26 - DE
OCTUBRE – MARTES –
30ª –
SEMANA DEL T. O. – B –
San Evaristo papa
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos (8,18-25):
Sostengo que
los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos
descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena
manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por
su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la
creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar
en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
Palabra de Dios
Salmo: 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha estado grande con
nosotros
Cuando el
Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los
gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor
cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba
llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,18-21):
En aquel
tiempo, decía Jesús:
«¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A
qué lo compararé?
Se parece a un grano de mostaza que un
hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros
anidan en sus ramas.»
Y añadió:
«¿A qué compararé el reino de Dios? Se
parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta
que todo fermenta.»
Palabra del Señor
1. Podemos decir que, mediante las parábolas más breves, Jesús dice lo más profundo. Y así traza un plan proyecto para la Iglesia. Como es bien sabido, el grano de mostaza es de lo más pequeño que hay entre las simientes. Sin embargo, de lo más pequeño nace, crece y se hace un arbusto en el que ponen su nido y se cobijan las aves del cielo.
Lo que Jesús quiere destacar, mediante
esta parábola, tan breve y tan sencilla, es la fuerza y la vitalidad que tiene
lo pequeño, lo que parece insignificante, todo aquello a lo que la mayoría de
la gente no le concede importancia. Sin embargo, está bien
demostrado que el gigantismo está condenado al fracaso.
Hace millones de años, en la tierra
había dinosaurios y hormigas. Los dinosaurios desaparecieron y de ellos solo
quedan fósiles. Las hormigas siguen adelante.
2. Abunda la gente que tiene pasión por la grandeza. Dedican tiempo y dinero a actos solemnes de grandeza. Porque se imaginan que así el tema de Dios, el problema de la religión, la presencia de la Iglesia, todo eso está más presente en la sociedad y en la vida.
¡Qué gran engaño! ¡Y qué gran mentira!
Por eso, hemos hecho catedrales grandes. Y organizamos grandes encuentros de carácter religioso. Todo eso es pura patraña. Y engaño de ingenuos, propio de chiquillos, de personas con una mentalidad infantil y que no pasa de una vanidad tan pueril como su mente.
Jesús no organizó nada grandioso,
llamativo o fastuoso. No quería ni que los demonios o los enfermos curados por
él fueran proclamando, en plan propagandístico, las maravillas que él hacía.
Jesús no organizó concentraciones.
A Jesús lo buscaba la gente. Y, por
cierto, la gente más sencilla, los pobres, los lisiados, los pecadores, todo lo
marginal y que suele ser despreciado en la sociedad. Pero Jesús no organizaba
nada. Jesús seducía.
3. Lo mismo la parábola del grano de mostaza, que la de la levadura, lo que destacan, en definitiva, es que Jesús quiere que el Evangelio se difunda cambiando lo interior de las personas.
No en la pomposidad de lo externo, lo solemne, lo que ocupa un espacio llamativo en la ciudad de los hombres.
La religiosidad de Jesús se identifica con la vida, sobre todo con la vida sencilla de los más sencillos, de los humildes, de los pobres y los niños. Porque eso es lo que cambia el corazón humano. Y lo que nos humaniza. Lo demás es pomposidad y fatuidad engañosa.
San Evaristo papa
Judío de origen griego, pastoreó la iglesia sucediendo al papa Anacleto. Fue
humilde y docto en la predicación y defendió la fe de los errores gnósticos.
Vida
de San Evaristo papa
Nació por los años
60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y
aprendió en los liceos helénicos.
No se conocen
datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de
los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel
de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a
mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en
la predicación y humilde en el servicio.
Muerto mártir el
Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por
humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que
comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia
por Papa a Evaristo.
Atendió
cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los
errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo
pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los
matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta
administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió
cartas a los fieles de Africa y de Egipto.
Murió mártir,
siendo Trajano emperador, hacia el 117.
(Fuente: catholic.net)
No hay comentarios:
Publicar un comentario