13
DE DICIEMBRE - MARTES
3ª
- SEMANA DE ADVIENTO
Santa
Lucia, virgen y mártir
Evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús
a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿ Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y
le dijo:
"Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él contestó: "No
quiero". Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le
dijo lo mismo. Él le contestó:
"Voy, señor". Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo
que quería el padre?".
Contestaron: "El primero'.
Jesús les dijo: "Os
aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el
camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de
la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le
creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le
creísteis".
1. El problema que plantea Jesús en este
episodio, es el problema de la fe. Tal es el tema clave de este evangelio.
Porque, al final de la parábola, lo que Jesús echa en cara a los dirigentes
religiosos es que no creyeron, al tiempo que a los publicanos y a las
prostitutas los elogia porque creyeron. Lo que Jesús plantea
es si los profesionales
del templo y de la religión tenían o no tenían fe.
Jesús
va, por tanto, directamente al centro de la teología y de la espiritualidad que
han de cultivar los creyentes en el Dios de Jesús.
2. Este relato trastorna nuestra teología de la
fe. Porque aquí hay algo muy sorprendente.
En efecto, lo sorprendente es que, a juicio de Jesús, los creyentes no
fueron las personas religiosas y observantes, sino los pecadores y las mujeres más
despreciadas.
Jesús
invierte el sentido de la fe: las personas bien vistas, y debidamente
integradas en la sociedad y sus instituciones, no estuvieron capacitadas para
creer. Mientras que las gentes con las que los notables jamás se
identificarían, esas personas fueron quienes creyeron en el mensaje de Juan
Bautista.
3. No es de suponer que todos los publicanos,
que había en la Palestina de entonces, dejaron de ser publicanos. Ni se puede
suponer tampoco que todas las prostitutas abandonaron su forma de vida. Y, sin
embargo, si algo deja claro la parábola de los dos hijos es que la fe no
consiste en lo que se "dice", sino en lo que cada cual
"hace".
Entonces,
¿qué es lo que hicieron los publicanos y las prostitutas y que, por el
contrario, no fueron capaces de hacer los sumos
sacerdotes y senadores de
Israel?
Sin
duda alguna, los publicanos y las prostitutas se vieron a sí mismos como
pecadores, que necesitaban cambiar de vida.
Sin embargo, los
dirigentes religiosos, en lugar de verse a sí mismos como hombres necesitados
de un cambio de vida, enviaron "sacerdotes y clérigos" desde Jerusalén, para hacerle un
interrogatorio a Juan con la intención
de saber qué clase de autoridad tenía para decir lo que decía y para bautizar a
la gente (Jn 1, 19-28 par).
Los
hombres del templo no suelen estar dispuestos a reconocer que necesitan
cambiar de ideas y de vida, cosa que
suelen ver con
claridad los marginados y
excluidos.
Por
eso, mientras que los curas de entonces no estaban en condiciones de creer, los
excluidos sociales y religiosos veían su conversión como lo más lógico y
necesario.
Santa
Lucia, virgen y mártir
A Santa Lucía se le ha representado frecuentemente con dos
ojos, porque según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los
ojos por proclamar firmemente su fe.
Nació y murió en Siracusa, ciudad de Italia, y gracias a sus
múltiples virtudes entre las que se destaca la sencillez, la humildad y la
honradez, el Papa San Gregorio en el siglo VI puso su nombre a dos conventos
femeninos que él fundó.
Según la tradición, cuando la santa era muy
niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó
a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano.
Lucía finalmente obtuvo el permiso de no casarse, pero el joven pretendiente,
rechazado, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que la santa
era cristiana, religión que estaba totalmente prohibida en esos tiempos de
persecución. Santa Lucía fue llamada a juicio; fue atormentada para obligarla a
adorar a dioses paganos, pero ella se mantuvo firme en su fe, para luego ser
decapitada.
Oración a Santa Lucia
Oh Bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía, universalmente
reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la
vista, llenos de confianza a ti acudimos; pidiéndote la gracia de que la
nuestra se mantenga sana y le demos el uso para la salvación de nuestra alma, sin
turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.
Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable y
valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien,
por tu intercesión, oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente en
la patria celestial.
Amén.
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