17 DE OCTUBRE – SÁBADO –
28ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Ignacio de Antioquía
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Efesios (1,15-23):
Yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de
vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros,
recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,
el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo.
Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza
a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y
cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos,
según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo
de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo
principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre
conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus
pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo,
plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios
Salmo: 8,2-3a.4-5.6-7a
R/. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras
de tus manos
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza. R/.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R/.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (12,8-12):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si uno se pone de mi parte ante los
hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de
Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles
de Dios.
Al que hable contra el Hijo del
hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no
se le perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga,
ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a
decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en
aquel momento lo que tenéis que decir.»
Palabra del Señor
1. Jesús fue un hombre
controvertido y un hombre enjuiciado y cuestionado. De ahí que tuvo amigos y enemigos.
Los que se pusieron de su parte y los que lo negaron. Es decir, ante Jesús no
cabe quedarse indiferente. Y, por tanto, la neutralidad es imposible. Esto
supuesto, lo importante para nosotros está en saber siempre que este proceso
sigue adelante en la historia. De forma que ahora mismo hay personas que se
ponen de parte de Jesús, lo mismo que hay quienes reniegan de él.
Evidentemente, esto no se hace en un juicio. Se hace en la vida.
Hay quienes, con sus decisiones y sus
hábitos de vida, afirman que Jesús tiene razón. Lo mismo que hay quienes viven
y hablan de forma que a todas horas están diciendo que Jesús se equivocó. Los
que organizan su vida para tener asegurada su fama, su poder, su dinero, su
buena imagen, su seguridad a toda costa, todos los que hacemos
eso (o algo de eso), quizá sin saber lo que hacemos, lo que realmente hacemos
es decirle a todo el mundo que Jesús se equivocó. Que no le hagan caso a
Jesús, ya que lo que importa es lograr aquello que rechazó
Jesús. Así vamos por la vida... ¡Qué vergüenza y qué dolor!
2. La blasfemia contra el
Espíritu Santo consiste en la postura obstinada, ciega y firme de oposición
y al Evangelio (A. Plummer, T. W. Manson), es decir, de oposición y
enfrentamiento al ser humano, que ocupa el centro de las preocupaciones
evangélicas. No olvidemos que, en la encarnación del Logos (que es
Dios), el mismo Dios se ha fundido con el ser humano.
Así las cosas, resulta lógico y
coherente que blasfemar contra semejante proyecto sea imperdonable. No porque
el Padre no quiera perdonar, sino porque el que blasfema así no quiere ser
perdonado.
- ¿Qué le importa a él el perdón de
eso que dicen que es Dios?
3. En este contexto de
enfrentamiento y conflicto, Jesús advierte a sus discípulos que pueden ser conducidos
"a la sinagoga". Es decir, a un juicio religioso. Porque también
puede ocurrir (y ocurre) que la religión tome decisiones y asuma formas de
comportamiento que son auténticas agresiones al ser humano, a personas
concretas. Y entonces, de acuerdo con lo que dice el Evangelio, se trata de
agresiones contra el mismo Dios.
San Ignacio de Antioquía
Ignacio fue el segundo sucesor de Pedro
en el gobierno de la Iglesia de Antioquía. Condenado a morir devorado por las
fieras, fue trasladado a Roma y allí recibió la corona de su glorioso martirio
en el año 107, en tiempos del emperador Trajano.
En su viaje a Roma, escribió siete cartas dirigidas a varias Iglesias, en
las que trata sabia y eruditamente de Cristo, de la constitución de la Iglesia
y de la vida cristiana. Ya en el siglo IV, se celebraba en Antioquía su memoria
el mismo día de hoy.
Fue el tercer
obispo de Antioquía, lugar donde se empezó a conocer a los seguidores de Cristo
como cristianos. Ignacio fue el primero en llamar a la Iglesia católica. Fue
condenado a morir devorado por los leones. Oraba intensamente para que los
leones le destrozaran por amor a Dios. Durante el viaje al martirio escribió
siete cartas a las Iglesias de Asia Menor
Poco se sabe de la
vida familiar de Ignacio de Antioquía. Casi todo lo que hoy se sabe de él
proviene de las siete cartas que él mismo escribió mientras era llevado al
martirio.
Se dice que él fue
el niño al que Jesucristo llamó para invitar a sus apóstoles a hacerse como
niños: «Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Os aseguro que si
no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos».
Ignacio fue el
tercer obispo de Antioquía, situada en Siria. La ciudad era una de las más
importantes de toda la cristiandad. Fue allí donde se empezó a llamar
cristianos a los discípulos de Cristo. Fue allí también donde Ignacio se refirió
a la Iglesia como católica, es decir, universal. Antioquía, en orden de
importancia, se situaba solo detrás de Roma y Alejandría. Era una ciudad con
gran número de cristianos.
Antioquia era
gobernada bajo las órdenes del emperador Trajano, que si bien al principio
respetó a los cristianos, posteriormente los persiguió por oponerse a los
dioses que él adoraba. Ignacio fue arrestado por negarse a adorar a dichos
dioses y por proclamar la existencia de un solo Dios verdadero.
Fue conducido a
Roma para ser martirizado. Durante el viaje escribió sus famosas siete cartas,
que se pueden dividir en dos grupos. Las primeras seis cartas iban dirigidas a
las iglesias de Asia Menor para exhortarlas a mantener la unidad interna y
prevenirlas contra las enseñanzas judaizantes, entro otras. La séptima carta
está dirigida a la Iglesia de Roma. En ella, les pide que no intercedan por él
para salvarle del martirio. Al contrario, les escribió: «Por favor: no le vayan
a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien
sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las
fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si
cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que
ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas,
mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder
demostrarle mi amor al Señor Jesús».
En cada parada de
viaje aprovechaba para reunirse con los cristianos de la zona, que salían junto
con su obispo para escuchar a Ignacio y recibir su bendición.
Al llegar a Roma,
fue conducido al Coliseo donde fue echado a la tierra para ser devorado por las
fieras. Las autoridades soltaron dos leones hambrientos que destrozaron a
Ignacio, otorgándole la gloriosa corona del martirio que tanto ansiaba por amor
a Jesucristo. San Ignacio murió en el año 107. Sus restos fueron trasladados de
nuevo a Antioquía.
José Calderero @jcalderero
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