedaron como esclavos está San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios.

El Papa Gregorio Nono aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General.

El rey Jaime decía que, si había logrado conquistar la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada vez que obtenía algún triunfo lo atribuía a las oraciones de este santo.

Antes de morir, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados".

Su intercesión logró muchos milagros y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1628.

La misión redentora la continúa hoy la familia mercedaria a través de sus institutos religiosos y asociaciones de laicos. Es también la misión de todo buen cristiano.

¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"  Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Mateo 25:39-40

 

 

 

 

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