29 DE
AGOSTO – MIÉRCOLES –
21ª - SEMANA DEL T.
O – B
MARTIRIO DE SAN JUAN
BAUTISTA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses (3,6-10.16-18):
En nombre
de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos
que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de
nosotros. Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre
vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que
trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es
que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que
imitar.
Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: El que no trabaja,
que no coma. Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El
Señor esté con todos vosotros. La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la
contraseña en toda carta; ésta es mi letra. La gracia de nuestro Señor Jesucristo
esté con todos vosotros.
Palabra de Dios
Salmo: 127,1-2.4-5
R/. Dichosos los que temen al Señor
Dichoso el
que teme al Señor
y sigue
sus caminos.
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
dichoso, te irá bien. R/.
Ésta es la
bendición del hombre que teme al Señor.
Que el
Señor te bendiga desde Sión,
que veas
la prosperidad de Jerusalén
todos los
días de tu vida. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):
En aquel
tiempo, habló Jesús diciendo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os
parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por
dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera
parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis
sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo:
"Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido
cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en
contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad
también vosotros la medida de vuestros padres!»
1. La comparación de los fariseos con los
sepulcros aparece dos veces en los evangelios.
En Lc 11, 44 y en Mt 23, 27. Pero la comparación, en un caso y el
otro,
se utiliza en sentido completamente inverso (U. Luz).
En Lucas, se trata de sepulcros que ni se ven,
ni se notan. Mientras que, en Mateo, son sepulcros adornados y "con buena apariencia".
En cualquier caso, los sepulcros contienen un contraste tremendo: son bellos
por fuera y están llenos de muerte y podredumbre por dentro. En esto consiste la hipocresía
de los hombres de la religión: una cosa es lo que se ve en ellos; y otra cosa
la realidad que viven dentro. En gente así, es imposible la transparencia. - ¿Quién
se fía de tales personas? - ¿Qué credibilidad
pueden tener?
2. La segunda
denuncia que se hace en este texto, se refiere al asesinato de los profetas. En
tiempo de Jesús existía la convicción de que Israel persiguió
y
hasta asesinó a los profetas (Mc 12, 1-9; Lc 13, 31-33). Y existían listas de
los profetas que habían sido víctimas de la persecución: Isaías, Jeremías,
Ezequiel,
Miqueas,
Amós, Zacarías (Vit. Proph. II; J. Jeremias). Así fue el destino de hombres que
fueron libres, que no se callaron ante las injusticias que se cometían contra
el pueblo y las infidelidades a lo que Dios quería.
Por otra parte, es evidente que honrar la
memoria de quienes dieron su vida por pacificar y humanizar este mundo, es lo
mismo que condenar a quienes fueron los asesinos de los inocentes y
honrados.
Un pueblo honrado borra de su memoria a quienes
fueron
agentes de violencia y opresión. Esto
también es parte esencial del Evangelio.
MARTIRIO DE SAN JUAN
BAUTISTA
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte
del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso
a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de
Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a
vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está
permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un
gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque
Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y
lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba
con gusto".
"Pero
llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos
los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el
baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo
que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo
pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella
entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo
me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y
porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su
guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a
la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha
y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan
vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los
judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se
había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció
públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta
porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más
a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
Herodes al
principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran
respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la
primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era
pecado esa vida que estaban llevando.
Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme
tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y
cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente
conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su
tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer
algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a
esa malvada, mandó matar al santo precursor.
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado.
Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El
pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación
que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser
perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El
Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de
Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la
enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios
y de la moral. Fue un verdadero mártir.
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba
caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta
el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que
sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano,
con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había
alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de
Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su
respectivo castigo.
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