31 de AGOSTO – SÁBADO –
21ª – SEMANA DEL T. O. – C –
SAN RAMON NONATO
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,9-11):
Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque
Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros. Como ya lo hacéis con
todos los hermanos de Macedonia.
Hermanos,
os exhortamos a seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos
de vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo
tenemos mandado.
Palabra
de Dios
Salmo:
97,1.7-8.9
R/. El
Señor llega para regir los pueblos con rectitud
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho
maravillas:
su diestra le ha dado la
victoria, su santo brazo. R/.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la
habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con
justicia
y los pueblos con
rectitud. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un
hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus
bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada
cual según su capacidad; luego se marchó.
El
que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros
cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que
recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al
cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar
las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le
presentó otros cinco, diciendo:
"Señor,
cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco."
Su
señor le dijo:
"Muy
bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré
un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Se
acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
"Señor,
dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos."
Su
señor le dijo:
"Muy
bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré
un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente,
se acercó el que había recibido un talento y dijo:
"Señor,
sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no
esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo
tuyo."
El
señor le respondió:
"Eres
un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y
recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para
que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses.
Quitadle
el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le
sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese
empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar
de dientes."»
Palabra
del Señor
1.
Para no pocos estudiosos de los evangelios, esta parábola es un problema
que plantea un problema sin solución.
Porque en esta historia se nos presenta un Dios que es tan generoso como
intolerante y exigente, que resulta insoportable.
Porque se interpreta como si
hablase de un Dios que es ejemplo de
generosidad y de exigencia a la vez.
O sea, Dios sería tan generoso
como temible para castigar. Pero, por suerte
para nosotros, la parábola no se
refiere ni a lo que Dios nos da, ni a lo que
Dios nos va a exigir el día del juicio.
El asunto va por otro camino muy distinto. ¿De qué se trata?
2.
No se puede interpretar a Dios como un "negociante", que busca
ganancias. Y que pide cuentas a sus hijos, para que cada uno le explique lo que
su vida ha rendido de ganancias celestiales. Eso sería la anulación de todo el Evangelio.
Entonces, ¿dónde está la clave de
explicación de la parábola?
La clave está en el "miedo".
El miedo que tenemos que arrancar de
nosotros mismos en nuestras relaciones con Dios. Es decir, el miedo que tuvo el
último de los empleados, el que recibió solo un talento.
Precisamente, la perdición de
aquel desgraciado fue su miedo. Y la parábola
viene a decir: el que se relaciona con Dios desde el miedo, está perdido.
Porque el miedo bloquea, paraliza y condena a la esterilidad.
Además, el miedo deforma por completo nuestra
relación con Dios. Si
decimos que "Dios es Amor" (1 Jn 4,
8. 16), entonces es exacto lo que ha escrito
J. Dupont:
"El amor no tiene miedo al riesgo". Y el que va por la vida
asustado
por el riesgo, es que no cree en Dios. En el
Dios de Jesús.
3.
En efecto, el empleado que recibió solo un talento le tuvo tanto miedo al
señor y dueño, que escondió el talento para devolverlo tal cual a su señor y amo.
Pero esto precisamente, el miedo, fue
su ruina y perdición. El miedo fue lo que le llevó al castigo y a la ruina. El
miedo le paralizó, le bloqueó y le impidió hacer algo útil en la vida.
4.
La enseñanza que se nos da aquí, está en que lo más práctico y directo
de
la parábola se refiere a la gestión que la
Iglesia hace de las cosas de Dios. Para
la Iglesia, es tan importante el miedo, que,
si no fuera por la "mentalidad del
miedo" que inocula en la conciencia de
sus fieles, la Iglesia no podría funcionar como funciona.
La Iglesia predica un Dios que mete miedo,
una moral que da miedo, un juicio que a todos nos asusta. Y así, somete a la
gente; y la lleva a los confesionarios, y la obliga a obedecer a cuanto dice el
Papa y los obispos. Y los curas hacen lo que dice el obispo, y los obispos hacen
lo que dice el Papa, y los teólogos enseñan lo que dice el Catecismo, aunque muchos
estén en desacuerdo con todo eso. Pero el miedo les obliga a callarse o a medir
las palabras, para no dar pie a que se les acuse ante los superiores religiosos.
Una Iglesia desinhibida del miedo,
sería una Iglesia distinta, sería otra cosa. Por eso hay que terminar con esta pregunta:
¿en qué creemos más, en el amor o en el miedo?
Cardenal -
Año 1240
San Ramón
Nonato: te rogamos
por todos los católicos que tienen
que sufrir
por defender nuestra santa religión.
Se le llama
Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a
luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.
Ramón significa:
"protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon = protegido).
San Ramón nació
en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres
Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían
llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la
Comunidad.
Pocos años
después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de
dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes
en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos
cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados
secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le
acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que
libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y
su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les
infligían.
Como entre los
musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón
se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta
a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces
hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a
una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no
abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán,
con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para
rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra
religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los
mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro
Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y
pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de
tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San
Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.
El Santo Padre lo
llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde
Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas
altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había
sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el
cielo.
A San Ramón
le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de
dar a luz sin peligro ni tormentos.
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