14
DE DICIEMBRE - MIÉRCOLES
3ª
- SEMANA DE ADVIENTO
San
Juan de la Cruz
Evangelio según san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió
a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:
"¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
'Juan el Bautista nos ha
mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar
a otro?".
Y en aquella ocasión,
Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos
ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
"Id a anunciar a Juan
lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos
quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les
anuncia la Buena Noticia. Y dichoso el que no se escandalice de mí".
1. Cuando a Jesús le preguntaron si él era
"el que tenía que venir", es decir, si él era la solución y si traía
esperanza y el cambio deseado para el futuro, su respuesta no fue decir que
"sí" o que "no". La respuesta de Jesús fue apelar a lo que
hacía, lo que veía todo el mundo, lo que se metía por los ojos de la gente.
El
movimiento de religiosidad y espiritualidad que puso en marcha Jesús no fue un
movimiento ideológico. Ni consistía en doctrinas o teorías sobre Dios, sobre la
religión o sobre la moral.
Por
desgracia, con frecuencia ocurre que las religiones ponen su insistencia y el
mayor empeño en las "doctrinas" que enseñan, los "dogmas"
que imponen, la observancia de los "rituales" que se nos presentan
como las mediaciones fundamentales para encontrar a Dios y estar bien situados
en el camino de la salvación.
2. Jesús no pretendió "reformar" la
religión existente. Porque se dio cuenta de que eso no lleva a ninguna parte.
Habría sido lo mismo, pero puesto en práctica de otra manera.
Jesús
vio que la solución estaba en "modificar" la religión.
Es
decir, se trataba de darle otro sentido a la búsqueda de Dios. Esa búsqueda
había que sacarla del templo. Y, por tanto, no dejarla en manos de los
sacerdotes y funcionarios del culto.
El
encuentro con el Padre del cielo se realiza en el encuentro con el sufrimiento
humano. Y en la lucha para remediarlo o, al menos, aliviarlo.
3. Pero Jesús hizo esto de forma que dejó una cosa
muy clara: a Dios no se le encuentra en el sufrimiento, sino en la lucha contra
el sufrimiento. Por eso Jesús se dedicó principalmente a remediar enfermedades
y padecimientos.
Por
supuesto, puede ocurrir (y de hecho ocurre) que una enfermedad o una curación
del sufrimiento resulta ser una ocasión propicia para encontrar paz interior y
una mejor relación con Dios.
Pero
también puede ocurrir (y de hecho ocurre) todo lo contrario. En cualquier caso,
lo que es seguro es que Jesús no organizó
un movimiento de "sufridores
resignados", sino una
"comunidad de discípulos", que tuvieron como motivo
determinante de su vida el "principio de misericordia" (J.
Sobrino).
Es
por la misericordia, y no por el aguante, como nos hacemos semejantes a Jesús.
La característica distintiva de los cristianos es la misericordia. En todo y
con todos.
San
Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz
Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542
en Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una comunidad
autónoma de España.
Murió su padre cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se
trasladó con su madre al abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17
años, ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.
El año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita,
adoptando el nuevo nombre de fray Juan de san Matías; al año siguiente se
traslada a Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre
universidad. En el año 1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y
definitivo nombre de Juan de la Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de
Jesús, trabó gran amistad con él y le integró en el movimiento de la reforma
carmelita que ella había iniciado.
En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas
Descalzos, los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad.
Unos años después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas, le
llevaron a sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de
apóstata. De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la
composición de su obra cumbre: "Cántico espiritual". En otras poesías
se puede llegar a entrever en lenguaje subliminal, el relato que hace de su
astuta y sorprendente huida en la madrugada del 15 de agosto de 1578, estando
la fortaleza sobre un peligroso acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a
Toledo.
Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las
influencias que ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba.
Con su huida dio en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma
carmelitana, fundando varios conventos por Andalucía. En esta región llegó a
ser nombrado Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el
buen Juan siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a
enfrentamientos con la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el
convento de la Peñuela, en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura
de sus principales obras literarias.
Cuando por fin es excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado
que se le impone a América, el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49
años. 135 años después, es elevado a la categoría de santo, por la iglesia
católica.
* * *
La obra poética de san Juan de la Cruz está inspirada en un profundo
sentimiento religioso. A decir de algunos de sus biógrafos, su poesía en
general tiene un estilo similar al bíblico "Cantar de los cantares"
atribuido a Salomón. Nuestro poeta era un gran conocedor de la Biblia y de la filosofía
aristotélica y platónica; también su obra nos trae aromas de las Églogas del
poeta toledano Garcilaso de la Vega, muy impregnadas de un cultismo
italianizante.
El estilo poético que imprime a su célebre "Cántico" (que
algunos denominan "Cántico espiritual"), tiene un gran ritmo y
musicalidad; compuesto a base de liras -estrofa ideada por Garcilaso- en las
que mezcla y alterna versos heptasílabos y endecasílabos.
Toda la obra de san Juan de la Cruz está impregnada de un gran
misticismo simbolista; también rezuma un típico estilo de la poesía bucólica y
pastoril.
Hay quien afirma que su obra poética está cargada de una encriptada
sensualidad e incluso de cierto erotismo. Son parecidas apreciaciones a las que
algunos estudiosos creen adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.
Sus obras en verso, además del Cántico ya citado y descrito, son:
"Noche oscura"; "Llama de amor viva"; y un conjunto de
poemas menores entre los que destaca "El pastorcico".
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