1 DE SEPTIEMBRE – SÁBADO –
21ª – SEMANA DEL T. O. – B –
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(1,26-31):
Fijaos en
vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos
poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha
escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido
Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo
despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie
pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús,
en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe,
que se gloríe en el Señor.»
Palabra de Dios
Salmo: 32
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo
que él se escogió como heredad.
El Señor
mira desde el cielo,
se fija
en todos los hombres. R/.
Los ojos
del Señor están puestos en sus fieles,
en los
que esperan en su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros
aguardamos al Señor:
él es
nuestro auxilio y escudo;
con él se
alegra nuestro corazón,
en su
santo nombre confiamos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):
En aquel
tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los
dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro
dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos
y ganó otros cinco.
El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el
que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al
cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar
cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó
otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros
cinco."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido
fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu
señor."
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
"Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido
fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu
señor."
Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo:
"Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no
siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento
bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo."
El señor le respondió:
"Eres un empleado negligente y holgazán; ¿con que sabías
que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto
mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los
intereses.
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que
tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que
tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el
llanto y el rechinar de dientes."»
Palabra del Señor
1. El
texto de esta parábola está mal traducido.
Porque, en el original griego no se habla de "empleados", sino
de "esclavos" (douloi) (Mt 25, 14).
Es importante tener esto en cuenta. Porque,
según el derecho romano, uno de los deberes de los esclavos era hacer negocios
con el dinero de su dueño y señor.
Este dinero se llamaba peculium. Y, tanto el dinero como la ganancia (que obtenía
el esclavo) eran propiedad del amo (M. Finley, M. Kaser).
2. Es
conveniente saber estas cosas para
entender mejor la enseñanza que nos presenta la parábola. - ¿En qué
consiste esta enseñanza?
Si lo que dijo Jesús se lee con atención,
enseguida se comprende todo. La clave
de la explicación está en lo que le ocurrió al tercer esclavo: este hombre
"tuvo miedo" (Mt 25, 25). Y el miedo fue el origen de su ruina y la
causa de su perdición. El miedo nos bloquea, nos paraliza, nos hunde en la
esterilidad.
3. Esta
parábola es genial para saber situarnos ante Dios y para saber lo que tenemos
que hacer en la sociedad.
- Primero,
ante Dios: quien tiene en su cabeza un Dios, que es el Señor terrible y
peligroso que nos amenaza, cree más en el "dios de los fariseos" que
en el "Padre del que nos habló Jesús".
El
"Dios del miedo" es una forma de "incredulidad".
- Segundo, en la sociedad: Los miedosos, los
que se dejan dominar por el terror, son gente que nunca hará nada que valga la
pena. Porque la fuerza del miedo nos lleva a defendernos, nunca nos llevará a
ser creativos, a superar las dificultades de la vida, a encontrar caminos nuevos.
San Josué
Martirologio Romano: Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo
del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del
espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al
pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1). Muerto
Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era
la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de
Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las
proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yahvé sacó con mano poderosa.
Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y
presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que
sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.
Breve Reseña
Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que
mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes
de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les
dará la victoria.
Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista.
Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con
Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino
una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más
impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a
la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes
murallas de defensa.
Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la
fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica
humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se
tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más
altas murallas de la tierra.
Fuente: Archiciócesis de Madrid.
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