22 DE AGOSTO
- MIÉRCOLES
20ª – SEMANA
DEL T. O – B –
Lectura de la profecía de Ezequiel (34,1-11):
Me vino
esta palabra del Señor:
«Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel,
profetiza, diciéndoles: "¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los
pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que
tienen que apacentar los pastores? Os coméis su enjundia, os vestís con su
lana; matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis. No fortalecéis a
las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis a
las descarriadas, ni buscáis las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes.
Al no tener pastor, se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo.
Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por montes y
altos cerros; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las
buscase, siguiendo su rastro. Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor:
'¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–. Mis ovejas fueron presa, mis ovejas
fueron pasto de las fieras del campo, por falta de pastor; pues los pastores no
las cuidaban, los pastores se apacentaban a sí mismos; por eso, pastores,
escuchad la palabra del Señor.
Así dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les
reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de
apacentarse a sí mismos los pastores; libraré a mis ovejas de sus fauces, para
que no sean su manjar.
Así dice el Señor Dios:
"Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su
rastro."»
Palabra de Dios
Salmo: 22,1-3a.3b-4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor
es mi pastor, nada me falta:
en verdes
praderas me hace recostar;
me
conduce hacia fuentes tranquilas
y repara
mis fuerzas. R/.
Me guía
por el sendero justo,
por el
honor de su nombre.
Aunque
camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y
tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas
una mesa ante mí,
enfrente
de mis enemigos;
me unges
la cabeza con perfume,
y mi copa
rebosa. R/.
Tu bondad
y tu misericordia
me
acompañan todos los días de mi vida,
y
habitaré en la casa del Señor
por años
sin término. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,1-16):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al
amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con
ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la
plaza sin trabajo, y les dijo:
"Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo
debido." Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
"¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?"
Le respondieron:
"Nadie nos ha contratado."
Él les dijo:
"Id también vosotros a mi viña."
Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz:
"Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por
los últimos y acabando por los primeros."
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también
recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:
"Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has
tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el
bochorno.
Él replicó a uno de ellos:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. - ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo
tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. - ¿Es que no tengo
libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? - ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy
bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra del Señor
1. La
primera impresión que produce la lectura de esta parábola es que aquí
se
cuenta una historia que no es precisamente un modelo de justicia y de sentido
común. Porque no se ajusta al criterio
elemental de las leyes laborales.
El criterio de pagar a cada cual según el rendimiento
en el trabajo. Pero es evidente que el que trabaja de sol a sol, no puede
rendir, ni producir, lo mismo que el que trabaja una hora. En este sentido, no
se ve qué ejemplaridad puede tener esa historia. Ni para qué la cuenta Jesús.
2. Sin
embargo, nunca tuvo tanta actualidad esta parábola de Jesús como la tiene en
este momento. Una de las cosas más
crueles, que ha puesto en evidencia la crisis económica mundial, es que al
capital y a los capitalistas lo que les importa no es "remediar el paro"
de los trabajadores, sino sobre todo "la ganancia de los
empresarios". Jesús, sin embargo, presenta aquí un tipo de empresario que no mira la
productividad o el rendimiento de los
trabajadores. Lo que aquel extraño empresario demostró es que lo primero para
él era acabar con el paro. De la mañana
a la noche no hizo otra cosa. Todo el
día sacando gente de la desocupación. Y
lo más sorprendente es que, al final, cuando llegó la hora de pagar el jornal,
todos los que habían trabajado cobraron exactamente lo mismo, empezando por los
últimos.
Aquel extraño empresario acabó con la
desigualdad. Su criterio es que todos tenían derecho a la misma ganancia. Un
criterio que ha sido destrozado por la modernidad y la posmodernidad.
3. Este
criterio es característico del capitalismo.
Pero está visto que el Evangelio no es capitalista. Ni el Dios de Jesús
tampoco lo es. Por supuesto, esta parábola se puede interpretar desde el punto
de vista de Dios (Evangelio "religioso"). Pero también se puede (y
hoy se debe) interpretar desde el punto de vista del empresario (Evangelio
"laico").
Lo más apremiante, ahora mismo, es que los
empresarios cambien de mentalidad.
Lo más urgente es que tengamos empresarios a
quienes les interesa, sobre todo, acabar con el paro y
acabar
con las desigualdades. Y que se enteren, de una vez, que eso es lo más
productivo. Porque así se trabajará más,
se producirá más, y se consumirá más.
Pero todo con más racionalidad y no desde la irracionalidad que nos está
destrozando a todos, y está destrozando
nuestro planeta y el futuro de nuestros hijos.
Santa María Reina
María es
Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo
Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María,
Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá
fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de
misericordia.
El 22 de
agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por
ser Madre de Jesús, Rey del Universo.
Un poco de historia
La fiesta
de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como
Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A
Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina
Madre.
María ha
sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su
divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue
elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con
alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede
comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y
de la Tierra.
María está
sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su
Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo
por ser la que más cerca está de Él.
La Iglesia
la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y
de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las
vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del
Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de
Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y
amor los ángeles y todos los santos.
La realeza
de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta
se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos
del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.
Fuente: Catholic.net
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