9 de AGOSTO – VIERNES –
18ª – SEMANA DEL T. O. – C –
(Sor Teresa Benedicta de
la Cruz)
Lectura
del libro del Deuteronomio (4,32-40):
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Pregunta,
pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios
creó al hombre sobre la tierra:
¿hubo
jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se
oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz
del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios
intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas,
signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes
terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto,
ante vuestros ojos?
Te
lo han hecho ver para que reconozcas que el Señor es Dios, y no hay otro fuera
de él. Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte, en la tierra te
mostró aquel gran fuego, y oíste sus palabras que salían del fuego. Porque amó
a tus padres y después eligió a su descendencia, él en persona te sacó de
Egipto con gran fuerza, para desposeer ante ti a pueblos más grandes y fuertes
que tú, para traerte y darte sus tierras en heredad, cosa que hoy es un hecho.
Reconoce,
pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en
el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y
mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos
después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da
para siempre.»
Palabra
de Dios
Salmo:
76,12-13.14-15.16.21
R/.
Recuerdo las proezas del Señor
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus
antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
R/.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como
nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo
maravillas,
mostraste tu poder a los
pueblos. R/.
Con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y
de José.
Guiabas a tu pueblo,
como a un rebaño,
por la mano de Moisés y
de Aarón. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (16,24-28):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El
que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y
me siga.
Si
uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la
encontrará.
¿De
qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?
¿O
qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus
ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su
conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes
haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad.»
Palabra
del Señor
1.
Lo primero que debemos tener presente los cristianos es que, en el
centro
mismo de lo que es la Iglesia, se sitúan tres
afirmaciones tan fuertes como exigentes:
1) La "roca" del papado.
2) El "escándalo" de Pedro.
3) El "seguimiento de la
cruz" de quienes aceptamos semejante proyecto.
2.
Al decir estas cosas, Jesús no hablaba de ascética, de mortificación, de
mística o de una forma de espiritualidad. Nada
de lo que sugieren estas palabras se asociaba, en la mentalidad de las gentes
de aquel tiempo, con la cruz, con un condenado a la ejecución de un crucificado.
Para los judíos de entonces, hablar de
la muerte en cruz era algo que se relacionaba con la maldición divina (Deut 23,
21; Gal 3, 13; 11QTemplo 64, 6-13).
¿Quién podía pensar, entre los oyentes
de Jesús, que aquel profeta de Dios quería para sus oyentes que terminaran sus
vidas como unos malditos por el Dios Altísimo?
3.
Hablar de la cruz, en la cultura del Imperio romano, era hablar de la
mayor
vergüenza, del peor dolor, el rechazo social,
la marginación, el fracaso y la condena.
La cruz era una "ejecución cruel" (Tácito, Séneca, Josefo).
- ¿Por qué Jesús llamaba a la gente a
terminar su vida con un final tan espantoso?
Jesús ni quería, ni quiere, el
sufrimiento. Lo que Jesús quería, y quiere, es que luchemos contra los
causantes del sufrimiento, de la opresión, de la deshumanización.
Ahora bien, asumir este proyecto en la
vida es lo mismo que tomar el mismo camino que él tomó. Un camino que obliga, a quien lo toma, a
vivir en los márgenes, a luchar por una utopía que entraña un proyecto
contracultural. Es el proyecto que ahora, quizá con las inevitables
equivocaciones y errores, asumen los "indignados", los hijos de la
"contra-cultura", que protestan de lo que tenemos, porque quieren una
vida y una convivencia más humana, más transparente,
más honrada. Esto es lo que entraña
"cargar con la cruz".
Santa Edith Stein
(Sor Teresa Benedicta de la Cruz)
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
(Edith) Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la
cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado
filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el
bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta
que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue
desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio
de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia.
Vida de Santa Edith Stein
(Sor Teresa Benedicta de la Cruz)
Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau
el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta
hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que
su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña".
Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la carmelita casi un
vaticinio.
El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había
cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y
voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió
hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran
hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith
perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de
rezar".
Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar
germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base
de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la
filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar
parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al
Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui
una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en
busca de soluciones puramente objetivas".
En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir
a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y
asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund
Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo
percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva.
Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto.
"Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología
condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga
Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro
atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el
estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la
máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de
formación profesional.
Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no
tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en
un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a
los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el
quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el
hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde
obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el
problema de la empatía ".
Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una
aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra,
quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo.
En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los
creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la
iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido
olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado
escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su
personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a
esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad
con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf
Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach
se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el
encuentro con la joven viuda.
Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi
primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus
portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló
Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba
en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde
el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos
detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los
ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente
ensamblada".
En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de
Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que
volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él
una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara
también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada
encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se
agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".
Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre
docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este
respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera
universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar
encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de
habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a
causa de su origen judío.
Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la
psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento,
Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola.
Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino
que es necesario ponerlo en práctica.
En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern
(Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de
Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio.
Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila.
La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la
verdad".
Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde:
"mi anhelo por la verdad era ya una oración".
En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la
Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba
erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig
Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi
religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a
Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino
de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la
Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento,
fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.
Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a
Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig
Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay
engaño" (cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a
entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de
Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un
empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para
maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931.
Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace
largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos.
"Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después
de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a
todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios.
Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de
nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno
atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de
dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su
programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período
precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de
Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna.
El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas
propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de
Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras
científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su
trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las
fiestas más importantes del año eclesiástico.
En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener
la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano.
Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino:
"Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor,
desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser
eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir
esta obra durante su vida.
En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el
Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de
desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y
fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo
quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo
conducirlo a Él ".
En 1933 la noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya
antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de
pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su
pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de
la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su
actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay
posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el
mundo".
El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un
convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya
el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre
Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de
Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en
ella".
Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de
la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de
su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña
a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres.
"¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra
Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su
madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No
podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba
atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios".
Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su
hermana Rosa le mandará noticias de casa.
El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las
Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma
de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith
Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo
de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que
se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los
demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser
esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será
posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de
1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de
renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi
madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme
confianza en su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío
en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel
abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".
En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de
1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su
última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ". La entrada de
Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien
entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más
cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios
". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.
"Pienso continuamente en la
reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy
una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente
grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938).
El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el
mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se
siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas
de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa
Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los
Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí
redacta su testamento el 9 de junio de 1939.
"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su
santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que
acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos
y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y
la paz del mundo... ".
Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le
había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito,
entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar
simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud
que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos...,
nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de
dar testimonio".
En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan
de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos
aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con
quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz)
sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello
estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado:
Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su
estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de la
Cruz ".
El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra
en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto
con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba
servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se
oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro
pueblo".
Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo,
las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se
trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos
católicos de los Países Bajos por los programas y las deportaciones de los
judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser
así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así...
cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente
sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde:
"para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la
presencia de Dios".
Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos
hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su
hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de
Auschwitz.
Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia
rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a
"una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha
permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado,
Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".
Fuente: http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_1
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