4 de JUNIO – MARTES –
7ª – SEMANA DE PASCUA – C –
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (20,17-27):
En aquellos días, desde
Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.
Cuando se presentaron,
les dijo:
«Vosotros
sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez
puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas
que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado
medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado,
insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro
Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo
que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me
asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo
que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el
Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por
aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver.
Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he
reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios.»
Palabra
de Dios
Salmo:
67,10-11.20-21
R/.
Reyes de la tierra, cantad a Dios
Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia
copiosa,
aliviaste la tierra
extenuada
y tu rebaño habitó en la
tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para
los pobres. R/.
Bendito el Señor cada
día,
Dios lleva nuestras
cargas,
es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios
que salva,
el Señor Dios nos hace
escapar de la muerte. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (17,1-11a):
En aquel tiempo, Jesús,
levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre,
ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por
el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le
confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado
la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la
gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He
manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos
eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido
que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las
palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente
que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son
tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado.
Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a
ti.»
Palabra
del Señor
1.
Cuando ya la pasión, el fracaso y la muerte, eran un peligro inminente,
Jesús
habla de glorificación. Para Jesús, la
"gloria" es el "fracaso". Morir crucificado era en los
tiempos del Imperio romano, una cosa tan humillante y vergonzosa, que los
cristianos tardaron, por lo menos, doscientos años para empezar a representar
en público a su Dios como a un miserable crucificado. La imagen más antigua de un crucificado, que se conserva,
es la imagen de un hombre en una cruz, pero con cabeza de burro. Esto se
descubrió, en 1856, en los sótanos del Palatino de Roma. Era una burla contra los cristianos (J. D.
Crossan, J. L. Reed).
2.
Jesús habla de tal forma que, en su oración, queda patente que el hecho
de conocer a Dios y de conocer a Jesús son dos
formas de conocimiento que nos llevan a una misma e idéntica realidad última,
que es Dios en sí mismo.
- ¿Qué significa esto, en última
instancia?
3.
Significa que a Dios (lo conocemos) en Jesús, un ser humano. La grandeza,
la genialidad de "lo humano" está en
que es la imagen visible de Dios invisible
(Col 1, 15).
Es, además, la "Palabra" que
se hace "carne" (Jn 1, 14). Es el ser humano en el que vemos, oímos y
tocamos a Dios (Jn 14, 7 s).
Por todo esto, porque el Inaccesible
se nos hizo tan humano y tan cercano, en Jesús, por eso la oración final de
Jesús tiene este estilo y este trasfondo triunfal.
Verdaderamente, nuestra humanidad es
lo más genial y profundo que Dios nos ha dado.
Santa Ruth
Rut
o Ruth, aparece en la Biblia y en el libro que recibe su nombre (Libro de Rut).
Su nombre significa compañera.
Vida de Santa Ruth
La moabita, con quien se casó
Mahlón después de morir su padre Elimélec. Mahlón, su madre Noemí y su hermano
Kilión vivían en Moab. El hambre obligó a la familia a abandonar Belén de Judá,
su ciudad natal. Kilión, el cuñado de Rut se casó con Orpá, otra moabita. Con
el tiempo, los dos hermanos murieron, y las dejaron viudas y sin hijos. Al
enterarse de que Yahvé había vuelto a manifestar su favor a Israel, Noemí
emprendió viaje de regreso a Judá acompañada por sus dos nueras. (Rut 1:1-7;
4:9, 10.)
Rut era de origen moabita, pero
casada con un israelita que se expatria huyendo de la miseria.
Es nuera de Noemí, ya viudas,
ambas están en la miseria. Regresan juntas a Canaán. Rut rebusca en lo que
desechan los cosechadores y va a parar al campo de Booz en Belén. A instancias
de su suegra, Rut se acuesta a los pies de Booz, quien la toma por esposa y
reúne todo lo que fue de Elimelec, marido de Noemí.
Se la cuenta en la genealogía de
Jesús, según el Evangelio de San Lucas.
En la Edad Media se vio a Rut
como prefiguración de la Iglesia y a Booz como prefiguración de Cristo, y la
unión de ambos como prefiguración de la unión entre Cristo y la Iglesia.
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