12
DE DICIEMBRE - LUNES
3ª
- SEMANA DE ADVIENTO
Nuestra
Señora de Guadalupe
Evangelio según san Mateo 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús fue
al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo para preguntarle:
"¿Con qué autoridad
haces esto?
¿Quién te ha dado
semejante autoridad?".
Jesús les replicó:
"Os voy a hacer yo
también una pregunta; si me la contestáis os diré yo también con qué autoridad
hago esto.
El bautismo de Juan, ¿de
dónde venía, del cielo o de los hombres?".
Ellos se pusieron a
deliberar: "Si decimos "del cielo", nos dirá "¿por qué no
le habéis creído"? Si decimos "de los hombres", tememos a la
gente; porque todos tienen a Juan por profeta".
Y respondieron a Jesús:
"No sabemos".
Él, por su parte, les
dijo:
"Pues tampoco yo os
digo con qué autoridad hago esto'.
1. El episodio que se recoge en este relato nos
presenta el diálogo, entre Jesús y los sumos sacerdotes, a la mañana siguiente
(Mt 21, 18) de la violenta expulsión de los mercaderes del templo (Mt 21,
12-13).
Los
dirigentes y funcionarios del santuario, que ganaban cantidades importantes de dinero
con el gran negocio de la venta de animales para los sacrificios
del culto sagrado, andaban preocupados, seguramente nerviosos. Jesús los había
desenmascarado al afirmar que habían convertido la "casa de oración"
en una "cueva de bandidos" (Mt 21, 13; Jer 7, 11).
Para
aquellos hombres, aquello fue una agresión ofensiva. De otra manera, es lo que ahora ocurre, en catedrales,
conventos, iglesias de valor histórico o estético, en las que los creyentes y
los turistas tienen que pagar para visitar el lugar sagrado.
"Lo sagrado" se ha convertido en "mercancía"
y en "negocio".
Los
cristianos, al menos, no deberíamos consentir esto.
2. Es notable que los funcionarios del templo no
le preguntaron a Jesús si ellos eran o no eran los responsables de aquel
"bandidaje". Es decir, no les interesa saber si ellos eran culpables
o si estaban equivocados. Lo único que les preocupa es saber si Jesús tenía o
no tenía "autoridad" (exousía) para hacer lo que hizo y decir lo que
dijo.
O
sea, a los "hombres de la religión" no les
preocupa saber si ellos
proceden bien o mal. Lo que quieren saber es si Jesús podía hacer aquello.
En
otras palabras, la religión se preocupa por el poder, no por la propia
responsabilidad.
Aquellos
sacerdotes, como la gran mayoría de los de ahora, están seguros de que ellos poseen
la verdad. Y lo que les quita el sueño es saber qué poder tienen los que no
están de acuerdo con ellos.
3. Jesús no era un ingenuo. Por eso, hizo dos
cosas:
1)
No les respondió a una pregunta que llevaba veneno.
2)
Les hizo él otra pregunta que puso al descubierto las contradicciones en que vivían
aquellos sacerdotes.
Los
profesionales de lo sagrado no suelen reconocer sus equivocaciones, sus fallos,
la contradicción en que muchas veces viven.
Cuando
se ven confrontados a sus oscuros comportamientos, se quedan sin palabra.
Prefieren callar, en vez de decir honestamente: "Estamos equivocados".
La
reforma de la Iglesia tiene que empezar por la reforma a fondo del clero, por
la transparencia de obispos y sacerdotes, por la pobreza de los que se
autodenominan "seguidores de Jesús".
Nuestra
Señora de Guadalupe
Mesoamérica, el Nuevo
Mundo, 1521: la capital del Imperio Azteca cae ante las fuerzas del español
Cortéz. Menos de 20 años más tarde 9 millones de los habitantes, que profesaron
por siglos una religión politeísta que incluía sacrificios humanos, habían
adoptado en masa el cristianismo. ¿Qué ocurrió en esos tiempos que produjo
conversión tan increíble e históricamente sin precedentes?
En 1531 una Señora del
Cielo se apareció a un pobre indio en un cerro al noroeste de la actual ciudad
de México; se identificó como la siempre-virgen María, Madre del verdadero Dios
por quien se vive: del Creador de todas las cosas: Señor del cielo y de la
tierra. Le manifestó que era su deseo que una iglesia le fuera construida en
ese lugar, y le encargó que vaya a transmitirle su deseo al Obispo local.
Cuando el Obispo dudó sobre la autenticidad del mensaje y le pidió una prueba,
Ella, la Madre de Dios, obedeció prontamente al pedido del obispo y envió a su
humilde mensajero a la cima del cerro a recoger, en medio del invierno, un ramo
de rosas de Castilla para el Obispo.
Luego de que las flores le
fueran entregadas al Obispo, dejó una imagen de sí misma impresa milagrosamente
en su tilma, un tejido de cactus de poca calidad que se debió haber deteriorado
en 20 años pero que no muestra señales de corrupción 480 años después y aún
desafía toda explicación científica sobre su origen.
¡Inclusive parece aún reflejar
en sus ojos lo que tenía frente a ella en 1531! Su mensaje universal de
compasión y amor, y su promesa de ayuda y protección para toda la humanidad, se
encuentra relatado en el "Nican Mopohua", documento escrito en el
siglo 16 en el lenguaje nativo, Nahuatl.
Hay razones para creer que
en el cerro Tepeyac María vino en su cuerpo glorificado, siendo sus manos
físicas las que acomodaron las rosas en la tilma de Juan Diego, lo que hace a
esta aparición muy especial. Una increíble lista de milagros, curas e
intervenciones se le atribuyen. Es estimado que cada año entre 18 y 20 millones
visitan su Basílica, haciendo de su casa en la ciudad de Mexico el Santuario
Mariano más popular, al igual que el santuario cristiano más visitado del
mundo.
En total 25 Papas han
honrado en alguna forma oficial a Nuestra Señora de Guadalupe. Su Santidad Juan
Pablo II visitó su Basílica en cuatro oportunidades: en su primer viaje al
extranjero como Papa en 1979 y nuevamente en 1990, 1999 y 2002.
La Fiesta de Nuestra Señora
de Guadalupe es celebrada el 12 de Diciembre. En 1999, su santidad Juan Pablo
II, en su homilía durante la Misa Solemne en la Basílica de Guadalupe durante
su tercera visita al santuario, declaró la fecha del 12 de Diciembre con el
rango litúrgico de Fiesta para todo el continente de las Américas.
Durante la misma visita el
Papa Juan Pablo II confió la causa de la vida a su protección, y encomendó a su
cuidado maternal las vidas inocentes de los niños, especialmente aquellos que
se encuentran en peligro de no nacer.
Oración a la Virgen de
Guadalupe
Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar, porque
si con ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque si
con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar,
pues
es tu lengua patena de amor y santidad.
Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que así
rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad, pues
cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar.
Si
tu me das a Jesús, qué más puedo yo desear y ésta será mi dicha por toda la
eternidad.
Amén.
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