9 - DE ENERO – DOMINGO –
EL BAUTISMO DE JESUS
San Eulogio de Córdoba
Lectura del libro del profeta
Isaías (42,1-4.6-7):
Mirad a mi Siervo,
a quien sostengo;
mi elegido, en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas.
«Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de
Dios
Salmo: 28
R/. El Señor bendice a su pueblo
con la paz
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.
Lectura del libro de los Hechos
de los apóstoles (10,34-38):
En aquellos días,
Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no
hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la
justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel,
anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda
Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me
refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que
pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él».
Palabra de
Dios
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (3,15-16.21-22):
En aquel tiempo,
el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan
si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que
es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era
bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los
cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una
paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me
complazco».
Palabra del
Señor
Bautismo de
Jesús
Un ejercicio sencillo y una sorpresa
Imagina todo lo que has hecho o te ha
ocurrido desde que tenías doce años hasta los treinta (suponiendo que hayas
llegado a esa edad). Si pones la lista por escrito necesitarás más de una
página. Si la desarrollas con detalle, saldrá un libro.
La
sorpresa consiste es que de Jesús no sabemos nada durante casi veinte años.
Según Lucas, cuando subió al templo con sus padres tenía doce años; cuando se
bautiza, “unos treinta años”. ¿Qué ha ocurrido mientras tanto?
No
sabemos nada. Cualquier teoría que se proponga es pura
imaginación.
Este
silencio de los evangelistas resulta muy llamativo. Podían haber contado cosas
interesantes de aquellos años: de Nazaret, con sus peculiares casas excavadas
en la tierra; de la capital de la región, Séforis, a sólo 5 km de distancia,
atacada por los romanos cuando Jesús era niño, y cuya población terminó vendida
como esclavos; de la construcción de la nueva capital de la región, Tiberias,
en la orilla del lago de Galilea, empresa que se terminó cuando Jesús tenía
poco más de veinte años. Nada de esto se cuenta; a los evangelistas no les
interesa escribir la biografía de su protagonista.
Pero más
llamativo que el silencio de los evangelistas es el silencio de Dios. Al
profeta Samuel lo llamó cuando era un niño (según Flavio Josefo tenía doce
años); a Jeremías, cuando era un muchacho y se sentía incapaz de llevar a cabo
su misión; a Isaías, con unos veinte años. ¿Por qué espera hasta que Jesús
tiene “unos treinta años”, edad muy avanzada para aquella época?
No lo
sabemos. “Los caminos de Dios no son nuestros caminos”. Buscando explicaciones
humanas, podríamos decir que Isaías y Jeremías tenían como misión transmitir lo
que Dios les dijese; Jesús, en cambio, además de esto formará un grupo de
seguidores, será para ellos un maestro, “un rabí”, y esto no puede serlo a los
veinte años. Pero esto no soluciona el problema. Seguimos sin saber qué hizo
Jesús durante tantos años. Para los evangelistas, lo importante comienza con el
bautismo.
El bautismo de Jesús
Es uno
de los momentos en que más duro se hace el silencio. ¿Por qué Jesús decide ir
al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le
interesa tanto?
Ningún
evangelista lo dice. La versión de Lucas es la siguiente:
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se
preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
"Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco
desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego."
En
un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el
cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del
cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."
Lucas
sigue muy de cerca al relato de Marcos, pero añade dos detalles de interés:
1) Jesús
se bautiza, “en un bautismo general”; con ello sugiere la estrecha relación
de Jesús con las demás personas;
2) la
venida del Espíritu tiene lugar “mientras oraba”, porque Lucas tiene
especial interés en presentar a Jesús rezando en los momentos fundamentales de
su vida, para que nos sirva de ejemplo a los
cristianos.
Por lo
demás, Lucas se atiene a los dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del
cielo.
La venida del Espíritu tiene especial
importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu
había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir
sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de
Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo
con el que él nos bautizará, según las palabras de Juan Bautista.
La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi
Hijo querido, mi predilecto» le recuerdan dos textos con sentido muy distinto.
El Sal 2,7: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», e Isaías 42,1: «Mirad a
mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero». El primer texto
habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo
de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje
que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Lucas
quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del
sufrimiento.
El
lector del evangelio podrá sentirse en algún momento escandalizado por las
cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la muerte, pero debe
recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el
Espíritu.
El programa futuro de Jesús
Pero las
palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un
programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías (42,1-4.6-7).
El programa indica, ante todo, lo que no
hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña
cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles,
que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos,
la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).
Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los
ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se
refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el
profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús
tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación
espiritual y personal.
El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su
misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las
condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas,
fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la
muerte.
Misión cumplida: pasó haciendo el bien
La segunda lectura, de los Hechos de los
Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en
estas pocas palabras la actividad de Jesús.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el
bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret,
ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»
Un buen
ejemplo para vivir nuestro bautismo.
San Eulogio de Córdoba
En Córdoba, en la región de
Andalucía, en Hispania, san Eulogio, presbítero y mártir, degollado por su
preclara confesión de Cristo.
Vida de San Eulogio de Córdoba
El siglo IX sitúa a
Eulogio en la historia porfiando de continuo con el Islam. Nace el santo hacia
el año 800 en una familia de rancio cordobés. Se educa entre el clero de la
iglesia de san Zoilo y también goza, junto con el conocido Álvaro de Córdoba y
otros, de la beneficiosa influencia del abad de santa Clara, Esperaindeo. Su
vida es una permanente e inquebrantable adhesión a la fe y a las tradiciones
patrias. Quizás por eso se pensó en él como sucesor de Wistremiro, arzobispo de
Toledo.
Entra en el estamento
clerical acompañado de un terrible sentimiento de indignidad. Tras un intento
fallido de peregrinar a pie a Roma, empresa poco menos que imposible en ese
tiempo, y otro no menos frustrado de contactar con sus hermanos que se
trasladaron a las tierras del Rhin, visita los monasterios locales en torno a
Pamplona y Zaragoza; en el año 845 los pasos pirenaicos están cerrados por las
luchas de los hijos de Leudovico Pío. Pero en el noreste se hace con un
precioso botín muy útil en el futuro de Córdoba: libros que han de servir para
restaurar la cultura isidoriana en El Ándalus.
A su vuelta se
convierte en el corifeo -maestro lo llaman- de una escuela que intenta defender
la religión de los padres y pretende hacer resurgir el sentimiento nacional tan
terriblemente humillado por los invasores islámicos. Aunque no se da una
persecución cruenta, sí se hace cada día más difícil en Córdoba la vida para el
cristiano. Las leyes nuevas sobre el matrimonio, el comercio y las posesiones,
los impuestos, el sarcasmo de los gobernantes y la intransigencia
fundamentalista de la gente van sofocando cada día la fe, haciendo de los
cristianos ciudadanos sin derechos y colmados de obligaciones.
Con la muerte de Abd
al-Rahman II (850) se desata un periodo de intolerancia islámica que provoca
martirios. Los que han sabido ser fuertes no claudican y llenos de fervor
manifiestan su protesta con la confesión pública de su fe ante el cadí con
desprecio de sus vidas; los que renegaron en otro tiempo entienden que esta es
la ocasión de lavar su culpa y proclaman ahora valientemente la fe en Cristo;
todavía una tercera porción de cristianos que permanecían ocultos por
imperativos de la ley salen ya de su anonimato y clandestinidad. Las cárceles
se han llenado y el revuelo social es mayúsculo; tan grande es el alboroto que,
a instancia del sultán, ha de intervenir el arzobispo de Sevilla Recafredo -que
por cierto era metropolitano por las gracias del palacio emiral- para prohibir
y anatematizar los martirios voluntarios.
Eulogio y su escuela
han influido de modo suave y decisivo en la respuesta de fe ante la provocación
martirial. Es la época en que Eulogio escribe el Memorial de los Mártires
plasmando por escrito testimonio de los héroes cristianos. En el año 851 lo
meten en prisión, pero toma la medida represiva con aire de alborozo porque con
los presos “está en familia”, reza, escribe, consuela y anima. En la mazmorra
conoce a Flora y María a quienes da ánimos para la fidelidad hasta el fin y
ahora decide escribir su Documento Martirial. Cuando, cerrada la escuela, es
puesto en libertad intercambia por diez años la ciudad con el campo y escribe
su Apologético para desautorizar a los detractores que por mediocridad y
cobardía ridiculizaban la defensa de la fe hasta la muerte.
El encubrimiento que
hizo en su propia casa de la joven cristiana Lucrecia -hija de padre musulmán y
martirizada también- fue el detonante de su decisiva prisión y martirio. No
dejó otra alternativa a los jueces cuando le proponían una simple apostasía
material: “Será mejor que me condenes a muerte. Soy adorador de Cristo, hijo de
Dios e hijo de María, y para mí vuestro profeta es un impostor”.
Claro está que lo
mataron; fue el 11 de Marzo del 859. Y lo enterraron en la iglesia de san
Zoilo. En el año 883 trasladaron los restos del mártir a Oviedo donde se
conserva la urna en la Cámara Santa.
¡Muchas gracias, Padre
de la mozarabía, ¡por tu rotunda coherencia! Fuiste un ejemplo de resistencia,
amante de la libertad, frente a los cobardes colaboracionistas utilitarios tan
amadores de su vida que juzgaban tu pensamiento como un “suicidio”. Tu
inteligencia de la vida es modelo, ayuda y consuelo cuando se vive en tiempos
blandos de solapada apostasía general.
wikimedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario