viernes, 2 de agosto de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 de AGOSTO – SÁBADO – 17ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Asprenato de Nápoles




3 de AGOSTO – SÁBADO –
17ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura del libro del Levítico (25,1.8-17):

El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí:
«Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años.
A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación haréis resonar la trompera por todo vuestro país.
Santificaréis el año cincuenta y promulgaréis la manumisión en el país para todos sus moradores. Celebraréis jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia.
El año cincuenta es para vosotros jubilar; no sembraréis ni segaréis el grano de ricio ni cortaréis las uvas de cepas bordes. Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comeréis de la cosecha de vuestros campos.
En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad. Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques. Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos desde el jubileo. Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas.
Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios.»

Palabra de Dios
Salmo: 66

R/. oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,1-12):

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos:
«Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo:
«Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel.
Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Palabra del Señor

1.  Los especialistas en el estudio de los evangelios, están de acuerdo en que la
fuente de donde Mateo toma este episodio es Mc 6, 14-29. (U. Luz). Pero Mateo abrevió el relato.
En todo caso, lo que queda patente es que Juan y Jesús tenían los mismos enemigos. Así aparece en Mt 3, 7; 11, 18 s; 21, 23. 32.
Los dos fueron grandes profetas, que se apartaron de la religión oficial. Cosa que es patente en el caso de Juan cuyo padre era un sacerdote del Templo. Pero él se alejó de aquella "profesión" y se fue al desierto solitario. Para prepararse con vistas a su misión de preparar la aparición de Jesús, el Mesías.
Juan y Jesús fueron hombres libres, que hablaron con libertad y dijeron lo que tenían que decir. Eso les costó a los dos el mismo final: la muerte violenta de los poderes dominantes.

2.  Limitándonos al caso de Juan, su proyecto de vida le llevó a denunciar la
vida de corrupción y escándalo en que vivía el rey. Lo que le costó la cárcel y la vida.
Es duro vivir con coherencia y hablar con libertad en una sociedad escandalosamente corrupta.  Porque si uno pretende ser coherente, por eso
mismo se ve enfrentado a elegir entre la coherencia o la mala conciencia.
La coherencia implica no callar. Porque, en tales condiciones, el silencio es
complicidad con los corruptos.  Que es lo que hace posible que el mal se perpetúe.  Es un hecho que la corrupción (política, económica, religiosa...) se perpetúa   mediante el silencio de las personas de orden, es decir, gracias a la bondad de las buenas personas.
El día en que los sumisos dicen "¡Basta!", ese día la corrupción se deshace como la sal en el agua.
Quienes más ayudan a la corrupción   son los "buenos silenciosos", los "prudentes", que son, en definitiva, los "cobardes" disimulados de honestos.

3.  Los poderosos usan y abusan de su poder porque hay "prudentes" que prefieren pasar por gente equilibrada, antes que crearse (o crear) complicaciones ante los poderes públicos.
El asesinato de Juan Bautista es una buena lección de honradez ética y de desvergüenza política, ambas cosas.

San Asprenato de Nápoles


En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III)..

Breve Biografía

Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.
De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.
Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.
De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.
Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convertiría.
En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.
Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.
El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyas alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.
Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.
En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.
Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.

Fuente: Santiebeati.it

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