15 DE ABRIL – MIÉRCOLES
DE LA OCTAVA DE PASCUA – A –
San Telmo Confesor
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,1-10):
EN aquellos días, Pedro y Juan subían al tempo, a la oración de la hora
nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían
colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa, para que
pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a
Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le
dijo:
«Míranos».
Clavó
los ojos en ellos, esperando que le dieran algo. Pero Pedro le dijo:
«No
tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno,
levántate y anda».
Y
agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron
los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con
ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios.
Todo
el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era
el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron
estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.
Palabra de Dios
Salmo: 104,1-2.3-4.6-7.8-9
R/. Que se alegren los que buscan al Señor
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas todos los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R/.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.
Secuencia (Opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):
AQUEL mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús
iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él
les dijo:
«¿Qué
conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos
se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le
respondió:
«¿Eres
tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él
les dijo:
«¿Qué».
Ellos
le contestaron:
«Lo
de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces
él les dijo:
«¡Qué
necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario
que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y,
comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se
refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron
cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero
ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate
con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y
entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?».
Y,
levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era
verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y
ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor
1. Sea cual sea el "valor histórico"
que se le conceda a este relato, el "significado religioso" (para la
fe) está claro. Es el relato que explica el retorno de los que se van de la
comunidad, por qué se van y por qué retornan.
Todo esto es lo que explica el episodio de los discípulos de Emaús.
2. Se van porque han perdido la esperanza. No la
esperanza en la otra vida, sino su esperanza para esta vida. Piensan que Jesús
ya no les aporta nada:
nosotros esperábamos. Pensaban que Jesús iba a
arreglar el mundo. Y fracasó.
Esperanzas rotas que dejan desengaños.
3. Escuchan al "caminante
desconocido", lo acogen, lo invitan a cenar. Acoger al "caminante desconocido"
es acoger a Dios.
Así, la Palabra de
Dios les toca el corazón. Y se les abren los ojos para ver a Jesús al
"partir el pan".
Así recuperan las
esperanzas perdidas y con ellas la alegría. Es el camino del retorno.
4. "Reconocieron a Jesús al partir el
pan". Cuando compartimos lo que tenemos con los demás, entonces se nos
abren los ojos para reconocer a Jesús.
Por eso, ¿cómo va a creer en Jesús este mundo tan "desigual",
tan dividido y enfrentado?
San Telmo
Confesor
Es uno de los santos medievales más populares, cuya figura
se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos
contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Vida de San Telmo Confesor
Su verdadero nombre de pila es Pedro y llevó como
apellidos González Termo. Nació en una familia muy cristiana alrededor del año
1185, cuando es rey en León Fernando II y en Castilla Alfonso VIII; se bautizó
en la iglesia románica de san Martín de Frómista, en Palencia.
Un tío suyo que es canónigo y llega a obispo se encarga de
su educación. El joven Telmo entra en los Estudios Generales - centro, orgullo
de los palentinos, recientemente establecido por Alfonso VIII, el vencedor de
las Navas, antes aún que el de Salamanca, fundado en el siglo XIII por Alfonso
IX-. Su inteligencia está mejor dotada que la de muchos; rinde más por los
buenos maestros que por el esfuerzo que pone. No está Palencia para mucho
intelectual esfuerzo ya que en la época no mandan los letrados teólogos sino
los armados caballeros; es el tiempo del romance con juglares y trovadores que
ganan su vida cantando batallas por el camino de Santiago bien cercano. A decir
verdad, a Telmo le va la jarana, la bulla, la chanza y los torneos. Influye en
la estudiantina y en el pueblo. Tiene éxito entre las mozas y es ¡sobrino
mimado del obispo! Aunque las disposiciones son mínimas y parece que no habrá
muchas promesas de buen clérigo, su tío lo hace canónigo y al poco tiempo lo
eleva a deán con pingüe beneficio.
Rechaza el deanato, renuncia a la canongía y a sus
prebendas. Llama a las puertas del convento de Dominicos que ha poco fundó en
Palencia Domingo de Guzmán y donde se forman monjes que para la disputa con los
albigenses. Allí se entrega a la oración, con disciplina y sacrificio, orden,
obediencia, sacrificio, humildad, estudio, servicio a los demás y... ¡con
alegría por dentro! Pasado un tiempo, con dotes de predicador innatas, explica
la doctrina al pueblo, se producen conversiones, dedica tiempo a los pobres y
visita a los enfermos.
Andalucía es promesa ahora que Fernando el Santo es rey de
los dos reinos. Se ha pasado la línea de Sierra Morena y la arrebatar el sur a
la Medialuna es el empeño de la cruzada. Los ejércitos están necesitados de
ilusión, los soldados tienen alma que cuidar cuando los avances y retrocesos
son vandálicos y las pasiones entran en juego. Allá está Telmo predicando,
perdonando, alentando y encauzando a caballeros y mesnadas.
De nuevo en Galicia, es Lugo quien se beneficia de su
actividad apostólica. Las predicaciones son multitudinarias y con frecuencia
son insuficientes los templos. Difunde ampliamente el Santo Rosario y tiene los
primeros contactos con los marineros.
Córdoba es también, cuando la toman en el 1236, el lugar
donde ejerce Telmo el ministerio y ahora es consejero y confesor del rey
Fernando, además de atender a los ejércitos. Una preciosa tabla de la catedral
de Tuy representa al rey arrodillado dentro de la real tienda con Telmo sentado
impartiéndole perdón y consejo. Pero, como no es palaciego, terminado el
encargo, vuelve a la Galicia de sus sueños.
Tuy se aprovechará de sus desvelos. Enseña lo que sabe,
tiene cura de almas, resalta su oficio de padre de los pobres, dirige
conciencias, socialmente influye -con la formación que da a los pescadores y
marineros- poniendo los cimientos de lo que luego serán las cofradías y los
gremios. Dicen que le vieron hacer milagros, mandar a las nubes, aplacar
tormentas, atravesar a pie el Miño, conseguir milagrosamente comida y predecir
el día y hora de su muerte conocidos por aviso del Cielo.
El obispo don Lucas -el autor del Chronicon Mundi-
presidió sus funerales, mandó fabricar su mausoleo, conservar religiosamente
sus reliquias y recoger información judicial para abrir su proceso.
Fuente:
archimadrid
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