13 - DE ENERO – JUEVES –
1ª – SEMANA DEL T.O. – C
San Hilario de
Poitiers
Lectura del primer libro de Samuel
(4,1-11):
En aquellos
días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los israelitas salieron
a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los
filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en orden de batalla
frente a Israel.
Entablada la lucha, Israel fue derrotado
por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres.
La tropa volvió al campamento, y los
ancianos de Israel deliberaron:
«¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir
hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la
alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo.»
Mandaron gente a Siló, a por el arca de
la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos
hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios. Cuando
el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno
pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló.
Al oír los filisteos el estruendo del
alarido, se preguntaron:
«¿Qué significa ese alarido que retumba
en el campamento hebreo?»
Entonces se enteraron de que el arca del
Señor había llegado al campamento y, muertos de miedo, decían:
«¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay
de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos
librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto
con toda clase de calamidades y epidemias?
¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no
seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed
hombres, y al ataque!»
Los filisteos se lanzaron a la lucha y
derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota
tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita. El arca de Dios fue
capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.
Palabra de Dios
Salmo: 43,10-11.14-15.24-25
R/. Redímenos, Señor, por tu misericordia
Ahora nos
rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea. R/.
Nos haces el
escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones. R/.
Despierta,
Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión? R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(1,40-45):
En aquel
tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo
tocó, diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y
quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole
severamente:
«No se lo digas a nadie; pero, para que
conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar
el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así
acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
1. Literalmente, lo que el
texto de Marcos dice es que la enfermedad, que padecía el hombre del que aquí
se habla, era la "enfermedad de las escamas" (lepros) (J. Milgrom,
Joel Marcus).
En realidad, era una enfermedad de la
piel, que, en algunos casos, era muy contagiosa. De esta enfermedad se tienen
noticias desde unos 600 años antes de Cristo. En la Biblia, se le concede
especial importancia, de forma que el libro del Levítico le dedica íntegramente
dos capítulos, el 13 y el 14.
Lo más llamativo es que, en las
religiones antiguas, se hacía un trasvase de la "enfermedad" a la
"culpa". Y, de ahí, a la "impureza".
2. El problema de fondo, que
se esconde debajo de estos hechos, estos procesos y estos fenómenos, es el fenómeno
que consiste en la relación, establecida ya en la antigua Grecia, cuando se
relacionó la "Cultura de la
Vergüenza" con la "Cultura de la Culpa".
Los chamanes, los escritores y los
dirigentes religiosos establecieron una conexión, muy peligrosa para el
equilibrio emocional de la persona, que asocia lo que nos avergüenza con hechos
de los que nos sentimos culpables. Lo que motivó, tanto en las
"culturas primitivas", como en la "alta cultura", a dar el
paso decisivo: relacionar determinadas conductas humanas con un
"diagnóstico trascendente". Y entonces, cuando nos
sentimos así, nos sentimos "avergonzados", "culpables",
"leprosos" y, por tanto, "impuros".
3. ¿Remedio? Los hombres de la religión
dicen: "el ritual sagrado". Jesús afirma: la solución es ser
profundamente humano, en la honradez, la bondad, la
misericordia, el buen corazón. Hasta llegar, si es preciso, a reproducir la
suerte y el destino de Jesús, que se quedó como "un excluido", fuera
del pueblo, de la ciudad, de la convivencia.
Cuando estamos dispuestos a correr la misma
suerte de los excluidos, asociando nuestra vida a la de ellos, entonces es
cuando de verdad empezamos a limpiar este mundo y esta repugnante cultura de
todas las marginaciones, muros de separación y de exclusión.
San Hilario de Poitiers
Nació en Poitiers,
Francia, a principios del siglo IV; Sus padres eran nobles gentiles. Fue
bautizado el año 345 y desde entonces vivió santamente. Fue elegido obispo de
Poitiers el año 350.
Gran defensor de
la fe en la divinidad de Cristo frente a los arrianos. En su tratado sobre la
Trinidad «De Trinitate» defiende la doctrina del Concilio de Nicea y demuestra
que las Sagradas Escrituras dan testimonio claro de la divinidad del Hijo. En
otros libros interpreta también los sucesos del Antiguo Testamento como
prefiguraciones de la venida de Cristo al mundo.
El punto de
partida de la reflexión de Hilario es la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo, recibida en el bautismo. Dios Padre, que es amor, comunica plenamente su
divinidad al Hijo. Éste compartió nuestra condición humana, de tal manera que
sólo en Cristo, Verbo encarnado, la humanidad encuentra la salvación. Asumiendo
la naturaleza humana, Él ha unido a sí a todo hombre. Por eso, el camino hacia
Cristo está abierto para todos, aunque por nuestra parte se requiere siempre la
conversión personal.
San Hilario
combatió herejías del arriano Auxencio de Milán. Los arrianos lograron que el
emperador Constancio, también arriano, desterrase a Hilario a Frigia, provincia
romana de Asia, a fines del año 356. Su comentario fue: "Permanezcamos
siempre en el destierro con tal que se predique la verdad". Desde el
destierro envió a Occidente su tratado de los Sínodos y en 359 los doce libros
Sobre la Trinidad, que se considera su mejor obra.
Asistió al
concilio de Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región de Tauro.
Allí trató Hilario sobre misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla,
donde en un escrito presenta al emperador como un anticristo.
Sus enemigos,
convencidos de que Hilario les era más problema en el Oriente, le permitieron
regresar a Poitiers. San Jerónimo comenta sobre el gran júbilo con que fue
recibido por los católicos. Allí realizó una importante labor de exégesis, escribiendo
tratados sobre los grandes misterios de la fe, sobre los salmos y sobre san
Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el "Gloria in
excelsis".
Según san Isidoro
de Sevilla, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias
de Occidente. Años más tarde San Ambrosio introducirá esa costumbre en su
catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por
los cantos tan hermosos que entona en su iglesia le quita a ellos sus clientes
que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor.
San Hilario murió
el 13 de enero del año 367.
Sus reliquias
estuvieron en Poitiers hasta el año 1652, en que fueron sacrílegamente quemadas
por los hugonotes.
Se le ha dado el
título de Atanasio de Occidente.
Entre sus ilustres
discípulos está San Martín de Tours. San Jerónimo y san Agustín lo llaman
gloriosísimo defensor de la fe.
El Papa Pío IX, a
petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario
Doctor de la Iglesia por sus enseñanzas sobre la divinidad de Cristo.
Oración
Señor Jesucristo:
Te pedimos que, así como tu amigo San Hilario nosotros empleemos también
nuestra vida y nuestras fuerzas en hacerte conocer y amar más y más. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario