16 de AGOSTO – VIERNES –
19ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Roque
Lectura
del libro de Josué (24,1-13):
En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén.
Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y
alguaciles, y se presentaron ante el Señor.
Josué
habló al pueblo:
«Así
dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río Éufrates vivieron
antaño vuestros padres, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros
dioses. Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río, lo conduje por
todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. A Isaac le
di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que
Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para castigar a
Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. Saqué de Egipto
a vuestros padres; y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros
padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al Señor, y él
puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después desplomó sobre
ellos el mar, anegándolos.
Vuestros
ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos
años. Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os
atacaron, y os los entregué. Tomasteis posesión de sus tierras, y yo los
exterminé ante vosotros. Entonces Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, atacó a
Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que os maldijera; pero yo no
quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendeciros, y os libré de sus
manos. Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Los jefes de Jericó os
atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y
jebuseos; pero yo os los entregué; sembré el pánico ante vosotros, y
expulsasteis a los dos reyes amorreos, no con tu espada ni con tu arco. Y os di
una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no habíais construido, y
en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais plantado, y de los
que ahora coméis."»
Palabra
de Dios
Salmo:
135,1-3.16-18.21-22.24
R./
Porque es eterna su misericordia
Dad gracias al Señor porque es bueno. R/.
Dad gracias al Dios de los dioses. R/.
Dad gracias al Señor de los señores. R/.
Guió por el desierto a su pueblo. R/.
Él hirió a reyes famosos. R/.
Dio muerte a reyes poderosos. R/.
Les dio su tierra en heredad. R/.
En heredad a Israel, su siervo. R/.
Y nos libró de nuestros opresores. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le
preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es
lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él
les respondió:
«¿No
habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo:
"Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino
una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos
insistieron:
«¿Y
por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él
les contestó:
«Por
lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al
principio, no era así.
Ahora
os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa
con otra, comete adulterio.»
Los
discípulos le replicaron:
«Si
ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero
él les dijo:
«No
todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don.
Hay
eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los
hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que
pueda con esto, que lo haga.»
Palabra
del Señor
1.
Lo que Jesús dice aquí suele utilizarse para defender la indisolubilidad
del matrimonio y, por tanto, para rechazar el divorcio en cuanto que se
considera una práctica prohibida por el Evangelio. Pero no se trata de eso.
Este evangelio no se refiere al divorcio,
tal como nosotros lo entendemos. La
pregunta que los fariseos le hacen a Jesús se refiere al derecho unilateral que
la ley de Moisés (Deut 24, 1) concedía a los maridos en el judaísmo.
2.
En tiempo de Jesús, el problema se había complicado. Porque había dos teorías
teológicas que discutían sobre las condiciones, que se debían exigir, para que
el marido pudiera repudiar a la esposa.
La escuela de Shammai era rigorista y
solo permitía el repudio en caso de adulterio de la esposa.
Por el contrario, la escuela de Hillel
era permisiva con el hombre y justificaba que el marido pudiera echar a la
calle a su mujer por el simple hecho de que encontrara otra mujer que le
gustara más (Billerbeck, I, 313 s).
Lo que daba pie a toda clase de abusos
de los hombres en su relación con las mujeres,
siempre sometidas y calladas.
3.
Lo que los fariseos le preguntan a Jesús es si estaba de acuerdo con la
teoría permisiva y machista de Hillel. Y eso es lo que Jesús niega.
Lo que, en definitiva, equivale a
defender la igualdad de derechos del hombre y de la mujer. Y, al mismo tiempo,
al decir eso, Jesús anuló la citada ley de Moisés, apelando al relato mítico de
la creación (Gen 1, 27).
Jesús afirma que el amor humano une a
las personas hasta fundirlas en "una sola carne", es decir, en una
unidad que no permite desigualdades legales.
Sabemos que la Iglesia permitió el
divorcio (en determinados casos) durante
siglos. El Decreto de Graciano (s. XI) recoge la respuesta que Gregorio
II dio al obispo san Bonifacio (año 726) en la que el Papa justificaba un caso
de divorcio.
El matrimonio es una meta a conseguir,
no una ley obligatoria.
4.
Es importante saber (y tenerlo siempre presente) que una cosa es la
"diferencia" y otra cosa es la "desigualdad".
La diferencia es un hecho. La igualdad es un derecho.
"Diferencia" es un término
descriptivo.
"Igualdad" es un término
normativo (L. Ferrajoli).
Por eso, de la diferencia no se puede
deducir una desigualdad de derechos.
Los hombres y las mujeres somos
diferentes. Pero somos todos iguales en
dignidad y derechos. Esto es lo que Jesús quiso establecer y defender.
Cosa que el Derecho Canónico de la
Iglesia no ha tenido debidamente en cuenta. Si en el índice de materias del
Código vigente se busca la palabra "mujer", no se encuentra por
ninguna parte. Esto es muy preocupante.
Enfermero - Año 1378
Que San Roque bendito nos libre de enfermedades, epidemias y contagios del
cuerpo y del alma. Amén.
Roque significa: "Fuerte como
roca".
Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que
consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente
extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias,
porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que
se encomiendan a él. Quizás él pueda librarnos de epidemias peligrosas.
San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus
padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y
se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones
por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A
muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa
Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la
sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con
todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa
ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente
decía al verlo: "Ahí va el santo".
Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él
contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras.
Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio
donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se
refrescaba.
Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar
cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque.
Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y
siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el
bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier.
Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron
con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a
los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación
de las almas.
Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen
Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd
descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de
pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de
la ciudad. Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde
entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de
conseguirlos por montones en tantos siglos.
Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una
de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.
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