17 de Junio – LUNES –
11ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la
gracia de Dios, porque él dice:
«En
tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad,
ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo
nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario,
continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que
pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas,
noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y
amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la
verdad y la fuerza de Dios.
Con
la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de
honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la
verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien
vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los
pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.
Palabra
de Dios
Salmo:
97,1.2-3ab.3cd-4
R/.
El Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho
maravillas:
su diestra le ha dado la
victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su
misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de
Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro
Dios.
Aclamad al Señor, tierra
entera;
gritad, vitoread, tocad.
R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,38-42):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis
oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente".
Yo,
en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te
abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte
pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para
caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide
prestado, no lo rehúyas.»
Palabra
del Señor
1.
Jesús empieza recomendando la ley del talión, del castigo semejante (del
latín talis) que estuvo en vigor en los antiguos pueblos orientales y que se
recoge en Ex 21, 23-25; Lev 24, 20; Deu 10, 21). Es el castigo proporcional con
el daño recibido (lo repite Filón).
De ahí que, esta ley fue, en sus
orígenes, una ley humanitaria, que limitaba los excesos de la venganza (cf.
Warren Carter).
2.
En su respuesta a estas leyes primitivas, Jesús lleva las cosas hasta el
exceso de la provocación deliberada. Al poner estos casos extremos (no
defenderse, dar más de lo que te piden...), el Evangelio no pretende exigir que
los cristianos renuncien a los derechos
humanos.
Lo que aquí se plantea es una protesta
contra el círculo de la violencia (G. Theissen).
La experiencia enseña que quien,
en uso de sus derechos, responde a la
violencia con otra violencia, con eso se intensifica el círculo de la
violencia.
3.
Y es que, si todo esto se piensa a fondo, pronto se advierte que la
solución al problema de la "violencia" no es el "orden".
Porque "el proyecto del orden" ha traído a los hombres un aumento sin
fin de violencia (W. Sofsky).
Frente al proyecto del
"orden", la propuesta de Jesús es anteponer el interés del otro al
interés propio. Solo así se invierte la dinámica de la violencia. Y el
resultado es que se invierte, en definitiva, la dinámica de las
confrontaciones, que se ven suplantadas por la dinámica de la paz y el amor en
el sosiego de la convivencia, que supera las diferencias y desigualdades.
Santa Teresa de Portugal
En Lorvaô, en Portugal, santa
Teresa, quien, reina de León y madre de tres hijos, al perder a su esposo abrazó
la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la disciplina
cisterciense.
Vida de Santa Teresa de Portugal
Santa Teresa, reina de Portugal, (1175-1250). Hija de don Alonso
IX de León y de Dª. Dulce de Aragón. Monja cisterciense en San Benito de
Lorbaño, cerca de Coimbra. se casó con su primo, el rey Alfonso IX de León.
Tras varios años de feliz vida marital (y varias hijas), el matrimonio fue
declarado nulo por el parentesco demasiado estrecho entre ella y Alfonso y no
haber recibido las dispensaciones apropiadas. Alfonso se casó con doña
Berenguela, la madre de Fernando III el Santo.
Teresa volvió al monasterio cisterciense de San Benito de Lorbao,
próximo a Coimbra. Allí se entregó a la práctica de todas las virtudes hasta su
muerte, en gran ancianidad, el 17 de junio de 1250. Fue enterrada en su mismo
monasterio, junto a la tumba que ella había dispuesto veinte años antes para su
santa hermana Sancha, virgen clarisa, fundadora del convento de Santa María de
las Cellas.
Teresa pudo fácilmente haber guardado rencor, no lo hizo así. Con
su ayuda se alcanzó un acuerdo pacífico.
Guardar rencor es como montar en bicicleta con una piedra en el
zapato. A veces se va para un lado, pero la mayoría de las veces hace que cada
pedalada sea miserable.
Lo peor de los rencores es la amargura que crean en nuestra alma.
A menudo la persona a la que guardamos rencor ni siquiera sabe que estemos
molestos y enfurecidos con ella. Acabamos por gastar extraordinarias cantidades
de tiempo labrando y planeando nuestra venganza, para acabar descubriendo que
la venganza nunca es tan dulce como creemos que lo va a ser. Si mantienes
rencor contra alguien o contra algo, ahora es el momento de sacarte la piedra
del zapato. Tienes la garantía de que te sentirás mejor y caminarás mejor.
El 20 de mayo de 1705 el Papa Clemente XI confirmó su culto.
Fuente: catholic.net
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