viernes, 7 de junio de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 de JUNIO – LUNES – 10ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Asterio de Petra




10 de JUNIO – LUNES – 10ª – SEMANA DEL T. O. – C – 
San Asterio de Petra


Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-7):

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios.
Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros.
Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que, si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.

Palabra de Dios

Salmo: 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor

1.  Es de suma importancia entender   debidamente este discurso de las bienaventuranzas. Porque lo que aquí dice Jesús es clave para poder comprender el resto del Evangelio.
Según la lógica del discurso humano, resulta estrictamente contradictorio   decir que son dichosos los pobres, los que sufren, los que tienen hambre y sed, los que se ven perseguidos, insultados, calumniados.                         
Es decir, se propone como fuente de felicidad todo lo que, para el común de los mortales, es fuente de infelicidad y desgracia. 
- ¿Qué sentido tiene eso?
- ¿Cómo se pueden hacer semejantes afirmaciones?   
- ¿Tiene algún sentido decir todo eso, decirlo delante de una muchedumbre y   además presentarlo como un programa   de vida?

2.  Desde el punto de vista de la lógica del discurso, las bienaventuranzas no
tienen sentido, si es que hablamos de felicidad en este mundo.  
Pero, entonces, - ¿es que Jesús no ofrece para este mundo otra solución que la paciencia y la resignación? 
No es posible. 
Un mundo de resignados es un mundo de desgraciados.  Eso equivaldría a santificar el desorden y la injusticia en que vivimos.

3.  Las bienaventuranzas son el proyecto de humanización de este mundo
tan deshumanizado.  Solo mediante la humanización es posible la felicidad.
Pero sabemos que los más inhumanos son los causantes de que haya tanta pobreza, tanta violencia, tanta injusticia, tantas lágrimas. Por eso la propuesta de Jesús es que la humanización (y la consiguiente felicidad) vendrá de los pobres, de los que trabajan por la paz, de los misericordiosos, de los que tienen un   corazón limpio, de los que están dispuestos a soportar y superar toda
clase de persecuciones, odios y maldades.
Jesús resumió así su proyecto.  Aquí
está el centro mismo del Evangelio.

Asterio de Petra
  

San Asterio, obispo de Petra, en Arabia, s. IV. Intervino en las contiendas religiosas de su tiempo. Estuvo al principio afiliado al partido de los arrianos, pero en el Concilio de Sárdica (347) se puso de parte de la ortodoxia, y contribuyó a desenmascarar las intrigas de sus antiguos correligionarios.
Constancio le desterró a los arenales de Libia, de donde salió al advenimiento de Juliano el apóstata. En 362 aparece en el Concilio de Alejandría al lado de [San Atanasio], que hace su elogio en varios de sus escritos. Murió algún tiempo después.


VIDA DE SAN ASTERIO DE PETRA

Este hombre cristiano, con un pasado arriano, sería nombrado con el tiempo como obispo de Petra, en Arabia, y debido a sus declaraciones en contra de la herejía que representaba el arrianismo en aquella época, San Asterio obtendría el odio de los herejes, sobre todo al momento de terminar de hacer pública su opinión durante el concilio de Sárdica en el 347.
Debido a estas declaraciones, San Asterio termina por ser exiliado a Libia por orden del emperador Constancio II, y sería llamado en el año 362 por el edicto de Juliano, quien se encargaría en aquel momento de volver a reinstalar a todos los obispos que habían llegado a ser desterrados.
Para el año 362, San Asterio formaría parte del Concilio de Alejandría, el cual llegó a ser convocado por diversas razones, principalmente para lograr sanar el cisma meleciano que la Iglesia de Antioquía sufría en aquel momento, y también para lograr apoyar a San Atanasio, hombre también de convicciones y costumbres cristianas, que se encargaría de elogiar muchos de los escritos de San Asterio.
San Asterio fue un hombre devoto a sus convicciones, dotado de una gran sabiduría, bondad, nobleza y extrema humildad. Llegó a ser uno de los más importantes portadores de la carta que dirigía el concilio al empecinado San Lucifer de Cagliari y al resto de los obispos antioquenos de aquel momento.
Aun así, sus medidas pacificadoras no serían del todo suficientes, debido a la precipitación por parte de Lucifer en consagrar a San Paulino como el sucesor de San Melecio de Antioquía. Si bien no se tiene muchos datos sobre la vida santa de este cristiano, se sabe que muere un 10 de junio del año 365, fecha en la que hoy lo celebramos como Santo de la Iglesia Católica.

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