11 DE ENERO
– JUEVES –
1 – SEMANA T O - B –
Santo Tomás de Cori
Placidi
Lectura del primer libro de Samuel (4,1-11):
En aquellos días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los
israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda,
mientras que los filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en
orden de batalla frente a Israel.
Entablada la
lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el
campo unos cuatro mil hombres.
La tropa
volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron:
«¿Por qué el
Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a
Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y
nos salve del poder enemigo.»
Mandaron
gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos,
entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con
el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al
campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra
retembló.
Al oír los
filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron:
«¿Qué
significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?»
Entonces se
enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento y, muertos de
miedo, decían:
«¡Ha llegado
su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto.
¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los
dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias?
¡Valor,
filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido
ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!»
Los filisteos
se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la
desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería
israelita. El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y
Fineés, murieron.
Palabra de Dios
Salmo:
43,10-11.14-15.24-25
R/. Redímenos,
Señor, por tu misericordia
Ahora nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras
tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea. R/.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones. R/.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y
opresión? R/.
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres,
puedes limpiarme.»
Sintiendo
lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero:
queda limpio.»
La lepra se
le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo
despidió, encargándole severamente:
«No se lo
digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece
por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando
se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús
ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en
descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
1. Literalmente,
lo que el texto de Marcos dice es que la enfermedad, que padecía el hombre del
que aquí se habla, era la "enfermedad de las escamas" (lepros) (J.
Milgrom, Joel Marcus).
En realidad,
era una enfermedad de la piel, que, en algunos casos, era muy contagiosa. De
esta enfermedad se tienen noticias desde unos 600 años antes de Cristo. En la
Biblia, se le concede especial importancia, de forma que el libro del Levítico
le dedica íntegramente dos capítulos, el 13 y el 14.
Lo más
llamativo es que, en las religiones antiguas, se hacía un trasvase de la
"enfermedad" a la "culpa". Y, de ahí, a la
"impureza".
2. El
problema de fondo, que se esconde debajo de estos hechos, estos procesos y
estos fenómenos, es el fenómeno que consiste en la relación, establecida ya en
la antigua Grecia, cuando se relacionó la "Cultura de la Vergüenza" con la "Cultura de la Culpa".
Los chamanes,
los escritores y los dirigentes religiosos establecieron una conexión, muy
peligrosa para el equilibrio emocional de la persona, que asocia lo que nos
avergüenza con hechos de los que nos sentimos culpables. Lo que
motivó, tanto en las "culturas primitivas", como en la "alta
cultura", a dar el paso decisivo: relacionar determinadas conductas
humanas con un "diagnóstico trascendente". Y entonces,
cuando nos sentimos así, nos sentimos "avergonzados",
"culpables", "leprosos" y, por tanto, "impuros".
3. ¿Remedio?
Los hombres de la religión dicen: "el ritual sagrado". Jesús afirma:
la solución es ser profundamente humano, en la honradez, la bondad, la misericordia, el buen corazón. Hasta llegar, si es preciso, a reproducir la
suerte y el destino de Jesús, que se quedó como "un excluido", fuera
del pueblo, de la ciudad, de la convivencia.
Cuando
estamos dispuestos a correr la misma suerte de los excluidos, asociando nuestra
vida a la de ellos, entonces es cuando de verdad empezamos a limpiar este mundo
y esta repugnante cultura de todas las
marginaciones, muros de separación y de exclusión.
Santo Tomás de Cori
Placidi
Sacerdote
Franciscano -1655-1729.
Martirologio
Romano: En Bellegra, en el Lacio (Italia), santo
Tomás de Cori (Francisco Antonio) Placidi, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores, preclaro por la austeridad de vida y por la predicación,
iniciador de los retiros (1729).
Fecha de
canonización: 21 de noviembre de 1999, por el Papa
Juan Pablo II.
Nacido en Cori
(Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida
prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los
catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo
la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para
seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón:
pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había
conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S.
Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido
en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la
Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena
sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el
convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy
pronto sus dotes.
Poco tiempo
después fray Tomás oyó hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la
Orden y de la intención de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar
uno en el Convento de Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el
joven fraile llamó así a la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo:
"Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo". Con un lenguaje
quizás lejano al nuestro, expresaba él su ansia de vivir radicalmente el
Evangelio según el espíritu de S. Francisco.
Desde entonces,
fray Tomás permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años
(1703-1709) en los que será Guardián en el Convento de Palombara, donde
instauró el Retiro, en base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para
otro, que él el primero observó cuidadosamente, consolidando con la palabra y
con el ejemplo la nueva institución de los dos Retiros.
Los largos años
transcurridos en S. Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres puntos:
Oración
Santo Tomás de
Cori fue seguramente, como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un hombre que
oraba, como un hombre hecho oración. Esta dimensión animó toda la vida del
Fundador del Retiro. El aspecto más evidente de su vida espiritual fue sin duda
la centralidad de la Eucaristía, testimoniada por Tomás en la celebración
eucarística, intensa y participada, y en la oración silenciosa de adoración en
las largas noches de Retiro después del oficio divino celebrado a medianoche.
Su vida de oración estuvo marcada por una aridez persistente de espíritu. La
ausencia total de una consolación sensible en la oración y en su vida de unión
con Dios, se prolongaría durante más de cuarenta años, encontrándole siempre
sereno y radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente su oración
se configuró como " memoria Dei " realizando concretamente la unidad
de vida no obstante las múltiples actividades.
Evangelización
Santo Tomás no se
cerró en el Retiro, olvidando el bien de sus hermanos y el corazón de la
vocación franciscana, que es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol del
" Sublacense ", habiendo recorrido comarcas y ciudades en el anuncio
incansable del Evangelio, en la administración de los sacramentos y en el
surgir de milagros a su paso, signo de la presencia y cercanía del Reino. Su
predicación era clara y simple, persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos
más ilustres del tiempo: su personalidad pudo entregar lo mejor de sí en el
ámbito restringido de la región del Lazio, viviendo su vocación franciscana en
minoridad y a la opción concreta por los más pobres.
Exquisita caridad
Santo Tomás de
Cori fue para sus hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de algunos
hermanos en su deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal franciscano,
el Santo supo responder con paciencia y humildad, encontrándose incluso sólo
para atender el convento. Había comprendido muy bien que toda auténtica reforma
inicia por sí mismo.
El notable
epistolario que nos ha llegado demuestra la atención de Tomás a las más
pequeñas expectativas y necesidades de sus hermanos y de tantos amigos,
penitentes y frailes que se dirigían a él para recibir un consejo. En el
convento demostró su espíritu de caridad en la disponibilidad a cualquier
necesidad, incluso la más humilde.
Rico de méritos,
se durmió en el Señor el 11 de enero de 1729. Santo Tomás
de Cori resplandece entre nosotros y en Roma, del que es copatrón, sobre todo
en su ansia de ideal cristiano y franciscano puro y vivido en lo esencial. Una
provocación para todos nosotros, a no tomar a la ligera el Evangelio y sus exigencias
radicales.
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