lunes, 12 de agosto de 2019

Parate un momento: El Evangelio del dia 13 de AGOSTO – MARTES – 19ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Hipólito mártir





13 de AGOSTO – MARTES –
19ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Hipólito mártir

Lectura del libro del Deuteronomio (31,1-8):

Moisés dijo estas palabras a los israelitas:
«He cumplido ya ciento veinte años, y me encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: "No pasarás ese Jordán."
El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de ti esos pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti, como ha dicho el Señor.
El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y Og, y como a sus tierras, que arrasó. Cuando el Señor os los entregue, haréis con ellos lo que yo os he ordenado. ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará.»
Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel:
«Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a tus padres; y tú les repartirás la heredad.
El Señor avanzará ante ti. Él estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes.»

Palabra de Dios

Salmo: Dt 32,3-4a.7.8.9.12

R/. La porción del Señor fue su pueblo

Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca,
sus obras son perfectas. R/.
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán. R/.
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios. R/.
La porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
El Señor sólo los condujo,
no hubo dioses extraños con él. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10.12-14):

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

Palabra del Señor

1.  Los discípulos están preocupados    por saber quién es el más importante
porque ellos tenían pretensiones de importancia.  Pero la importancia no es
solo "fama". Es sobre todo "poder". No   sabemos si el deseo de grandeza y poder es el más fuerte que tenemos los seres humanos.  Lo que sí sabemos es que la apetencia de poder es la que más daño hace.
Al que tiene esa apetencia y a los que sufren sus consecuencias. "Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente" (Lord Acton).

2.   Jesús elogia a los niños y los pone como modelo, no porque son "buenos",
sino porque son "pequeños". Por eso este texto utiliza el verbo tapeinoo (18, 4) que significa "abajar", de forma que el adjetivo tapeinos indica al que es pequeño, insignificante y débil. Y esto, no solo ni principalmente como actitud interna (humildad), sino como el que se ve situado en una baja posición social. Sin olvidar que los niños, en tiempo de Jesús, eran los humanos de más baja posición jurídica, en todo sometidos a la autoridad ilimitada del pater-familias, el padre y patriarca (U. Luz).

3.  ¿Por qué Jesús es tan exigente en  cuanto se refiere al despojo de poder y
grandeza?  
Con la aparición de la llamada "civilización" (3.500 años a. C.) aparecieron las jerarquías verticales, el dominio de unos hombres sobre otros, y con ello las desigualdades sociales, y la escalada del sufrimiento humano.   Por eso Jesús no quiere gente con apetencias de poder. Y menos aún con pretensiones de poder pleno y universal.
Jesús sabía bien -antes que Lord Acton- que "los grandes hombres son casi siempre hombres miserables".

San Hipólito mártir

(235 d.C.) –

El Martirologio Romano menciona en este día a San Hipólito, el mártir cuyo nombre aparece en las "actas" de San Lorenzo. Según ese documento tan poco fidedigno, Hipólito era uno de los guardias en la prisión donde se hallaba Lorenzo, convertido y bautizado por él. Hipólito asistió al entierro de Lorenzo y cuando el emperador lo supo, le mandó llamar y le reprendió por haber profanado el uniforme militar con "una conducta indigna de un oficial y un caballero." En seguida le mandó azotar, junto con su nodriza Concordia y otros diecinueve mártires, que murieron en la tortura. Sólo Hipólito salió con vida de la flagelación y fue condenado a perecer arrastrado por un tronco de caballos. Esto constituye un dato muy sospechoso, si recordamos que el hijo de Teseo, Hipólito, huyendo de la cólera de su padre, se encontró con un monstruo que espantó sus caballos; el héroe resbaló de su carro, se enredó en las riendas y murió despedazado contra las piedras. [El nombre de Hipólito significa "caballo desbocado." Si se tiene en cuenta la historia del martirio de este santo y el significado de su nombre, se comprenderá fácilmente que San Hipólito haya sido adoptado como patrón de caballerizas, cabalgatas y jinetes]. Los verdugos de San Hipólito escogieron los dos caballos más salvajes que encontraron, los ataron con una larga cuerda y colgaron de ella al mártir por los pies. Los caballos le arrastraron furiosamente sobre piedras y rocas; el suelo, los árboles y las piedras quedaron salpicados con la sangre del mártir. Los fieles que presenciaban la ejecución a cierta distancia se encargaron de recogerla en pañuelos y reunieron los miembros y huesos del santo, que se dispersaron por todas partes.
Esta leyenda es probablemente una pura novela. Según parece, el mártir que la Iglesia conmemora en este día era un sacerdote romano llamado Hipólito, que vivió a principios del siglo III. Era un hombre muy erudito y el más destacado de los escritores teológicos de los primeros tiempos de la Iglesia de Roma. La lengua que usaba en sus escritos era el griego. Tal vez había sido discípulo de San Ireneo, y San Jerónimo le calificó de "varón muy santo y elocuente." Hipólito acusó al Papa San Ceferino de haberse mostrado negligente en descubrir y denunciar la herejía. Cuando San Calixto I fue elegido Papa, Hipólito se retiró de la comunión con la Iglesia romana y se opuso al Sumo Pontífice. Durante la persecución de Maximino, fue desterrado a Cerdeña junto con el Papa San Ponciano, el año 235 y allá se reconcilió con la Iglesia. Murió mártir en aquella isla insalubre a causa de los malos tratos que recibió. Su cuerpo fue, más tarde, trasladado al cementerio de la Vía Tiburtina.
Prudencio, basándose en una interpretación equivocada de la inscripción del Papa San Dámaso, confunde a San Hipólito con otro mártir del mismo nombre y afirma que murió descoyuntado por un tiro de caballos salvajes en la desembocadura del Tíber. En un himno refiere que siempre había sido curado de sus enfermedades de cuerpo y alma cuando había ido a pedir auxilio a la tumba de San Hipólito y agradece a Cristo las gracias que le ha concedido por la intercesión del mártir. El mismo autor asegura que la tumba de San Hipólito era un sitio de peregrinación, frecuentado no sólo por los habitantes de Roma, sino por los cristianos de sitios muy remotos, sobre todo el día de la fiesta del mártir: "La gente se precipita desde la madrugada al santuario. Toda la juventud pasa por ahí. La multitud va y viene hasta la caída del sol, besando las letras resplandecientes de la inscripción, derramando especias y regando la tumba con sus lágrimas. Y cuando llega la fiesta del santo, al año siguiente, la multitud acude de nuevo celosamente... y los anchos campos apenas pueden contener el gozo del pueblo." Otra prueba de la gran veneración en que los fieles tenían a San Hipólito es que su nombre figura en el canon de la misa ambrosiana de Milán.
En 1551, se descubrió en el cementerio de San Hipólito, en el camino de Tívoli, una estatua de mármol del siglo III que representa al santo sentado en una cátedra; las tablas para calcular la Pascua y la lista de las obras de San Hipólito están grabadas en ambos lados de la cátedra. La estatua se halla actualmente en el Museo de Letrán.

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