7 DE ABRIL –
MARTES SANTO – A –
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, sacerdote
Lectura
del libro de Isaías (49,1-6):
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y
pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la
sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
- «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en
viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi
causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó
desde el vientre como siervo suyo, para que le devolvise a Jacob, para que le
reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi
fuerza:
- «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer
de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que
mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Palabra de Dios
Salmo:
70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17
R/.
Mi boca contará tu salvación, Señor
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a
salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi
juventud. R.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.
Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi
juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus
discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo
decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de
Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás.
Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la
bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta
o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente.
Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si
Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero
lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará
el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor
1. Este relato resulta más impresionante cuando
se recuerda que esto sucedió en la cena de despedida, precisamente cuando Jesús
iba a entrar en la agonía del miedo a la muerte, en Getsemaní, en el dolor de
la traición, y con la seguridad de que le esperaba el juicio, la condena y la
ejecución con que, en el Imperio, se castigaba a los peores delincuentes.
El evangelio de
Juan, al difundir lo que allí sucedió, puso en evidencia el contraste —incluso
la contradicción— entre la Iglesia y el Evangelio.
En la Iglesia,
preocupa mucho la "imagen pública" de sus dirigentes (Papa, obispos,
sacerdotes...). Por eso, la Iglesia oculta tantas cosas. No sea que, si la
gente se entera, se dañe la buena imagen del clero.
La Iglesia tapa y
esconde asuntos de dinero, manejos de poder, ambiciones disimuladas,
rivalidades vergonzosas, por no hablar de los conocidos escándalos relacionados
con el sexo...
2. El Evangelio no oculta cosas que ahora, sin
duda, se habrían ocultado. Los evangelios, sin embargo, nos informan de las terribles
miserias de los primeros apóstoles: el "ecónomo", Judas, que (por
codicia de dinero) fue un traidor. Y el primer eslabón del "papado",
Pedro, que (por cobarde) negó a Jesús y renegó de su fe, cuando más tenía que
confesarla. Nada de esto se oculta. Se cuenta tal como ocurrió.
De Pedro, se nos
informa que se opuso a Jesús y este le llamó "Satanás" (Mc 8, 32-33
par); que le faltó la fe hasta hundirse delante de Jesús (Mt 14, 29-31 par);
como sabemos que entre los apóstoles hubo rivalidades y apetencias de estar los
primeros, situaciones que Jesús tuvo que cortar en seco (Mc 10, 35-45 par; Mt
18, 1-5 par; Lc 22, 24-27).
3. Los evangelistas pensaban que, en la vida, es
más importante la "transparencia" que la "buena apariencia".
Cuando en un grupo
humano o en una
institución se le da más importancia al
"parecer" que al "ser", ese grupo pierde toda credibilidad
y, por tanto, carece de autoridad.
Nunca nos tenemos
que avergonzar de lo que somos y cómo somos.
SAN JUAN
BAUTISTA DE LA SALLE, sacerdote
1651-1719
Fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos Lasallistas)
Patrón de los maestros
San Juan
Bautista nace en la ciudad de Reims, Francia, el 30 de abril de 1651. Es
contemporáneo del gran Rey Luis XIV, llamado el Rey Sol. Su familia es muy
acomodada y su madre piadosa. Es el mayor de 10 hijos.
Ya a los 10
años de edad desea ser sacerdote. A los 15 años Juan Bautista es nombrado
canónigo en el cabildo de Nuestra Señora de Reims, uno de los más ilustres del
reino. Al cumplir sus 18 años terminó los estudios medios en el Colegio
Bons-Enfants de Reims, se graduó de Maestro en Artes e ingresó al famoso
Seminario de San Sulpicio en París.
A los 19
años quedó huérfano de padre y madre y tomó la responsabilidad de educar sus seis
hermanos menores (otros tres murieron de pequeños). A los 22 años, Juan
Bautista De La Salle obtuvo la Licenciatura en Teología, en la Soborna. Es
ordenado sacerdote a los 27 años, en 1678.
