viernes, 2 de diciembre de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 3 DE DICIEMBRE - SÁBADO la SEMANA DE ADVIENTO SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero




3 DE   DICIEMBRE -    SÁBADO
la SEMANA    DE    ADVIENTO
SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero

   Evangelio según san Mateo 9,35 - 10, 1.6-8
    En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y   abandonadas, "como ovejas que no tienen pastor".
    Entonces dijo a sus discípulos:
"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies".
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda   enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones:
"Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad diciendo que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis: dadlo gratis".

1. Está claro, en este relato, que el Evangelio no es primordialmente un libro de religión, sino que es sobre todo un proyecto de humanidad.
Por eso, lo primero que queda patente, al leer lo que aquí se dice, es que Jesús actuaba de tal manera que unía el anuncio del Reino de Dios con la curación de enfermedades y dolencias. Para Jesús, la predicación era inseparable de la bondad con los que sufren. Y todo eso, asociado a una manera de ver la vida y la sociedad en la que las gentes de Galilea —gentes de pobre condición, ignorantes, mal vistas, poco religiosas— son enjuiciadas como personas "extenuadas y abandonadas". 
¿Por qué?  ¿Porque eran malas personas? ¿Porque allí mandaba Herodes, que era un degenerado y un egoísta?
Nada de eso es lo que dice el Evangelio. La situación de aquellas gentes se atribuye a que vivían "como ovejas que no tienen pastor".

2.   En la tradición de Israel, las "ovejas" eran el pueblo; y los "pastores" eran los dirigentes (Sal 100, 3; Is 53, 6; Jer 23, 1-4; Ez 34, 5-6).
La denuncia del Evangelio apunta directamente a los dirigentes religiosos, es decir, a los sacerdotes.
Es el tema que desarrolla con fuerza el capítulo 34 del profeta Ezequiel.
La idea central del profeta tendría que hacer temblar al clero y, en general, a los "hombres   de la religión": Dios está a favor del pueblo ignorante y extraviado; de la misma manera   que está en contra de los pastores que viven a costa del pueblo.
Las afirmaciones del profeta son durísimas: "Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo... Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor:
¡Lo juro por mi vida... Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a sí mismos, los pastores" (Ez 34, 6-7. 10).

3. Dios dictó sentencia. Dios se dio cuenta de que los funcionarios del culto y del templo, los sacerdotes, son la ruina del pueblo: con pretexto de culto a Dios, se dan culto a sí mismos. Y lo que les importa es su poder, sus privilegios, su rango, mientras dejan abandonado   al pueblo. Y encima le echan en cara a la gente sus pecados, el abandono de la religión, etc.
Por eso, este evangelio, después de repetir la queja del profeta de Dios, nos explica cómo Jesús no eligió nuevos "sacerdotes" para un nuevo templo y un nuevo culto, sino que
escogió "discípulos".
¿Para qué? "Para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia".
Jesús sustituyó el "sacerdocio" por el "discipulado". para que el "culto a Dios" se realice en "la misericordia que alivia el dolor del hermano".
Así, Jesús desplazó la religión: la sacó del Templo y la puso en la vida. Donde se desarrolla nuestra vida.

SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero

San Francisco Javier
(Francisco de Jasso y Azpilicueta; Castillo de Javier, Navarra, 1506 - Isla de Sancián, China, 1552) Misionero español. Mientras estudiaba filosofía y teología en París conoció a Ignacio de Loyola, quien le reclutó para su proyecto de fundar una nueva orden: Francisco hizo sus primeros votos en París (1534), se ordenó sacerdote en Venecia (1537) y participó en la fundación de la Compañía de Jesús en Roma (1539). Desde entonces se consagró a la actividad misionera: en 1541 fue enviado a la India como legado pontificio, con la misión de evangelizar las tierras situadas al este del cabo de Buena Esperanza, respondiendo a una petición de Juan III de Portugal. Instalado en 1542 en Goa (capital de la India portuguesa), desplegó una intensa actividad cuidando enfermos, visitando presos, predicando el cristianismo, convirtiendo nativos, negociando con las autoridades locales y defendiendo la justicia frente a los abusos de los colonos. Su apostolado se extendió por el sur de la India, Ceilán, Malaca, las Islas Molucas y Japón. Cuando se disponía a entrar en China para continuar su labor, murió de pulmonía a las puertas de Cantón. Fue canonizado en 1622 y declarado patrono de las misiones de la Iglesia católica.
Francisco de Jasso era el hijo menor de Juan de Jasso y Atondo, presidente del Real Consejo de Navarra, y de María de Azpilicueta y Aznárez, titular del señorío de Javier, defensores de la causa de Juan de Albret frente a Fernando el Católico en la guerra que determinó la anexión de Navarra a la Corona de Castilla (1512-1515). Tras la muerte de su padre (1515) y la demolición de las torres y murallas del castillo de Javier por orden del Cardenal Cisneros (1516) como consecuencia del apoyo prestado por sus hermanos Juan y Miguel a la sublevación en favor del rey navarro destronado, Francisco Javier se orientó hacia la carrera eclesiástica y el cultivo de las humanidades, que estudió en Leyre y Pamplona.
En 1525, probablemente ya adquirida la tonsura, se trasladó a París para completar su formación; ingresó como interno en el Colegio de Santa Bárbara, donde trabó amistad con Pedro Fabro e Ignacio de Loyola. En 1530 se graduó como maestro en artes y pasó a ejercer la enseñanza de la filosofía con el cargo de catedrático regente en el Colegio Dormans-Beauvais, a la vez que cursaba estudios de teología. Con el propósito de adquirir prebendas eclesiásticas, solicitó en 1531 del cabildo de Pamplona la concesión de una canonjía, alegando su condición de clérigo navarro y su titulación en artes.
Sin embargo, su relación con Ignacio de Loyola, quien pretendía atraerle para el proyecto de fundación de una nueva orden religiosa, así como su desagrado por el ambiente universitario y la impresión que le causó la muerte de su madre y de su hermana, acaecida por aquellas fechas, determinaron a Francisco Javier a abandonar sus pretensiones de promoción dentro del estamento eclesiástico. Junto con Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros, reunidos en la capilla parisina de Montmartre, el 15 de agosto de 1534 hizo votos de castidad y pobreza, de vida consagrada al apostolado y de peregrinar a Tierra Santa, o bien, en el caso de que esto último no fuese posible, de ponerse a disposición del papa.
En 1537 se trasladó a Venecia, donde se reunió con sus compañeros con el objeto de viajar a Roma para obtener la bendición papal antes de iniciar su peregrinación; durante su estancia en Venecia recibió noticia de la concesión de la canonjía solicitada, a la que renunció, y del inicio de la guerra entre Constantinopla y Venecia, lo que significaba el retraso indefinido del viaje a Tierra Santa. Ordenado sacerdote el 24 de junio de ese año, se dedicó a la predicación en Bolonia hasta su marcha a Roma (1538), donde Francisco Javier y sus compañeros se entrevistaron con Paulo III y abandonaron definitivamente sus propósitos de peregrinación.
Durante su estancia en la Santa Sede gestionaron la fundación de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, a la que el Papa concedió su aprobación verbal en septiembre de 1539. Ese año Ignacio de Loyola tuvo noticia de que Juan III de Portugal solicitaba misioneros que marchasen a evangelizar sus posesiones en las Indias Orientales y encomendó la tarea a Francisco Javier, quien en marzo de 1540 partió a la corte portuguesa para organizar la expedición, con el título de legado pontificio para todas las tierras situadas al este del Cabo de Buena Esperanza.
Iniciado el viaje en abril de 1541, arribó a Goa, capital de las posesiones portuguesas en la India, trece meses después. Ejerció en esta ciudad una activa labor evangelizadora, especialmente a partir de la fundación del colegio-seminario de Santa Fe para sacerdotes nativos, y de dedicación a los enfermos y presos. En septiembre de 1542 organizó una expedición misionera a la costa de Pesquería, en el sureste de la India, para predicar la doctrina cristiana entre los poblados parabas; estableció una comunidad cristiana y la dotó de un catecismo en lengua indígena. Tras ello inició la evangelización de Travancor y Ceilán (1544), Madras y Malaca (1545) y las Islas Molucas (1546-1547). Francisco Javier administró el bautismo a miles de nativos, superó la oposición de los brahmanes y estableció una asidua correspondencia con los miembros de la Compañía de Jesús en Roma, cuyas noticias, a las que se unió su fama de taumaturgo, dieron origen a numerosas vocaciones misioneras entre sus compañeros.
Tras una nueva estancia en la India y en Malaca, dedicada a reorganizar las misiones establecidas y a proveerlas de unas normas de funcionamiento, marchó a evangelizar a Japón, adonde llegó en 1549; predicó durante dos años en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi y Bungo, estableciendo favorables contactos para su labor con los daymios o gobernadores feudales japoneses, aunque la oposición de los monjes budistas dificultó enormemente su actividad. Ante las escasas conversiones logradas en Japón, se persuadió de que para obtener éxito en su empresa era necesario evangelizar previamente China, puesto que consideraba que los japoneses habían asimilado la cultura de este imperio y que, por tanto, el ejemplo de la cristianización en China ejercería una influencia decisiva sobre Japón.
Reclamado por las comunidades misioneras de la India, regresó a Goa en 1551, donde inició los trámites necesarios para organizar su pretendido viaje a China, dificultados por la prohibición existente en este imperio sobre la entrada de extranjeros en su territorio. Tras su nombramiento como provincial de la India, que había sido constituida como provincia jesuítica independiente de Portugal, partió rumbo a China con una embajada portuguesa en abril de 1552, pero tuvo que detenerse en Malaca, donde permaneció dos meses intentando vencer la resistencia que el gobernador Álvaro de Ataide opuso al proyecto.
Finalmente reemprendió el viaje hasta llegar a la isla de Sancián, donde le sobrevino la muerte antes de que llegara el junco chino que debía transportarlo a Cantón. Sus restos fueron trasladados a Goa en 1554, donde su culto se extendió rápidamente. A comienzos del siglo XVII se inició el proceso de su beatificación, proclamada por Paulo V el 25 de octubre de 1619; nombrado patrón de Navarra en 1621, el 12 de marzo del año siguiente fue canonizado por Gregorio XV, juntamente con Teresa de Jesús e Ignacio de Loyola. Pío X le declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide en 1904, y Pío XI patrón de todas las misiones en 1927. Su fiesta se celebra el 3 de diciembre.





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