20 - DE OCTUBRE – MIERCOLES
–29ª – SEMANA DEL T. O. – B –
San Honorio abad
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos (6,12-18):
Que el pecado
no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del
cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos
para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a
la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la
justicia. Porque el pecado no os
dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos
porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis
que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de
aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la
obediencia, para la justicia?
Pero, gracias a Dios, vosotros, que
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de
doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho
esclavos de la justicia.
Palabra de Dios
Salmo: 123,1-3.4-6.7-8
R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
–que lo diga Israel–,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R/.
Hemos salvado
la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador;
la trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (12,39-48):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de
casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo
vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo
del hombre.»
Pedro le preguntó:
«Señor, ¿has dicho esa parábola por
nosotros o por todos?»
El Señor le respondió:
«¿Quién es el administrador fiel y
solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les
reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo
encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus
bienes.
Pero si el empleado piensa:
"Mi amo tarda en llegar", y
empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y
emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo
espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere
y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo
sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio,
mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
Palabra del Señor
1. Como es bien sabido, una de las claves para interpretar las parábolas del Evangelio, está en saber distinguir "lo conflictivo" y "lo exhortativo" (lo parenético). Una sabia distinción que supo explicar muy bien J. Jeremías.
Todo consiste en recordar que Jesús
relató sus parábolas en una situación de enfrentamiento con los dirigentes
judíos. Pero estas parábolas se redactaron más tarde, cuando los cristianos
necesitaban ser exhortados a la fidelidad al mensaje que nos dejó Jesús.
Más claramente, una de las claves, para interpretar las parábolas del Evangelio, está en que Jesús las dijo en los años 30 del s. I. Pero el texto, que ha llegado hasta nosotros, se redactó en los años 70 del mismo siglo. Es decir, entre el momento histórico en que se pronunciaron y el momento redaccional en que se escribieron hubo una distancia de 40 o más años.
Pues bien, en los años 30, cuando Jesús
las pronunció, era un momento de "confrontación" entre Jesús y los
dirigentes de Israel. Pero, en los años 70, cuando se redactaron, era un
momento de espera inminente del fin del mundo y, por eso, un momento de
"exhortación" a estar bien preparados para la venida del Señor.
Según parece, mucha gente, en aquel
tiempo, esperaba el fin del mundo.
2. Por eso, lo que se dice en
este evangelio, fue originalmente una interpelación de lucha frente a los
dirigentes religiosos de Israel, para que dejaran de maltratar al pueblo, representado
en los "mozos" y las "muchachas".
Aquellos dirigentes, con los que Jesús
se tuvo que enfrentar, sabían lo que el "amo" (el Kyrios) quería de
ellos. Pero no lo hacían. Jesús se lo echa en cara.
Pero, después de cuarenta años, las
palabras de Jesús se interpretaron en clave de exhortación para estar preparados
ante la inminente y desconocida venida del Señor.
3. Nuestra tarea ahora es
recuperar el sentido original de lo que Jesús vivió y dijo:
"No maltratéis a nadie, cumplid vuestra tarea de fieles servidores de los demás".
En ellos es donde está el Señor. No lo
tenemos que esperar. Está con nosotros y en cada uno de nosotros. Como es
lógico, este mensaje tiene una actualidad palpitante.
En este momento y estos tiempos de
cambio y crisis, lo más urgente es que todos dejemos de maltratar a quienes
maltratamos. Y seamos sencillamente más honrados, más honestos en todo y
mejores personas.
San Honorio abad
Inscripciones
romanas confirman la presencia del Nuevo Imperio del Lacio. Fue sede episcopal,
que en el reinado de Wamba ya había sido extinguida. Después fue villa de los
templarios con su castillo como plaza fuerte y con las encomiendas de Higuera y
Bodonal.
Uno de los cuatro
santos que figuran en su historia cristiana fue san Honorio, abad. En una
lápida hallada en la ermita de San Miguel se lee la siguiente inscripción:
"In nomine Domini respicis augustum praeciosa rupe supulcrum. Hospitium
Beatissimi Honorii abbatis caelestia tenentis regna. In saecula saeculorum
amen. Hic tumullus Honorii abbatis".
Así, sabemos de su
vida ejemplar, de sus oraciones y penitencias, del testimonio ante los
cristianos de la primera época. Nos queda el deseo de darle a Dios, siguiendo
sus pasos, lo mejor de nuestro tiempo.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
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