26 de Junio – MIERCOLES –
12ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
del libro del Génesis (15,1-12.17-18):
En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del
Señor:
«No
temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.»
Abrán
contestó:
«Señor,
¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo
de mi casa?»
Y
añadió:
«No
me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.»
La
palabra del Señor le respondió:
«No
te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.»
Y
el Señor lo sacó afuera y le dijo:
«Mira
al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»
Y
añadió:
«Así
será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El
Señor le dijo:
«Yo
soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta
tierra.»
Él
replicó:
«Señor
Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?»
Respondió
el Señor:
«Tráeme una ternera de tres años, una cabra de
tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Abrán
los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero
no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los
espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un
terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una
humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros
descuartizados.
Aquel
día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
«A
tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.»
Palabra
de Dios
Salmo:
104,1-2.3-4.6-7.8-9
R/.
El Señor se acuerda de su alianza eternamente
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus
hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de
instrumentos,
hablad de sus
maravillas. R/.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que
buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su
poder,
buscad continuamente su
rostro. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su
elegido!
El Señor es nuestro
Dios,
él gobierna toda la
tierra. R/.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por
mil generaciones;
de la alianza sellada
con Abrahán,
del juramento hecho a
Isaac. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado
con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son
lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
A
ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?
Los
árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol
sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol
que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.
Es
decir, que por sus frutos los conoceréis.
Palabra
del Señor
1.
En el cristianismo primitivo existía, sin duda alguna, el peligro, para
los
creyentes en Jesús, de verse asaltados por
"profetas falsos". Es decir, ya entonces percibieron la amenaza que
representan los hombres tramposos y embusteros, que se presentan con apariencia
de salvadores, cuando en realidad son auténticos "salteadores" de
caminos por los que transita gente inocente (cf. 1 Jn 2, 18-27; 4, 1-6; Tit 1,
12; Ap 2, 20; Did. 11, 3; Pastor de Hermas, m. 11, además de los montanistas y
no pocos grupos gnósticos) (A. Piñero).
Teniendo en cuenta que lo que se les reprocha
a los "profetas falsos" no es el error, sino la maldad (anomía) (Mt
7, 23).
2.
El principio o criterio, que aquí establece Jesús, tiene esta
característica:
fundamenta la ética, no en principios filosóficos
o en leyes religiosas, sino en las consecuencias del propio
comportamiento.
El comportamiento humano, por
supuesto.
Pero el comportamiento humano que sigue el comportamiento que tuvo Jesús. Este criterio se parece
mucho al llamado pragmatismo
americano, que entiende la fe como "aquello en virtud de lo cual un
hombre está dispuesto a obrar" (N. J. Green).
No nos damos cuenta, por lo general,
de la disociación y el desacuerdo que existe entre lo que pensamos y lo
que hacemos. Por eso es tan importante
recordar el criterio ético de R. Rorty: el hombre solidario es el que lucha por
disminuir la violencia, el sufrimiento y "la humillación que soportan
algunos seres humanos a causa de otros seres humanos".
3. Cada cual nos tenemos que preguntar
por las consecuencias que se
siguen de nuestras conductas. Por ejemplo, es
muy aleccionador tener presente si cada cual, en el ambiente en el que se
mueve, contagia bienestar,
alegría, paz, sosiego, ganas de vivir. O, por
el contrario, lo que contagia es
un clima insoportable, malestar, tensiones,
violencia, atropellos...
En eso es donde está la respuesta al
problema de la ética. Mi bondad o mi
maldad se perciben, ante todo, en la cara que ponen los que conviven
conmigo.
San Josemaría Escrivá
Sacerdote español, fundador del
Opus Dei y de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.
Vida de San Josemaría Escrivá
San Josemaría Escrivá de Balaguer nace en 1902 en Barbastro,
España. Es el segundo de seis hermanos. Aprende de sus padres y en la escuela
los fundamentos de la fe e incorpora tempranamente a su vida costumbres
cristianas como la confesión y la comunión frecuentes, el rezo del Rosario y la
limosna. La muerte de tres hermanas pequeñas y la ruina económica familiar le
hacen conocer muy pronto la desgracia y el dolor: esta experiencia templa su
carácter, de un natural alegre y expansivo, y le hace madurar. En 1915 la
familia se traslada a Logroño, donde su padre ha encontrado un nuevo trabajo.
En 1918, Josemaría intuye que Dios quiere algo de él, aunque no
sabe qué es. Decide entregarse por entero a Dios y hacerse sacerdote. Piensa
que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina. Comienza
los estudios eclesiásticos en Logroño, y en 1920 se incorpora al seminario
diocesano de Zaragoza, en cuya Universidad Pontificia completa su formación
previa al sacerdocio. En Zaragoza cursa también -por sugerencia de su padre y
con permiso de los superiores- los estudios universitarios de Derecho. En 1925
recibe el sacramento del Orden y comienza a desarrollar su ministerio pastoral,
con el que, a partir de entonces, se identifica su existencia. Ya sacerdote,
sigue a la espera de la luz definitiva sobre lo que Dios quiere de él.
En 1927 se traslada a Madrid para obtener el doctorado en
Derecho. Le acompañan su madre, su hermana y su hermano, pues desde el
fallecimiento de su padre, en 1924, Josemaría es el cabeza de familia. En la
capital de España lleva a cabo un intenso servicio sacerdotal, principalmente
entre pobres, enfermos y niños. Al mismo tiempo, se gana la vida y mantiene a
los suyos impartiendo clases de materias jurídicas.
Son tiempos de grandes apuros económicos, vividos por toda la
familia con dignidad y buen ánimo. Su apostolado sacerdotal se extiende también
a jóvenes estudiantes, artistas, obreros e intelectuales que, en contacto con
los pobres y enfermos a los que Josemaría atiende, van aprendiendo a practicar
la caridad y a comprometerse con sentido cristiano en la mejora de la sociedad.
En Madrid, el 2 de octubre de 1928, durante un retiro espiritual,
Dios le hace ver la misión a la que lo ha destinado: ese día nace el Opus Dei.
La misión específica del Opus Dei es promover entre hombres y mujeres de todos
los ámbitos de la sociedad un compromiso personal de seguimiento de Cristo, de
amor a Dios y al prójimo y de búsqueda de la santidad en la vida cotidiana.
Desde 1928, Josemaría Escrivá se entrega en cuerpo y alma al cumplimiento de la
misión fundacional que ha recibido, aunque no por eso se considera un innovador
ni un reformador, pues está convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y
de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la Iglesia, a cuyo servicio
ha suscitado Dios el Opus Dei. En 1930, como consecuencia de una nueva luz que
Dios enciende en su alma, da inicio al trabajo apostólico de las mujeres del
Opus Dei. Josemaría Escrivá pondrá siempre a la mujer, como ciudadana y como
cristiana, frente a su personal responsabilidad -ni mayor ni menor que la del
varón- en la construcción de la sociedad civil y de la Iglesia.
En 1934 publica -con el título provisional de
"Consideraciones espirituales"- la primera edición de
"Camino", su obra más difundida, de la que con el paso de los años se
han editado más de cuatro millones de ejemplares. En la literatura espiritual,
Josemaría Escrivá también es conocido por otros títulos como "Santo
Rosario", "Es Cristo que pasa", "Amigos de Dios",
"Via Crucis", "Surco" o "Forja". La guerra civil
española (1936-1939) supondrá un serio obstáculo para la naciente fundación.
Son años de sufrimiento para la Iglesia, marcados, en muchos casos, por la
persecución religiosa, de la que el fundador del Opus Dei sólo después de
numerosas penalidades conseguirá salir indemne.
En 1943, por una nueva gracia fundacional que Josemaría Escrivá
recibe durante la celebración de la Misa, nace la Sociedad Sacerdotal de la
Santa Cruz, en la que se incardinan sacerdotes que proceden de los fieles
laicos del Opus Dei. La plena pertenencia de fieles laicos y de sacerdotes al
Opus Dei, así como la orgánica cooperación de unos y otros en sus apostolados,
es un rasgo propio del carisma fundacional del Opus Dei que la Iglesia ha
confirmado al determinar su específica configuración jurídica. La Sociedad
Sacerdotal de la Santa Cruz desarrolla también, en plena sintonía con los
Pastores de las Iglesias locales, actividades de formación espiritual para
sacerdotes diocesanos y candidatos al sacerdocio. Los sacerdotes diocesanos
también pueden formar parte de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, sin
dejar de pertenecer al clero de sus respectivas diócesis.
Consciente de que su misión tiene raíz y alcance universales,
Josemaría Escrivá se traslada a Roma en 1946, apenas concluida la guerra
mundial. Entre ese año y 1950, el Opus Dei recibe varias aprobaciones
pontificias con las que quedan corroborados sus elementos fundacionales
específicos: su finalidad sobrenatural, cifrada en difundir el mensaje
cristiano de la santificación de la vida corriente; su misión de servicio al
Romano Pontífice, a la Iglesia universal y a las Iglesias locales; su carácter
universal; la secularidad; el respeto de la libertad y la responsabilidad
personales y del pluralismo en temas políticos, sociales, culturales, etc. Desde
Roma, por directo impulso del fundador, el Opus Dei irá extendiéndose
paulatinamente a treinta países de los cinco continentes entre 1946 y 1975.
A partir de 1948 pueden pertenecer al Opus Dei, a pleno título,
personas casadas que buscan la santidad en su propio estado. En 1950, la Santa
Sede aprueba también que sean admitidos como cooperadores y ayuden en las
labores del Opus Dei hombres y mujeres no católicos y no cristianos: ortodoxos,
luteranos, hebreos, musulmanes, etc.
En la década de los 50, Josemaría Escrivá alienta la puesta en
marcha de proyectos muy variados: escuelas de formación profesional, centros de
capacitación para campesinos, universidades, colegios, hospitales y
dispensarios médicos, etc. Estas actividades, fruto de la iniciativa de fieles
cristianos corrientes que desean atender, con mentalidad laical y sentido
profesional, las concretas necesidades de un determinado lugar están abiertas a
personas de todas las razas, religiones y condiciones sociales: la clara
identidad cristiana de las iniciativas promovidas por los fieles del Opus Dei,
en efecto, se compagina con un profundo respeto a la libertad de las
conciencias.
Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965), el fundador del Opus
Dei mantiene una relación intensa y fraterna con numerosos Padres conciliares.
Objeto de sus frecuentes conversaciones son algunos de los temas que
constituyen el núcleo del magisterio conciliar, como por ejemplo la doctrina
sobre la llamada universal a la santidad o sobre la función de los laicos en la
misión de la Iglesia. Profundamente identificado con la doctrina del Vaticano
II, Josemaría Escrivá promoverá diligentemente su puesta en práctica a través
de las actividades formativas del Opus Dei en todo el mundo.
Entre 1970 y 1975, su empeño evangelizador le mueve a emprender
viajes de catequesis por Europa y América. Mantiene numerosas reuniones de
formación, sencillas y familiares -aun cuando a veces asisten miles de
personas-, en las que habla de Dios, de los sacramentos, de las devociones
cristianas, de la santificación del trabajo, con el mismo vigor espiritual y
capacidad comunicativa de sus primeros años de sacerdocio.
Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Lloran su muerte miles de
personas que se han acercado a Cristo y a la Iglesia gracias a su labor
sacerdotal, a su ejemplo y a sus escritos. Un gran número de fieles se
encomiendan desde ese día a su intercesión y piden su elevación a los altares.
El 6 de octubre de 2002, más de 400.000 personas asisten en la
plaza de san Pedro a la canonización de Josemaría Escrivá. En la homilía, Juan
Pablo II señaló que el nuevo santo comprendió más claramente que la misión de
los bautizados consiste en elevar la Cruz de Cristo sobre toda realidad humana,
y sintió surgir de su interior la apasionante llamada a evangelizar todos los
ambientes.
El Papa animó a los peregrinos llegados desde los cinco
continentes a seguir sus huellas. "Difundid en la sociedad, sin distinción
de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a
la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos en primer lugar,
cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en la
Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu".
(Fuente: escrivaobras.org)
Oración a San Josemaría
Escrivá
Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San
Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como instrumento
fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional
y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa
también convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de
amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano
Pontífice y a las almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria
de la fe y del amor.
Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te
pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría,
Gloria.
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