14 DE OCTUBRE – MIERCOLES –
28ª – SEMANA
DEL T. O. – A –
San Calixto I
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Gálatas (5,18-25):
Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la
ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje,
idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades,
partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo.
Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino
de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión,
servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la
ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus
pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Palabra de Dios
Salmo:1,1-2.3.4.6
R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz
de la vida
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (11,42-46):
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de vosotros, fariseos, que
pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres,
mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que
practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os
encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas
sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le
dijo:
«Maestro, diciendo eso nos ofendes
también a nosotros.»
Jesús replicó:
«¡Ay de vosotros también, maestros de
la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no
las tocáis ni con un dedo!»
Palabra del Señor
1. Lo primero que Jesús
les echa en cara a los fariseos es el interés minucioso en el cumplimiento de
cosas sin importancia, al tiempo que ni se fijan en lo más fundamental:
la justicia y el amor a Dios. Jesús retrata aquí la perversión (las más de las
veces, inconsciente) de los observantes bienintencionados (y también
de los malintencionados, que los hay).
En tiempo de Jesús se trataba del
contraste entre el escrupuloso pago del diezmo por las legumbres y el descuido
escandaloso de la justicia y, en consecuencia, de la buena relación con
Dios. Ahora se podría hablar del contraste entre la escrupulosa
observancia de normas canónicas o litúrgicas, al tiempo que, por ejemplo, hay
personas o instituciones religiosas que hacen negocios turbios, por ejemplo,
invertir cantidades importantes en capital financiero, un capital que
cuanto más dinero da, sin duda, es que se invierte en negocios turbios, quizá
muy turbios.
2. Jesús les echa en cara
también la vanidad ingenua de los que pretenden ser siempre el centro y que la
gente los admire y reverencie. Recordando estas palabras de Jesús, resulta inevitable
pensar en no pocos comportamientos de quienes, basándonos en títulos y
cargos religiosos, nos hemos complacido en puestos de honor, reverencias y
besamanos, dignidades y otras cosas que ponen en evidencia que no nos basta la
humanidad. Apetecemos algo de divinidad o, mejor, cierto
(inconsciente?) endiosamiento.
Todo esto, por desgracia, suele ser
frecuente en ambientes religiosos y en centros de intelectualidad. ¡Qué
ridículo tan pueril!
3. De los juristas, Jesús
denuncia la contradicción ética de quienes han cargado las conciencias con
deberes y exigencias que ellos no cumplen.
Si somos sinceros, en este asunto,
nos sorprendemos con las manos manchadas de incoherencias que han sido
agresiones demasiado dolorosas para personas de buena voluntad.
El fondo del problema está en que la
observancia de los rituales religiosos tiene el peligroso efecto de
tranquilizar las conciencias más sucias.
San Calixto I
San
Calixto I (siglo III)
Se cuenta que en un tiempo fue esclavo; habiendo alcanzado la
libertad, fue ordenado diácono por el papa Ceferino, a quien sucedió más tarde
en la cátedra de Pedro.
Combatió a los herejes adopcionistas
y modalistas. Recibió la corona del martirio en el año 222 y fue sepultado en
la vía Aurelia.
Breve Biografía
Las catacumbas son una meta obligatoria
para los peregrinos y turistas que van a Roma. Particularmente célebres y
frecuentadas son las de San Calixto, que el Papa Juan XXIII definió “las más
importantes y las más célebres de Roma”. Quedan cerca de las también famosas
catacumbas de San Sebastián y de Santa Domitila. Comprenden un área de 400
metros por 300, con cuatro pisos sobrepuestos; se ha calculado que tienen no
menos de 20 kilómetros de corredores.
Esta obra colosal recuerda para siempre a
San Calixto, porque fue él quien se preocupó por su realización, primero como
diácono del Papa Ceferino y después como Papa. Pero este lugar no es precioso
sólo por sus dimensiones, sino por el gran número y la importancia de los
mártires que fueron “depositados” allí: particularmente célebres son las
criptas de Santa Cecilia y la contigua de los Papas Ponciano, Antero, Fabián,
etc. Por eso, puede parecer raro que falsee precisamente la de San Calixto que
fue quien hizo construir esa cripta.
La tumba de San Calixto se encuentra en el
corazón de la antigua y genuina Roma: en la basílica de Santa María en
Trastévere, que fue construida por el Papa Julio a mediados del siglo IV,
intitulada también a San Calixto.
Calixto nació en Trastévere en la segunda
mitad del siglo II, y su padre era un tal Domicio. Era de humilde condición,
pero muy apreciado por el correligionario o Carpóforo, que le confió la
administración de sus bienes. Pero algo no marchó bien, pues poco después el
pobre Calixto fue condenado a hacerle dar vueltas a una rueda de molino para
pagar al patrón y a la comunidad cristiana los perjuicios ocasionados. Poco
tiempo después Calixto tuvo que soportar otra dura condena, la flagelación y la
deportación a Cerdeña, por las acusaciones de los judíos.
La comunidad cristiana lo rescató, incluso
con la intervención de Marcia, la concubina de Commodo, y entonces Calixto
colaboró con el Papa Víctor y con Ceferino, a quien sucedió como Papa en el
217.
Su elección provocó el cisma de Hipólito,
que reprochaba a Calixto su origen servil y sobre todo su flexibilidad con los
pecadores. San Calixto tuvo también que luchar contra la herejía sabeliana.
Murió “mártir”, no a mano de la autoridad imperial como asegura el Martirologio
Romano, sino durante una sublevación popular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario