31 DE AGOSTO –
VIERNES
21ª – SEMANA DEL
T. O. – B
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(1,17-25):
No me
envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de
palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es
necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en
vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios.
Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios,
frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el
escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en
necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo
conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la
predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los
griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado:
escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a
Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más
fuerte que los hombres.
Palabra de Dios
Salmo: 32
R/. La misericordia del Señor llena la tierra
Aclamad,
justos, al Señor,
que
merece la alabanza de los buenos.
Dad
gracias al Señor con la cítara,
tocad en
su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la
palabra del Señor es sincera,
y todas
sus acciones son leales;
él ama la
justicia y el derecho,
y su
misericordia llena la tierra. R/.
El Señor
deshace los planes de las naciones,
frustra
los proyectos de los pueblos,
pero el
plan del Señor subsiste por siempre,
los
proyectos de su corazón, de edad en edad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel
tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron
sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco
eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo
tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!"
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a
preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas."
Pero las sensatas contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras,
mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde
llegaron también las otras doncellas, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos."
Pero él respondió:
"Os lo aseguro: no os conozco."
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Palabra del Señor
1. Esta
parábola produce una impresión de extrañeza, de sorpresa y de estupor. Hay en este relato un "corte" con
la realidad de la vida cotidiana. Ni el retraso inexplicable del novio, ni la
negativa de las muchachas que no
quisieron dar el aceite, ni eso de mandar a la tienda a alguien a las tantas de
la noche, ni lo de dar con la puerta en las narices a unas chicas que piden
entrar a la fiesta, ni siquiera el cerrar la puerta en una boda que, en
aquellos pueblos, era una fiesta para toda la gente, todo eso, sencillamente no
tiene ni pies ni cabeza. Ni Jesús pudo
poner eso como ejemplo para nadie.
2. El
"corte" y la "extravagancia del relato" (Paul Ricoeur) son
la mejor garantía de una parábola evangélica auténtica. El "novio"
(nymphíos), en los
evangelios,
es Jesús (Mc 2, 19; Mt 9, 15; Lc 5, 34; Jn 3, 29). Y viene a celebrar un
banquete de boda, la gran metáfora del Reino (Mt 22, 2 par).
Ahora bien, de acuerdo con lo que dicen estos
textos evangélicos, estar con el novio es cortar con los ayunos y privaciones que imponía la religión de los
fariseos. Y
es
también cortar con los intereses y conveniencias de los que no entraron al
banquete de boda del Reino, al banquete en el que entraron los pobres y
vagabundos de los caminos.
3. La parábola no es una amenaza para estar preparados
para el juicio de Dios (no se celebra un juicio, sino un banquete). Ni es una
exhortación ética
para
ser generoso con quien pide un poco de aceite. La parábola viene a recordar que,
al banquete de boda, que es la presencia de Jesús en esta vida, entran los
que viven preparados para eso: los que
no centran su vida en cumplir observancias y privaciones religiosas, los
pobres, sencillos, humildes y gentes que no son los que se ven como los
importantes y los selectos de este mundo. Las jóvenes invitadas, que finalmente
no entraron en la boda, tuvieron una equivocación fatal: ellas se vieron como
las preferidas y escogidas. Y por eso se sintieron seguras. No les importó la
falta de aceite. El hecho de sentirse las "elegidas selectas" fue su perdición.
¡Qué peligroso es sentirse superior a los demás!
SAN RAMON NONATO
Cardenal
- Año 1240
San Ramón Nonato: te rogamos
por todos los
católicos que tienen que sufrir
por defender
nuestra santa religión.
Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su
madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para
que el niño pudiera nacer.
Ramón significa: "protegido por la divinidad"
(Ra=divinidad. Mon=protegido).
San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la
Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los
mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro
Nolasco, fundador de la Comunidad.
Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una
gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por
los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de
muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido
llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como
esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro
de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los
mahometanos les infligían.
Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la
religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros
de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos
y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se
callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para
que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y
le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se
dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo
arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar.
Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma
de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo
nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un
pobre e ignorado religioso.
El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección
de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por
el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas
tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había
ganado una gran corona para el cielo.
A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que
les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.
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