martes, 11 de enero de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 13 - DE ENERO – JUEVES – 1ª – SEMANA DEL T.O. – C San Hilario de Poitiers

 

 


13 - DE ENERO – JUEVES –

1ª – SEMANA DEL T.O. – C

San Hilario de Poitiers

 

    Lectura del primer libro de Samuel (4,1-11):

 

En aquellos días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel.

Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres.

La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron:

«¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo.»

Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló.

Al oír los filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron:

«¿Qué significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?»

Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento y, muertos de miedo, decían:

«¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias?

¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!»

Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita. El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 43,10-11.14-15.24-25

 

R/. Redímenos, Señor, por tu misericordia

 

Ahora nos rechazas y nos avergüenzas,

y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:

nos haces retroceder ante el enemigo,

y nuestro adversario nos saquea. R/.

 

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,

irrisión y burla de los que nos rodean;

nos has hecho el refrán de los gentiles,

nos hacen muecas las naciones. R/.

 

Despierta, Señor, ¿por qué duermes?

Levántate, no nos rechaces más.

¿Por qué nos escondes tu rostro

y olvidas nuestra desgracia y opresión? R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

 

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:

«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

 

Palabra del Señor

 

1.  Literalmente, lo que el texto de Marcos dice es que la enfermedad, que padecía el hombre del que aquí se habla, era la "enfermedad de las escamas" (lepros) (J. Milgrom, Joel Marcus).

En realidad, era una enfermedad de la piel, que, en algunos casos, era muy contagiosa. De esta enfermedad se tienen noticias desde unos 600 años antes de Cristo. En la Biblia, se le concede especial importancia, de forma que el libro del Levítico le dedica íntegramente dos capítulos, el 13 y el 14.

Lo más llamativo es que, en las religiones antiguas, se hacía un trasvase de la "enfermedad" a la "culpa". Y, de ahí, a la "impureza".

 

2.  El problema de fondo, que se esconde debajo de estos hechos, estos procesos y estos fenómenos, es el fenómeno que consiste en la relación, establecida ya en la antigua Grecia, cuando se relacionó la "Cultura de la

 

Vergüenza" con la "Cultura de la Culpa".

Los chamanes, los escritores y los dirigentes religiosos establecieron una conexión, muy peligrosa para el equilibrio emocional de la persona, que asocia lo que nos avergüenza con hechos de los que nos sentimos culpables.  Lo que motivó, tanto en las "culturas primitivas", como en la "alta cultura", a dar el paso decisivo: relacionar determinadas conductas humanas con un "diagnóstico trascendente".  Y entonces, cuando nos sentimos así, nos sentimos "avergonzados", "culpables", "leprosos" y, por tanto, "impuros".

 

3. ¿Remedio? Los hombres de la religión dicen: "el ritual sagrado". Jesús afirma: la solución es ser profundamente humano, en la honradez, la bondad, la

misericordia, el buen corazón. Hasta llegar, si es preciso, a reproducir la suerte y el destino de Jesús, que se quedó como "un excluido", fuera del pueblo, de la ciudad, de la convivencia. 

Cuando estamos dispuestos a correr la misma suerte de los excluidos, asociando nuestra vida a la de ellos, entonces es cuando de verdad empezamos a limpiar este mundo y esta repugnante cultura de

todas las marginaciones, muros de separación y de exclusión.

 

San Hilario de Poitiers




Nació en Poitiers, Francia, a principios del siglo IV; Sus padres eran nobles gentiles. Fue bautizado el año 345 y desde entonces vivió santamente. Fue elegido obispo de Poitiers el año 350.

Gran defensor de la fe en la divinidad de Cristo frente a los arrianos. En su tratado sobre la Trinidad «De Trinitate» defiende la doctrina del Concilio de Nicea y demuestra que las Sagradas Escrituras dan testimonio claro de la divinidad del Hijo. En otros libros interpreta también los sucesos del Antiguo Testamento como prefiguraciones de la venida de Cristo al mundo.

El punto de partida de la reflexión de Hilario es la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, recibida en el bautismo. Dios Padre, que es amor, comunica plenamente su divinidad al Hijo. Éste compartió nuestra condición humana, de tal manera que sólo en Cristo, Verbo encarnado, la humanidad encuentra la salvación. Asumiendo la naturaleza humana, Él ha unido a sí a todo hombre. Por eso, el camino hacia Cristo está abierto para todos, aunque por nuestra parte se requiere siempre la conversión personal.

San Hilario combatió herejías del arriano Auxencio de Milán. Los arrianos lograron que el emperador Constancio, también arriano, desterrase a Hilario a Frigia, provincia romana de Asia, a fines del año 356. Su comentario fue: "Permanezcamos siempre en el destierro con tal que se predique la verdad".  Desde el destierro envió a Occidente su tratado de los Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se considera su mejor obra.

Asistió al concilio de Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región de Tauro. Allí trató Hilario sobre misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito presenta al emperador como un anticristo.

Sus enemigos, convencidos de que Hilario les era más problema en el Oriente, le permitieron regresar a Poitiers. San Jerónimo comenta sobre el gran júbilo con que fue recibido por los católicos. Allí realizó una importante labor de exégesis, escribiendo tratados sobre los grandes misterios de la fe, sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el "Gloria in excelsis".

Según san Isidoro de Sevilla, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias de Occidente. Años más tarde San Ambrosio introducirá esa costumbre en su catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por los cantos tan hermosos que entona en su iglesia le quita a ellos sus clientes que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor.

San Hilario murió el 13 de enero del año 367.

Sus reliquias estuvieron en Poitiers hasta el año 1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes.

Se le ha dado el título de Atanasio de Occidente.

Entre sus ilustres discípulos está San Martín de Tours. San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo defensor de la fe.

El Papa Pío IX, a petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario Doctor de la Iglesia por sus enseñanzas sobre la divinidad de Cristo.

 

Oración

Señor Jesucristo: Te pedimos que, así como tu amigo San Hilario nosotros empleemos también nuestra vida y nuestras fuerzas en hacerte conocer y amar más y más. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

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