23 de AGOSTO – VIERNES –
20ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Comienzo
del libro de Rut (1,1.3-6.14b-16.22):
En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país, y un hombre
emigró, con su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de
Moab. Elimelec, el marido de Noemí murió, y quedaron con ella sus dos hijos,
que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut.
Pero, al cabo de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, y
la mujer se quedó sin marido y sin hijos. Al enterarse de que el Señor había
atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el
camino de vuelta desde la campiña de Moab. Orfá se despidió de su suegra y
volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.
Noemí
le dijo:
«Mira,
tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. Vuélvete tú con ella.»
Pero
Rut contestó:
«No
insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas,
viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios.»
Así
fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab.
Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.
Palabra
de Dios
Salmo: 145,5-6ab.6c-7.8-9a.9be-10
R/.
Alaba, alma mía, al Señor
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el
Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la
tierra,
el mar y cuanto hay en
él. R/.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los
oprimidos,
que da pan a los
hambrientos.
El Señor liberta a los
cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los
que ya se doblan,
el Señor ama a los
justos.
El Señor guarda a los
peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de
los malvados.
El Señor reina
eternamente,
tu Dios, Sión, de edad
en edad. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho
callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la
Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro,
¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él
le dijo:
«"Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu
ser."
Este
mandamiento es el principal y primero.
El
segundo es semejante a él:
"Amarás
a tu prójimo como a ti mismo."
Estos
dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra
del Señor
1.
Como es bien sabido, los
fariseos eran los más estrictos y fieles observantes de la ley religiosa judía.
Una ley que era sumamente complicada.
Se componía en total de 248 preceptos
y 365 prohibiciones.
Como es lógico, todo ese enorme cuerpo
legal no podía tener la misma
importancia en todos y cada uno de esos
preceptos y prohibiciones. Pero con frecuencia los rabinos insistían en
que los preceptos "pequeños" eran de la máxima importancia (U. Luz).
De ahí, la intención de poner a Jesús
en un aprieto al preguntarle cuál era
el mandamiento principal. Los más sumisos
observantes suelen ser gente que
disfruta acosando y poniendo en aprietos a quienes son personas abiertas,
liberales, progresistas.
2.
Jesús pone la cumbre de todos los mandamientos en lo que se dice en Deut
6, 5. Por encima de cualquier otro precepto o prohibición está el amor a
Dios.
La originalidad de Jesús -en
principio- está en que, sin que le pregunten eso, une al amor de Dios el amor
al prójimo (Lev 19, 18). Con lo cual viene a decir que no es posible amar a
Dios si el amor al prójimo no es equivalente.
Se trata, en el fondo, de un mismo e
idéntico amor.
3.
El planteamiento de Jesús es decisivo.
Porque, como a Dios nadie lo ve,
nos podemos equivocar, y nos equivocamos
constantemente, pensando que amamos a
Dios, cuando en realidad, el único comprobante infalible que tenemos de nuestro
amor a Dios es el amor que nos une a los demás, sobre todo
a los que más lo necesitan. Y no olvidemos
jamás que la comprobación del amor,
que se tiene a otras personas, no es lo que siente el presunto amante,
sino lo que piensan, dicen y sienten los que
tienen que ser amados.
Este es el test del verdadero amor a
los demás. Y, en definitiva, a Dios. Todo lo demás son formas de engañarse uno
a sí mismo. Teniendo presente que la medida del cariño, que tenemos a los
demás, no está en la conciencia del amante, sino en el rostro del que se siente
(o no se siente) querido.
Santa Rosa de Lima
Santa Rosa, virgen, que, insigne
desde muy niña por su austera sobriedad de vida, en Lima, en el Perú, vistió el
hábito de las Hermanas de la Tercera Orden de Santo Domingo. Entregada a la
penitencia y a la oración, y ardiente de celo por la salvación de los pecadores
y de la población indígena, aspiraba a dar la vida por ellos, sometiéndose de
buena gana a toda clase de sufrimientos para ganarlos para Cristo. Su muerte
tuvo lugar el día veinticuatro de agosto. († 1617).
Fecha de Beatificación: 15 de abril de 1668
por el Papa Clemente IX 15 abr 1668
Fecha de Canonización: 12 de abril de 1671
por el Papa Clemente X
Vida de Santa Rosa
de Lima
El Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable:
"Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus
predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con
su oración y sus mortificaciones". Lo cual es mucho decir.
Isabel Flores de Oliva, hija de Gaspar de Flores y María de Oliva,
que por su belleza recibió popularmente el nombre de "Rosa" al que
ella añadió "de Santa María" En el bautizo le pusieron el nombre de
Isabel, pero luego la mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía
sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y
el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre,
con el cual es conocida ahora en todo el mundo.
En los años en que nació Santa Rosa de Lima, la sociedad de su época,
propia de un periodo colonial, está orientada en varios aspectos por el ideal
de tener más. Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la
gran mayoría de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos.
La familia de Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan
en darle una seria educación humana además de proporcionarle una sólida
formación en la fe.
Lima tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de
Santo Domingo. Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a
meditar la Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales
o "doctrinas".
Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la
meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el
niño Jesús le decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor". Y en
adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano
decir que si muchos hombres se enamoraban perdidamente era por la atracción de
una larga cabellera ó de una piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso
llevar el rostro cubierto con un velo, para no ser motivo de tentaciones para
nadie. Quería dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.
Rosa en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de
religiosa contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar
esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios
desde fuera del convento, esto sucedió así:
Se había propuesto irse de monja agustina. Pero el día en que fue a
arrodillarse ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le
iluminara si debía irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo
donde estaba arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse,
pero él tampoco fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la
voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial,
si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su
idea". Tan pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis
y se pudo levantar del suelo fácilmente.
A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad
universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar,
había sucedido que ella vino a saber que la más famosa terciaria dominica es
Santa Catalina de Siena (29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla
en todo. Y lo logró de manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el
manto negro y el velo también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a
las reuniones religiosas del templo.
Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran
pobreza. Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un
huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer
costuras, para ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar da clases a
los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa,
cítara). En aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.
Participa en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo
de su casa, en la huerta de sus padres, construye una cabaña, una ermita, con
el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con
Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella
se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". A esto
une una serie de mortificaciones. Explica en sus escritos que la mortificación
es necesaria para ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados
por el Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo.
Frente a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los
demás, persona las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los
pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la
compasión.
Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho
mayores penitencias, lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su
amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como
en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús:
"quien se humilla será enaltecido".
Una segunda penitencia de Rosa de Lima fue la de los alimentos. Su
ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo
mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores,
no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la
atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la
cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.
Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que
le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una
almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era
mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar
en buscar un lecho más cómodo.
Los últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración
mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y
sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y
aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había
ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa.
Rosa de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don
Gonzalo de Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico del
gobierno y su esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por Rosa.
Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la
joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma
medida tu amor".
Desde 1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de
agosto, demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es
que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi
redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después
de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para
siempre junto al amadísimo Salvador a los 31 años.
Y a esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios,
le hicieron un funeral poco común en la ciudad de Lima. La primera cuadra
llevaron su ataúd los monseñores de la catedral, como lo hacían cuando moría un
arzobispo. La segunda cuadra lo llevaron los senadores (u oidores), como lo
hacían cuando moría un virrey. Y la tercera cuadra lo llevaron los religiosos
de las Comunidades, para demostrarle su gran veneración. El entierro hubo que
postponerlo porque inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas
interminables de fieles pasaban con devota veneración frente a él. Después la
sepultaron en una de las paredes del templo
Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en
Lima. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda
América Meridional y Filipinas la veneran como patrona.
Así es, como es celebrada como la primera flor de santidad de
América, insigne por la fragancia de su penitencia y oración. Dotada de
brillantes cualidades y dotes de ingenio que tuvo ya desde niña se consagra al
Señor con voto de virginidad. Sintió profunda veneración por Santa Catalina de
Siena, con quien se advierte una sorprendente afinidad, así fue como por ello
decidió en 1606, inscribirse en la Orden Seglar Dominicana para darse más
plenamente a la perfección evangélica.
Esta amante de la soledad dedicó gran parte del tiempo a la
contemplación deseando también introducir a otros en los arcanos de la
"oración secreta", divulgando para ello libros espirituales. Anima a los
sacerdotes para que atraigan a todos al amor a la oración.
Recluida frecuentemente en la pequeña ermita que se hizo en el huerto
de sus padres, abrirá su alma a la obra misionera de la Iglesia con celo
ardiente por la salvación de los pecadores y de los "indios". Por
ellos desea dar su vida y se entrega a duras penitencias, para ganarlos a
Cristo. Durante quince años soportará gran aridez espiritual como crisol purificador.
También destaca por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos.
Rosa arde en amor a Jesús en la Eucaristía y en honda piedad para con
su Madre, cuyo rosario propaga con infatigable celo, estimando que todo
cristiano "debe predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el
corazón".
Los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la
intercesión de Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona
de América Latina, Rosa de Lima, es la más bella rosa que ha producido nuestro
continente.
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