28 de Junio – VIERNES –
12ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Solemnidad
Lectura
del libro del Deuteronomio (7,6-11):
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Tú
eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras,
entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
Si
el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más
numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro
amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os
sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del
Faraón, rey de Egipto.
Así
sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y
su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.
Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace
esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos
y los mandatos y decretos que te mando hoy.»
Palabra
de Dios
Salmo:
102,1-2.3-4.6-7.8.10
R/.
La misericordia del Señor dura siempre,
para
los que cumplen sus mandatos
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo
nombre.
Bendice, alma mía, al
Señor,
y no olvides sus
beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus
enfermedades;
él rescata tu vida de la
fosa
y te colma de gracia y
de ternura. R/.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los
oprimidos;
enseñó sus caminos a
Moisés
y sus hazañas a los
hijos de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en
clemencia.
No nos trata como
merecen nuestros pecados
ni nos paga según
nuestras culpas. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que
ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.
En
esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su
Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros
pecados.
Queridos,
si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En
esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de
su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a
su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien
confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y
nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios
es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Palabra
de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.
Sí,
Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie
conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel
a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid
a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi
yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra
del Señor
1.
El famoso capítulo 15 del evangelio de Lucas es la respuesta de Jesús a
la
acusación, que le hacían los fariseos y
letrados, de que acogía a los descreídos y comía con ellos (Lc 15, 2).
Es decir, la respuesta a la denuncia
de que Jesús andaba con "malas compañías", según la atinada y
provocativa formulación de Adolf Holl, un cura austriaco que lo pagó caro,
puesto que fue suspendido a divinis, o sea que su obispo lo puso de patitas en
la calle. El puritanismo observante no tolera la convivencia con la gente de
mala fama.
Este fue uno de los motivos que dio
Jesús para que lo criticasen. Pero es un hecho que la gente descreída, si se
aleja de la religión y no quiere saber nada de Dios y de la Iglesia, es porque
los representantes y observantes de la religión desprecian las "malas compañías".
Y, como es lógico, nadie se acerca a donde se ve despreciado y a quien le
desprecia.
2.
Jesús responde a esta acusación con las tres parábolas de la
misericordia:
la oveja perdida, la moneda perdida, el hijo
perdido (el "pródigo").
Jesús no habla de descreídos o
pecadores, sino de extraviados o perdidos. Y utiliza estas expresiones de tal
manera que, en realidad, lo que viene a decir es que Dios quiere tanto a los
"extraviados" o "descreídos", que no puede pasar sin
ellos, no puede vivir sin la oveja, la moneda
o el hijo que se le ha extraviado.
Y por eso busca lo perdido, como es el caso de
la oveja o la moneda. O acoge con una alegría indecible, como relata la
parábola del hijo perdido.
Dios no es como lo explican los teólogos
y predicadores, sino como se reveló en Jesús, en la vida y en la conducta de
Jesús.
3.
En esta festividad del "Corazón de Jesús", lo primero que
tendríamos que
destacar es que el Dios, que se nos da a
conocer en Jesús, en su forma de vivir,
en sus costumbres, relaciones y amistades, es
un Dios al que hoy no dejarían entrar en determinadas iglesias, conventos,
seminarios, casas de espiritualidad...
El Jesús del Evangelio, según los
criterios dominantes hoy en no pocos
ambientes eclesiásticos, no tendría vocación,
no podría entrar en más de un
noviciado. Ni podría pertenecer a ciertos
grupos muy estrictos y tradicionales.
- ¿Será que no sabemos leer el
Evangelio?
- ¿O no será, más bien, que andamos
demasiado lejos del Jesús histórico?
Sagrado Corazón de Jesús
La devoción al Corazón de Jesús
ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, desde que se meditaba en
el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese
Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo.
La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como
invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por
amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados.
Catecismo de la Iglesia Católica,
2669
Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y
amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de
nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga
2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado
Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf.
Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del
amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los
hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).
Catecismo de la Iglesia
Católica, 478
La difusión de la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a
quien Jesús se le apareció con estas palabras: "Mira este corazón mío, que,
a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los
cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún
en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más
desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas
especialmente a mi servicio."
He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por
medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
3. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la
hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta
y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano
infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más
empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre
escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de Él.
12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor
todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros
viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi
gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su
seguro refugio en aquel momento supremo.
Las condiciones para ganar esta gracia son
tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de
mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de
alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las
ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
Oración para después de cada una de las comuniones de los nueve primeros
viernes.
Jesús mío dulcísimo, que
en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la
perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón
nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa y a mí,
indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e
intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos
con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de
vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.
Jaculatoria: ¡Sagrado corazón de Jesús en vos confío!
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