26
DE DICIEMBRE - LUNES
SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR
Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus apóstoles: "No os fieis de la gente, porque os entregarán a los
tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante
gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los
gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo
lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis
vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará
por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus
hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos
contra los padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se
salvará".
1. Es notable que el primer santo, que la
liturgia cristiana celebra en cuanto recuerda el nacimiento de Jesús, es el
primer mártir que murió por defender su forma de entender y vivir la fe en
Jesús. Este mártir fue Esteban. Del que
tenemos una información muy
autorizada. Y recogida por Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles (6,
8-10; 7, 54-60).
Según
testifica el evangelista Lucas, Esteban fue el líder de los llamados
"helenistas", que eran israelitas de origen griego y de cultura
helenista.
Lo
que los distinguía, y hasta los enfrentaba, con los israelitas de Judea (los
judíos). Los orígenes culturales condicionan las creencias religiosas. Y son
motivo de frecuentes divisiones e incluso conflictos. Esto es lo que ocurrió en
el cristianismo naciente de Jerusalén.
2. Esteban fue un "hombre de Dios". De
él dice Lucas que estaba "lleno de fe y de Espíritu Santo" (Hech 6,
5), "lleno de gracia y poder" (Hech 6, 8), "lleno de Espíritu
Santo" (Hech 7, 55) y que hablaba "con sabiduría y Espíritu"
(Hech 6,
10) (J. D. G. Dunn).
Sin
embargo, este creyente —al que inspiraba el Espíritu de Dios—, tuvo la libertad
y la audacia de oponerse y enfrentarse al Templo y contra la Ley (Hech 6,
13-14; 7, 55-56). Lo cual quiere decir que Esteban no era ni ateo, ni enemigo
de la fe o de la religión. Lo que él no toleraba es lo mismo que no toleró
Jesús cuando se enfrentó al Templo y cuando
quebrantó las normas y leyes de los maestros de la Ley. Exactamente lo
mismo que hizo Jesús. Por tanto, a Esteban lo mataron por los mismos motivos
por los que crucificaron a Jesús.
3.
El evangelio de este día nos habla de persecuciones, conflictos, enfrentamientos
y muertes, que pueden llegar incluso a romper familias y relaciones entre
padres e hijos. Y es que la religión (con sus leyes, sus ceremonias y sus
templos) es, con demasiada frecuencia, un aliado muy eficaz del modelo y del
sistema de sociedad que tenemos. En este modelo y este sistema, hay cosas que
nos agradan y nos dan seguridad.
Pero
no agradan ni dan seguridad a todos por igual. Sino que, como sabemos, todo
esto hace que haya ricos y pobres, poderosos y desamparados, notables y
plebeyos, etc. Y Jesús vio que había que acabar con todo esto. Jesús quiere
igualdad, respeto y bondad por igual para todos.
El
Templo y la Ley son pilares que se utilizan para mantener las desigualdades y
las injusticias. Por eso, Jesús se enfrentó al Templo y a la Ley. Lo mismo le
ocurrió a Esteban. Y lo mismo le seguirá pasando a todo el que se tome en serio
el modelo de vida de Jesús.
SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR
A San Esteban se le llama
"protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia
católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles;
habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto
desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el
Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos
testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir
el templo y a acabar con las leyes de Moisés.
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y
por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando
toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a
los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no
sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera
de la ciudad y lo apedrearon.
Los que lo apedreaban dejaron sus
vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá
por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo
apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de
rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado".
Y diciendo esto, murió.
Los cristianos lo rescataron y dieron a
su cuerpo digna sepultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario