17
DE DICIEMBRE - SÁBADO
FERIAS
DE ADVIENTO
San
Juan de Mata
Evangelio según san Mateo 1, 18-24
Genealogía de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob
a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Farés y a Zará, Farés a
Esrón, Esron a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón
a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías,
engendró a Salomón, Salomón
a Roboam, Roboam a
Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías,
Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Exequias, Exequias engendró a Manases,
Manases a Amós, Amós a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de
Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Elia quin, Elia quin a Azor,
Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matón,
Matón a Jacob y Jacob engendró a José,
el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones de Abraham a David fueron en total catorce; desde David
hasta la deportación, catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta el
Mesías, catorce.
1. Con
las "ferias de Adviento" o de Navidad, entramos en la aproximación inmediata
a la celebración del recuerdo que cada año hacemos los cristianos del
Nacimiento de Jesús. Es decir, la memoria de la entrada de Dios en la historia
humana.
Es nada menos que el arranque, el punto de
partida, de la "humanización de Dios". Es frecuente y connatural que
los humanos tengamos muy presente
nuestro origen, nuestro lugar de nacimiento, nuestra familia. Porque todo eso
es constitutivo de nuestra identidad. Y por eso es un hecho fundamental en
nuestra vida. Algo que forma parte de nosotros mismos, en
cada uno de nosotros. Por esto, ante todo, la Navidad tiene la
importancia que tiene.
2. En
este contexto de ideas y de hechos, que forman parte de la cultura y de la
historia, se debe situar el significado que tenían las genealogías para no pocos
pueblos de las culturas de la Antigüedad. Por supuesto, no le faltaba razón a
Lutero cuando, en su primer sermón sobre el evangelio de Mateo, dijo que
"parece inútil y vano dar los nombres de los antepasados (de Jesús), cuando
nada sabemos de ellos y en nada nos pueden ayudar".
En todo caso, esta larga serie de antepasados
de Jesús nos viene a decir que Jesús entra en la historia humana
"como uno de tantos" (Fil 2,
7). Identificado con la condición histórica de todo ser humano y como uno más
entre los mortales.
Es reafirmar, desde el primer momento, la
humanidad de Jesús. Y, sobre todo, en Jesús, la humanidad de Dios. A Dios no lo
encontramos ya en el cielo, sino en la tierra. No en la eternidad, sino en el
tiempo. Lo encontramos en nosotros y
entre nosotros. Esto es capital para la correcta lectura y comprensión
de los evangelios.
3. Por
otra parte, a lo dicho hay que añadir algo que es fundamental. Los evangelios
de la infancia de Jesús (Mt 1-2; Lc 1-2) no son relatos históricos. Las relaciones
complicadas, conflictivas, tensas, que tuvo Jesús con su familia y con los
vecinos de su pueblo (Nazaret) (Mc 3, 21; 6, 1-6; Lc 4, 14-30; Jn 7, 5) no se
pueden entender si aquella familia y aquellos vecinos (o algunos de ellos) hubieran
sabido que aquel Jesús, cuando nació, fue adorado por los ángeles
del cielo, por los pastores de la tierra, por los magos de oriente, etc.
Con esto, no se pretende ni
insinuar que los relatos de la infancia de Jesús no tengan valor o interés para
nosotros. Esos relatos son "teología narrativa". Es decir, teología
en forma de relatos. Una teología que es fundamental para comprender a Jesús y
para vivir su "proyecto de vida".
San
Juan de Mata
Este santo es el fundador de la Comunidad de
la Stma. Trinidad, o Padres Trinitarios, que tiene 75 casas en el mundo con 580
religiosos.
Nació en
Francia, en los límites con España, en 1160.
Durante sus primeros años se dedicó a los estudios de bachillerato y
a la equitación y al deporte de la natación. Pero las dos actividades que más
le agradaban eran la oración y el dedicarse a ayudar a los pobres.
Frecuentemente se retiraba a una ermita alejada del pueblo y allí pasaba varios
días dedicado a la meditación.
Su padre lo envió a París y allá obtuvo el doctorado y luego fue
ordenado sacerdote.
