26 de AGOSTO – LUNES –
21ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Comienzo
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5.8b-10):
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en
Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz.
Siempre
damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras
oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de
vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en
Jesucristo, nuestro Señor.
Bien
sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se
proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza
del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra actuación
entre vosotros para vuestro bien.
Vuestra
fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos
necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la
acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo
Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos
libra del castigo futuro.
Palabra
de Dios
Salmo: 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El
Señor ama a su pueblo
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en
la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por
su Creador,
los hijos de Sión por su
Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y
cítaras;
porque el Señor ama a su
pueblo
y adorna con la victoria
a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en
filas:
con vítores a Dios en la
boca;
es un honor para todos
sus fieles. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
«¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino
de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para
ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble
que vosotros!
¡Ay
de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga,
jurar por el oro del templo sí obliga!" ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el
oro o el templo que consagra el oro?
O
también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en
el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que
consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está
sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y
quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está
sentado en él.»
Palabra
del Señor
1.
Jesús deja patente en esta extensa y larga diatriba que los más doctos y
observantes cumplidores de la religión se
veían a sí mismos como "modelos ejemplares" para el pueblo, pero no
veían las contradicciones en que vivían.
Los de entonces y los de ahora. La más
fuerte de todas esas contradicciones está en que, pensando que llevan a la
gente al cielo, lo que realmente hacen es precipitar a los incautos devotos en
la perdición. Con lo cual, lo que Jesús les dice es que, cuando se pretende
llevar a la gente al cielo mediante rigorismos religiosos y observancias
pesadas, lo que se consigue con todo eso es alejar a la gente de Dios. Por eso
hay tantas personas que ni quieren oír hablar de Dios y de la religión. A eso
llevan semejantes exigencias de conciencia.
2.
Pero más grave que todo eso es sacarle a la gente el dinero utilizando
el
pretexto de rezos, misas, novenas, peregrinaciones,
indulgencias y toda esa
larga serie clerical de prácticas y
observancias, que tanto peso siguen teniendo para no pocas gentes chapadas a la antigua o atormentadas por sentimientos
de culpa. En todo caso, lo que Dios no tolera es que se utilice su santo nombre,
sus palabras y sus promesas, para convertir todo eso en negocio.
Eso se ha hecho con frecuencia en las
religiones, concretamente en la Iglesia. Y el dolor más grande es que, a veces
se sigue haciendo, con el pretexto de que
así se acerca a los fieles al camino de la
salvación.
La religión se presta, con frecuencia,
a todos estos engaños, trampas o torpezas.
3.
Y a todo lo dicho, hay que sumar la complicada casuística de ciertas
prácticas y observancias, relacionadas con los juramentos, los rituales, las
tradiciones, las prácticas sacramentales, etc.
Jesús no enseñó nada de eso.
Jesús rechazó todo eso. Y, sin embargo,
lo sorprendente es que ahora, desde hace algunos años, hay una tendencia creciente
que intenta recuperar lo superado: las misas en latín, los ritos de antaño, las
costumbres y sumisiones que se imponían a los fieles en los tiempos anteriores
al concilio Vaticano segundo...
Por supuesto, se debe respetar la manera
de pensar de cada uno. Pero que no
impongan a los demás lo que a determinados grupos -por el motivo que sea- les
conviene.
En Liria, en España, santa Teresa
de Jesús Jornet Ibars, virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el
Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897).
Fecha de beatificación: 27 de abril de 1958 por el Papa Pío XII
Fecha de canonización: 27 de enero de 1974 por el Papa Paulo VI.
Breve Biografía
Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de
la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde el crepúsculo teñido de
rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de
ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan,
atienden, dan casa y ofrecen el calor de la familia que quizá perdieron o acaso
les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya no se
podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía
que ellos agradecen al buen Dios el testimonio y vida de unas personas, en este
caso siempre mujeres, que han hecho de su existencia una ofrenda de caridad
efectiva.
Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y
ventilado; allí se reza, se come alimento sano, se proporcionan las medicinas
pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y
sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas,
activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que levantar; se les ve por
las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo
que sobra o algo de lo que se usa; llevan con ellas a todo el recuerdo de la
caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de la Virgen y del Sagrario
sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que
de continuo han de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan,
planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que animar a tanta juventud
acumulada.
Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas
coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de salud en el cuerpo y
alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino
tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.
Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres,
Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su
familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de
la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura
religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su
hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su
tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador,
escritor, penitente, un huracán enardecido, acabará también en los altares.
Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en
Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían
desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.
El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación
de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más
en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace
clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana
Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y
compleja, no permite el gobierno la emisión de votos.
Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la
actividad docente.
Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de
sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución
femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende
Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra
paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde
entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.
Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las
Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien
da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos;
llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar
el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere
Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de
1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos
habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.
No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera
dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó
que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue
el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de
beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la
sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan
frecuentemente Dios quiso mandar.
Artículo de: Archidiócesis de Madrid
El
anciano abuelo tembloroso, ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la
sopa. Primero sus hijos le hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la
madera seguía ensuciando el mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan
a la cocina. El abuelo tiene que comer solo en la compañía de sus hijos y de
sus nietecitos. El más espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera
muy afanado. -¿Qué haces?, le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una
cuchara de madera para cuando papá y tú seáis mayores”.
En la provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de
Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de
1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad
activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a
donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la ciudad.
Estudia magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser
admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar
por la prohibición de la legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se
hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció después de la muerte de su
padre, la obligó a permanecer en su casa por algún tiempo.
Don Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién
confió la dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra
destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia.
Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber
hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872,
fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su
hermana, María.
Teresa se adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un
siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera,
pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman líos entre las familias
para zafarse del engorro de los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos
viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano carecen de frigoríficos y de
muchos de nuestros cachivaches de la modernidad; pasan hambre y toda clase de
necesidades, pero conservan su humanísima tradición de respetar al anciano y
considerarle como una bendición. Les minusvaloramos en esta cultura de la
juventud, la belleza y el cultivo de los cuerpos, pero en humanismo el tercer
mundo va por delante con nota al mundo que se cree supercivilizado.
El 27 de enero de 1873, los miembros de la nueva congregación,
recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de
buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad.
La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen
de los Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy
pronto el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder
recibir más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió
en la casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos
Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que en 1887, cuando fue
aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.
María Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el
cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la
soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño.
Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las
clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente
deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una
actividad incansable y una inalterable confianza en Dios. A los que le
reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: "No hay
nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios". Cuando le decían que
emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo:
"Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores".
Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago
continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza,
y el mundo bajo los pies".
Su organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas
físicas se juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera,
que acabó con veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la
obligó a detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el
buen aire le devolviera la salud.
Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa
Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.
Autor: P. Jesús Martí Ballester
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