martes, 4 de junio de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 de JUNIO – MIÉRCOLES – 7ª – SEMANA DE PASCUA – C – Beato Fernando de Portugal




5 de JUNIO – MIÉRCOLES –
7ª – SEMANA DE PASCUA – C –

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20,28-38):

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que, durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.”»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Palabra de Dios

Salmo: 67,29-30.33-35a.35b.36c

R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R/.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios.» R/.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder, sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17,11b-19):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

Palabra del Señor

1.  Jesús está pronunciando su oración final de despedida.  Y en ella pide para sus discípulos cuatro cosas:
1) Que se mantengan unidos.
2) Que tengan alegría, es decir, que sean felices.
3) Que jamás cedan al mal en el mundo.
4) Que se santifiquen en la verdad.

Por tanto, para Jesús, lo más importante en la vida es que vivamos unidos, que seamos felices, que nunca le hagamos mal a nadie, que seamos veraces siempre.
Es notable que, en esta oración final,
Jesús no menciona nada que tenga que ver con "lo religioso", "lo sagrado", "lo trascendente". 
Ni la teología, ni los cristianos, hemos asimilado lo que el gran teólogo que fue   K. Rahner denominó el existencial sobrenatural: todo "lo humano", que vivimos en nuestra existencia, nos lleva a Dios y nos une a Dios.

2.  Ser piadoso, ser devoto, ser observante de ciertos rituales o costumbres, todo eso, es relativamente fácil. Lo difícil en la vida es la honradez transparente, la bondad sin fisuras, la honestidad, el respeto, la tolerancia, todo eso que hace a una persona buena de verdad. 
Eso es lo que, ante todo, quería Jesús
para los suyos.

3.  En definitiva, Jesús presenta aquí un ideal de vida que no está al alcance de lo que da de sí la condición humana.  Esta ejemplaridad es el signo de la presencia del Evangelio en el mundo. El signo, por tanto, de que lo de Jesús es verdad. Y que el Evangelio es la fuerza que puede   transformar este mundo tan roto y causante de tanto sufrimiento.

Beato Fernando de Portugal


Hijo de Juan I de Portugal, empleaba desde muy joven sus rentas personales en el rescate de cautivos cristianos de las manos sarracenas.


Vida de Beato Fernando de Portugal

Parte en 1434, con su hermano Enrique el Navegante a una expedición contra Marruecos, entonces en manos de una dinastía de piratas. ¿Acaso sería una premonición sobre la situación actual? Nada nuevo hay bajo el sol. Lo cierto es que la expedición fue un fracaso y la armada lusitana hubo de rendirse y dejar a Fernando como garantía del pago de enormes cantidades de dinero.
Las Cortes de Portugal, después de nueve años de negociaciones, dejaron morir de disentería y en manos del enemigo a su príncipe. Fernando vivió como esclavo, encadenado y obligado a los más sucios trabajos. Soportó su desdicha con dignidad y puso su esperanza en Dios con enorme entereza, sin renunciar a la fe ni a unos compatriotas tan olvidadizos de su terrible suerte.
Las fuentes históricas musulmanas hablan de su vida edificante u de la veneración que suscitaba en los más piadosos habitantes de Fez. Fernando optó por la pobreza, castidad y obediencia, en radical fidelidad a su propia conciencia. Su cadáver descuartizado se pudrió colgado en las torres de las murallas.
Debiera ser patrono de los millones de esclavos que todavía quedan en el mundo; o de los héroes olvidados por los suyos, o bien de los que son víctimas de los vaivenes políticos. Cuando el sacerdote don Pedro Calderón de la Barca llegó al cielo, le recibió Fernando agradecido por esa maravilla de drama llamada El Príncipe constante.

(Fuente: archimadrid.es)


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