31 DE OCTUBRE – SABADO –
30ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Alonso Rodríguez
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Filipenses (1,18b-26):
De la manera que sea, con segundas intenciones o con
sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque
sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de
Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso
saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado
abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte.
Para mí la vida es Cristo, y una
ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo
fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo
partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro,
quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de
esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres
en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando
me encuentre de nuevo entre vosotros.
Palabra de Dios
Salmo: 41
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Recuerdo como marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (14,1.7-11):
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales
fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados
escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te
sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más
categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar
el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a
sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te
diga:
"Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos
los comensales.
Porque todo el que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor
1. Para comprender
debidamente lo que representa este relato, es necesario recordar, una vez más,
que el valor más apreciado, en las culturas mediterráneas del s. I, no era la
riqueza, sino el honor. Además, las distinciones y las categorías se
manifestaban sobre todo con ocasión de las comidas y banquetes.
Se ha dicho con razón que
"precisamente debido a la compleja interrelación de las categorías
culturales, la comida es habitualmente una de las principales formas de marcar
las diferencias entre los distintos grupos sociales" (G. Feeley-Harnik).
En el Banquete, de Platón, no es la
misma la posición y la actividad de los esclavos que la de los invitados (177a)
(W. A. Becker - H. Gól1).
Jesús invierte todos esos
ordenamientos. Y en la Cena de despedida se puso él mismo a lavar los pies a
los comensales, es decir, hizo de esclavo, siendo el Señor y el Maestro (Jn 13,
12-14).
2. Es importante también
tener en cuenta que este evangelio comienza, como el de ayer, recordando que
todo esto sucede en casa de uno de los principales fariseos y con asistencia de
bastantes de ellos. Es decir, lo que nota Jesús es que los observantes
integristas, que eran tan rigurosos para el cumplimiento de las normas
religiosas, se daban prisa para ponerse los primeros y, por
tanto, para dejar a los demás detrás de ellos.
De nuevo nos encontramos con lo de
siempre: la religiosidad integrista endurece el corazón humano. Desde
el momento que antepone la norma a la dignidad o felicidad del otro, el corazón
del hombre, en la misma medida en que se sacraliza, en esa misma medida se
deshumaniza.
3. Decididamente, la vida
que llevó Jesús, los valores que defendió, los criterios que expuso, todo eso
resulta insoportable, increíble, impracticable para todo el que no tiene la
firme convicción de que lo primero y lo esencial en la vida es el ser humano,
cada ser humano, el respeto, la dignidad, los derechos, la felicidad y el
disfrute de la vida de cada persona. Eso es lo primero y lo esencial porque
solo haciendo eso podemos encontrarnos a nosotros mismos, podemos encontrar el
sentido de la vida y, en definitiva, podemos encontrar esa realidad última que
los creyentes llamamos Dios. Pero todo esto solo se puede realizar si el
creyente en Jesús toma, como proyecto de vida, la
"autoestigmatización", que hace posible la bondad sin limitaciones.
San Alonso Rodríguez
En la ciudad
de Palma, en la isla de Mallorca, san Alfonso Rodríguez, que, al perder su
esposa e hijos, entró como religioso en la Compañía de Jesús y estuvo como
portero del colegio de aquella ciudad durante largos años, mostrando una gran humildad,
obediencia y constancia en una vida penitente.
Vida
de San Alonso Rodríguez
Estaba un día
enfermo y le llevó el enfermero la comida a la cama con un mandato de parte del
Padre Superior: «que se coma todo el plato». Cuando regresa el enfermero, le
encuentra deshaciendo el plato y comiéndolo pulverizado. El santo se impuso a
sí mismo una obediencia ciega; se exigió a sí mismo tanto que uno de los padres
le dijo un buen día «que obedecía a lo asno».
Nació en Segovia
en el año 1533, segundo de los once hijos del matrimonio formado por Diego
Rodríguez y María Gómez que vivían del comercio de paños.
Su niñez y
juventud estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. A los doce años fueron
alojados en su casa Pedro Fabro y otro jesuita, cuyas enseñanzas atesoró.
Estudió en el Colegio de los jesuitas de Alcalá de Henares.
A la muerte
de su padre se encarga de sacar adelante el negocio familiar, pero su
incompetencia es notable para el negocio de los paños.
Contrae matrimonio
con María Juárez con quien tiene dos hijos. Pero la mala fortuna parece que le
persigue: muere uno de sus hijos y su mujer y el negocio va de mal en peor;
luego fallece su otro hijo y su madre. Alonso se ha quedado solo.
Se produce
entonces una crisis fuerte que resuelve con confesión general y con el deseo de
comenzar una nueva vida tomando un impresionante ritmo interior de trato con
Dios y que mantiene por seis años. Cede a sus hermanos sus bienes y marcha a
Valencia en 1569 con el propósito de ingresar en la Compañía; pero no contaba
con insalvables obstáculos: su edad, la falta de estudios y escasa salud.
Trabaja
entonces en comercio y de ayo.
Por fin es
admitido en el Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año 1572 ocupa el
cargo de portero hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años
Es considerado en
la Compañía como modelo para los hermanos legos por su ejercicio permanente
para lograr auténtica familiaridad con Dios, por su obediencia absoluta y por
su amor y deseo de tribulación.
Este humilde y
santo portero fue durante su vida un foco radiante de espiritualidad de la que
se beneficiaron tanto los superiores que le trataron como los novicios con los
que tuvo contacto; un ejemplo representativo está en San Pedro Claver, el
apóstol de los esclavos.
Con sus cartas ejerce
un verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y el popular de la época, pero
logra páginas de singular belleza al tratar temas de mayor entusiasmo. La
santidad que describe en sus escritos no es aprendida en los libros, es fruto
de su experiencia espiritual.
Fue canonizado por
el papa León XIII junto con San Pedro Claver.
(Fuente:
archimadrid.es)
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