27 - DE
OCTUBRE – MIERCOLES –
30ª – SEMANA DEL T. O. – B –
Santos Vicente, Sabina y Cristeta
(hermanos mártires del siglo IV)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Romanos (8,26-30):
El Espíritu
viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que
nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu,
y que su intercesión por los santos es según Dios.
Sabemos también que a los que aman a
Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que
él fuera el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó, los llamó; a los
que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios
Salmo: 12,4-5.6
R/. Yo confío, Señor, en tu misericordia
Atiende y
respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R/.
Porque yo
confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (13,22-30):
En aquel
tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta
estrecha.
Os digo que muchos intentarán entrar y
no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis
fuera y llamaréis a la puerta, diciendo:
"Señor, ábrenos"; y él os
replicará: "No sé quiénes sois."
Entonces comenzaréis a decir:
"Hemos comido y bebido contigo, y
tú has enseñado en nuestras plazas."
Pero él os replicará:
"No sé quiénes sois. Alejaos de mí,
malvados."
Entonces será el llanto y el rechinar de
dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el
reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y
occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y
primeros que serán últimos.»
Palabra del Señor
1. Esta recopilación de sentencias, que hizo Lucas, nos recuerda a todos aquellos y aquellas, que se empeñan en dulcificar el Evangelio, que el acceso al Reino de Dios está aguardando nuestra respuesta (F. Bovon).
Desde otro punto de vista, este
conjunto de sentencias, que Lucas atribuye a Jesús, no es posible saber si
todas provienen del mismo Jesús, ni menos aún si todas ellas fueron dichas de
esta manera y en este orden.
Se puede decir que lo más
probable es que aquí nos encontremos con una amalgama de materiales
heterogéneos (R. Bultmann). En cualquier caso, este discurso, tal
como aquí se nos presenta, es una composición organizada por el evangelista
Lucas (J. A. Fitzmyer).
Esto supuesto, ¿qué es lo que aquí nos
dice el Evangelio?
2. La pregunta, que le hacen a Jesús sobre la salvación, expresa una creencia bastante común y extendida en el judaísmo de aquel tiempo: "Todo israelita, por el hecho de serio, entrará a formar parte del mundo futuro" (San, 10, 1).
Esto supuesto, era lógico preguntar: ¿cuál es la relación del conjunto de la humanidad con relación a este "Reino" que predica Jesús? (Fitzmyer).
La respuesta de Jesús da que pensar. Porque
viene a decir que muchos de los que creen que ellos son los predilectos, se van
a encontrar con que a ellos se les da con la puerta en las narices. Y mientras
tanto, verán cómo, de los cuatro puntos cardinales, es decir, de todo el mundo,
de los paganos y de las gentes de todas las culturas y tradiciones religiosas,
vendrán los que se van a sentar en el banquete del Reino.
Ahora bien, todo esto entraña una
consecuencia muy seria: la pertenencia al Reinado de Dios no depende
de la pertenencia a una determinada religión, sino de la honestidad y
coherencia de cada ser humano.
3. Es una desgracia
importante tener el convencimiento de que uno pertenece a un grupo de selectos,
de elegidos, de "predilectos" de Dios sobre los demás.
Estos sentimientos, bajos y torpes, son
un engaño serio en la vida. Y un engaño peligroso. Porque todo
eso no sirve sino para producir falsas seguridades. Y generar posturas de
inconsciente desprecio hacia los demás, hacia los que no pertenecen al grupo de los selectos. Además, así se crean divisiones
y hasta enfrentamientos.
Por otra parte, todo eso no sirve sino
para acrecentar el amor propio, un orgullo mal disimulado, y un sentimiento de
superioridad que nunca tiene buenas consecuencias.
En suma, coloca al individuo en los antípodas del Evangelio.
Santos Vicente, Sabina y Cristeta
(hermanos mártires del siglo IV)
Vicente, Sabina y
Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres
disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares
después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor.
Manda en el
Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la
decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las
innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más
apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa
la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de
Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar
Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente.
El presidente en
España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el
nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en
Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de
Cristo.
Allí es conocido
como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de
alegría, nobleza y rectitud.
Llevado a la presencia
del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte
parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez
pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en
el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida.
Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo
implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a
perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el
cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y
en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se
manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel.
Bueno, pues el
caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en
la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la
sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole
en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga
con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y
valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la
cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304.
El amor a Dios no
supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos.
Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto
legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.
Fuente:
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/
san toral/san
tora
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