Pocos meses
después de su ordenación ayudó al Señor Adriano Niel en la fundación de una
escuela de caridad en Reims. Al poco tiempo muere su director espiritual,
Nicolás Roland, dejando la Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús que había
fundado. Juan Bautista se hace cargo de proveer por ellas.
A los 30
años El Padre De La Salle era doctor en Teología. Parecía estar encaminado
hacia altos cargos eclesiales. Pero sentía la llamada de Dios a la formación de
los pobres. El 24 de Junio de 1680 Juan Bautista se comienza a reunir con un
grupo de maestros en su casa de familia. Allí, durante el día les da formación
humana, pedagógica y cristiana.
Fundación
Al año
siguiente, el 24 de Junio de 1681, el Padre De La Salle se traslada con sus
maestros a vivir en una casa de alquiler en la Calle Nueva, Parroquia de San
Esteban. Este evento marca el nacimiento de la Comunidad de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas.
La
espiritualidad de los Hermanos se caracteriza por su espíritu de fe que
consiste en ver, juzgar, amar y obrar siempre a la luz del Evangelio; es decir,
de la vida y doctrina de Jesucristo.
El Padre La
Salle introdujo muchas reformas en la educación. En su esfuerzo por llegar a
cuantos pobres pudiese, Juan Bautista decidió no enseñarles latín, lo cual fue
un principio revolucionario. Introdujo también la enseñanza de niños en grupo,
pues hasta entonces se educaba a cada niño por separado.
En 1688 abrió
una escuela gratis en Paris para jóvenes pobres. También fundó universidades en
Reims y Saint-Denis para entrenar a maestros.
En Agosto de
1683, El Padre De la Salle renunció a ser canónigo de la Catedral de Reims para
dedicarse plenamente a la dirección de las Escuelas Cristianas y la formación
de su comunidad de maestros.
Amor a los pobres
Durante el
invierno de 1684 una hambruna desoló a Francia. El Padre De La Salle repartió
sus bienes a los pobres hasta quedarse el mismo pobre. Su propósito se mantiene
fijo: Educar a los pobres.
En Junio de
1686 el Padre De La Salle propuso a los maestros de su comunidad consagrarse a
Dios para servir en el mundo y no como monjes. El Domingo 9 de Junio ocho
Hermanos, todos ellos directores, emitieron sus primeros votos en compañía de
Juan Bautista De La Salle: obediencia, asociación y estabilidad. Los hermanos
para entonces ya vivían en pobreza y celibato.
El 15 de
agosto: Consagración a la Santísima Virgen. El Padre De La Salle consagró su
comunidad a la Virgen.
Pruebas muy
dolorosas no faltaron. Algunos maestros se dejaron llevar por la mentalidad del
mundo. Juan Bautista trató de convencerles, pero al final debió despedir a
algunos. Pero la obra avanza. En vida del santo, su congregación abrió escuelas
en muchas ciudades.
Una vez
establecida la congregación renunció a ser Superior General y se sometió al
nuevo superior en completa obediencia. Casi siempre viajaba a pie, pidiendo
alimento y alojamiento.
El viernes
santo del 7 de abril de 1719, el Padre De La Salle, su salud quebrantada, muere
en Rouen a la edad de 67 años.
Beatificado
el 19 de Febrero de 1888 por el Papa León XIII,
Canonizado el
24 de Mayo de 1900 por el mismo Papa.
EL 15 de Mayo
de 1950, el Papa Pío XII nombra a San Juan Bautista de la Salle patrón de los
educadores.
En la
actualidad 6,500 Hermanos y 64,000 colaboradores de la Comunidad de Hermanos de
las Escuelas Cristianas están en 82 países, con 1080 centros docentes y educan
860,000 alumnos aproximadamente.
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