Las antiguas crónicas dicen que durante la celebración de su Primera
Misa tuvo una visión celestial: vio a unos pobres cristianos prisioneros de los
mahometanos y con peligro de renunciar a su religión, y observó cómo un
religioso vestido de blanco y con una cruz roja y azul en el pecho los libraba
y los salvaba de perder su fe. Con esto creyó sentir una invitación celestial a
fundar una comunidad para libertar cristianos.
Juan fue a consultar a San Félix de Valois, que vivía retirado
meditando y rezando y después de varios días de rezar con él, le narró la idea
que tenía de fundar una comunidad de religiosos para libertar cautivos. A San
Félix le pareció muy buena idea y los dos se fueron a Roma a conseguir el
permiso del Papa.
Inocencio III no era muy amigo de fundar nuevas congregaciones
religiosas pero las oraciones de estos dos santos lograron la buena voluntad
del Pontífice y les concedió su aprobación. Juan fue consagrado obispo y a los
religiosos se les concedió un hábito banco con una cruz roja y azul en el
pecho. Superior General de la Comunidad fue nombrado Juan de Mata.
El rey de Francia Felipe Augusto les concedió autorización para conseguir
fondos en favor de los prisioneros, y así nuestro santo hizo varios viajes al
Africa a libertar cautivos.
Los piratas mahometanos llegaban a las costas españolas y francesas
y se llevaban prisioneros a todos los que encontraban. Y había el grave peligro
de que aquellos pobres esclavos, en medio de tan terribles sufrimientos,
renegaran de su fe para que no los trataran mal. Por eso San Juan de Mata se
propuso rescatarlos.
En el año 1201 Juan de Mata y sus religiosos lograron rescatar en
Marruecos 186 prisioneros. Al año siguiente en Túnez rescataron 110
prisioneros. Por cada uno había que pagar una crecida suma de dinero, y los
Padres Trinitarios iban de ciudad en ciudad y de campo en campo consiguiendo
con qué pagar el rescate de los pobres esclavos.
San Juan de Mata tuvo que sufrir mucho por parte de los mahometanos
que le tenían mucha antipatía por los sabios consejos que les daba a los
esclavos cristianos para que no se dejaran quitar su santa religión.
Un día en que Juan volvía del Africa con 120 prisioneros cristianos
que había libertado de la esclavitud de los musulmanes, un grupo de piratas
mahometanos asaltó su barco, destruyó el timón y rasgó las velas (telas por las
cuales el viento empujaba la embarcación). Los pasajeros creyeron que iban a
naufragar en el mar, pero el santo hizo unas nuevas velas uniendo los mantos de
todos ellos, y se puso a rezar, y así sin timón, pero lleno de confianza en
Dios, y suplicando que Nuestro Señor hiciera de piloto, y colocándose en la
proa del barco con un crucifijo en las manos, logró tener un próspero viaje y
desembarcaron sanos y salvos en Ostia (Italia).
Los últimos años los pasó en Roma dedicado a la predicación y a
conseguir ayudas para los pobres y murió santamente en el año 1213.
Este santo se preocupó siempre de ocultar los hechos más admirables
de su vida. El cumplía aquel antiguo principio: "Hay que amar el
permanecer oculto y el no ser conocido".
Un religioso de su comunidad, el Padre Juan Gil, recató en 1580 a
Miguel de Cervantes, autor del Quijote, que estaba preso de los musulmanes
desde 1575.
En el año 1660 la Santa Sede autorizó el culto a San Juan de Mata, y
hoy en día son muchos los que en el mundo entero siguen recibiendo de Dios el
mismo llamamiento que él recibió del cielo: ir a ayudar a los que sufren en
cárceles y prisiones.
Jesús prometió que en el día del Juicio Final dirá a muchos de los
que estarán a su derecha: "Venid benditos de mi Padre, porque cuando Yo
estuve preso me fuisteis a ayudar. Todo lo que hicisteis con los demás aun con
los más humildes, a Mí me lo hicisteis" (S. Mateo 35,40).
No hay comentarios:
Publicar un comentario